AGOSTO 2007


255. Trabajar los socios (y 2)

         Por muy curioso y extraño que suene o parezca, los aficionados y seguidores de los equipos de fútbol pertenecen al tipo de clientes que pagan para trabajar. Como esas empresas que con aquello del sírvase usted mismo obligan al parroquiano a hacer la tarea, así, cuando alguien decide acudir a un partido de fútbol, está adquiriendo casi sin quererlo ni buscarlo el compromiso de intervenir, por la razón más peregrina que imaginarse pueda, como sujeto activo y agente a favor de uno de los equipos que disputan en el terreno de juego. Es opinión generalizada que este deporte no puede ser presenciado sin que el espectador se sienta a favor  y empuje a su manera a uno de los contendientes que litigan en el estadio: “público imparcial del fútbol” suena, al decir de los filósofos, como una expresión contradictoria y sin sentido. Lo trágico no obstante de la condición de los concurrentes es que, como dice el tópico, por mucho que quieran podrán llevar en volandas al equipo pero únicamente en sueños o en ambición les es posible meter un gol o detener el penalti que ha causado la desgracia a su equipo: es una condición que le lleva al disgusto y a la frustración pero que no tiene remedio. De todas maneras conviene distinguir para una mejor precisión dos tipos de espectadores. Los que adquieren una entrada para un único festejo son los ocasionales y discontinuos y su participación es eventual; por lo general se mueven en el nivel de fidelidad-1 y se les tolera algún pecadillo de tibieza. Los otros son los seguidores estables y permanentes que no sólo han de acudir al estadio (haga frío o calor, esté nevando o se le haya estropeado el coche) sino que han de ejercer como personal entusiasta antes del encuentro, en el desarrollo del mismo y en el pos-partido. Se caracterizan porque se mueven en el grado de fidelidad-2, se sienten integrados en el club y materializan su compromiso con un carné. (Existen dos grados más fidelidad, -3 y -4, pero lo dejaremos para otra ocasión). Ahora, cuando es el turno de los aficionados o feligreses estables y permanentes, llega el momento de definir el alcance y la intensidad de la afición que sigue al Real Jaén. Por lo que se sabe, parece que por esta vez las esperanzas están siendo muy ventajosas. Y sería fantástico que se superaran las mejores expectativas, una forma segura de que La Victoria no necesitase calefacción en invierno.

 6 de agosto 2007



256. El tercer discurso

         Aunque en la vida pública es bastante usual que los resultados de las votaciones ya se conozcan de antemano al saberse la composición de los grupos políticos, no siempre ocurre así. Un ejemplo se ha visto no hace mucho tiempo con las elecciones municipales en las que algunos candidatos desconocían si iban a resultar elegidos o no. En estos casos es habitual que el aspirante lleve preparados dos discursos diferentes según los que ocurra en la votación: en uno con la satisfacción por haber sido elegido, y el otro con el lamento de su desventura política. No está mal esta práctica, algo que por otra parte hacemos todos los mortales cuando vamos a preguntar por algún asunto de interés: un pensamiento previsto para agradecer o mostrar la alegría de lo conseguido y otro para desahogo en la desgracia. Pues en una situación complicada, similar a las descritas, se encuentran posiblemente el presidente y la directiva del Real Jaén. Hay que hacer un discurso de comienzo de la temporada. La tradición, las expectativas de los socios y el buen sentido así lo exigen. Un discurso en el que se describan de una u otra manera los objetivos que se esperan conseguir en el campeonato que comienza. Y en esta ocasión ¿qué decir? Los alcaldes gozan de la ventaja de que, una vez que se ha celebrado la votación, pueden sacar el texto preciso, pero la tarea de los responsables del club es de resultados imprevisibles y ser profeta no es una exigencia propia del cargo. Un optimismo desbordado que no cumpla las expectativas provoca frustración, pero tampoco es cosa de ponerse la venda antes del golpe o empezar el camino con un jarro de agua fría. ¿Qué decir oficialmente? (Porque sin duda por dentro cada uno tiene sus ilusiones secretas). Loliano de Éfeso fue un antiguo retórico al que por su honradez y buenas cualidades habían elegido responsable del abastecimiento público en Atenas. Una vez que hubo un problema en el mercado y la gente se alborotaba contra él, Pancrates, un filósofo del momento, tranquilizó a la muchedumbre diciéndole que Loliano “no vendía pan sino palabras”. El pan han de venderlo los profesionales en el césped pero las palabras son cosas de los directivos y éstas, como decía también otro filósofo, son el instrumento de los sabios. Es de esperar que los responsables encuentren un tercer discurso: el de la esperanza. Y que produzca grandes réditos para todos.

13 de agosto de 2007


257. Escobas y planchas

A Sutil, Paco Sutil, la historia le ha ofertado el honor y el compromiso
 de representar la cantera del Real Jaén durante estos últimos años.
 En el momento en que se cierra este libro es el jugador con más antigüedad
 en el equipo, a pesar de su juventud. Giennense de nacimiento, es titular indiscutible
 y con él mantiene la afición una especial complicidad muy positiva. 
En el presente incorpora mejor que nadie el pasado y el futuro del equipo.
Foto: Diario Jaén
         Mire, le dice un personaje de un cuento de Augusto Monterroso a otro: “mire, si para ganarse la vida tiene ahora que vender algo, no se vaya a dedicar a vender cosas pequeñas como escobas o planchas. Eso da mucho trabajo, deja poco dinero y por lo general la gente ya tiene una escoba y una plancha. Venda acorazados. Con uno que venda tiene resuelto el problema suyo y de su esposa para toda la vida”. Es decir, dejémonos de lo menor y vamos a resolver lo grande, lo importante y decisivo. Vender escobas y planchas es perder el tiempo. Pues parece que la junta directiva del Real Jaén sigue este consejo al pie de la letra: ocupémonos de lo superior, que los asuntos menudos no merecen la atención y nos distraen de lo principal. Y de esta forma, después de hacer tres descomunales, increíbles y fantásticos milagros, ha cerrado el grifo de sus éxitos y abandonado la menudencia y las bagatelas. La actual junta directiva, encabezada por Carlos Sánchez, ha sido capaz, ni más ni menos, de evitar la desaparición del Real Jaén, cuya existencia ha peligrado en más de una ocasión; abonar todas las deudas de los profesionales de ayer y de hoy, y conseguir que sea una entidad respetada incluso por poderes del Estado tan significativos como Hacienda; y presentar un modelo de futuro con solidez y garantía realmente suficientes y razonables. Han sido tres prodigios de los de verdad, de los que sólo quienes tienen unas cualidades taumatúrgicas y portentosas excepcionales están capacitados para realizar. Pues bien, estos espléndidos hacedores de milagros no han conseguido resolver tres problemas, menguados sin duda, pero que dan lata e incomodan a los socios y seguidores. Primero, el marcador de estadio, que se caracteriza por los medios ceros, mientras en los desplazamientos del verano los hemos visto hasta de color; tampoco los altavoces, la megafonía que en los descansos de los partidos alcanza un volumen insufrible pero que no fue capaz de anunciar los cambios en la alineación del equipo el día de su presentación para que los aficionados fueran reconociendo a los nuevos jugadores; y, por último, cuando por Internet se puede sacar una entrada para visitar la muralla china, la ópera de Nueva York o las pirámides de Egipto, en La Victoria hay que acudir a la ventanilla del propio campo. Y menos mal que están los Jardinillos, que por cierto no sirven para los socios.

21 de agosto de 2007

JULIO 2007


250. Fuera la sociología

Ya ha empezado el ruido. Al menos han comenzado a sonar los primeros compases de un discurso que busca y pretende ser envolvente para atraer al mayor número posible de aficionados al Real Jaén. Una tarea que, aunque resulta obligada en todo tiempo porque no hay que perder ninguna oportunidad de aumentar la clientela, es propia del presente período litúrgico. La directiva giennense, de acuerdo con esta lógica de los ritmos, ha iniciado de manera formal la busca y captura de seguidores del equipo que puedan estar dispuestos a firmar y sellar un firme compromiso: acudir a los partidos de La Victoria durante toda la competición. A fin de cuentas es de lo que se trata: estar presentes llueva, haga sol, arrecien los fríos, no se sepa dónde aparcar o, especialmente, se pierdan partidos. En esto consiste el intríngulis de la fidelidad al equipo: bajar al estadio cuando pintan bastos. ¿Es acaso una campaña de captación de socios una llamada a los masoquistas? Sin llegar a tanto, la dificultad está, como es obvio, en enganchar en el proyecto a los indecisos, a quienes están en otras guerras, a los tibios y distanciados, a los escépticos e irresolutos pero, sobre todo, a los que no acaban de convencerles estas lides. En la literatura convencional sobre la integración de un grupo circula la siguiente escala según el grado de participación o complicidad: están en primer lugar los llamados subversivos, es decir, los dispuestos a todo por la organización; a continuación vienen los colaboradores, listos a echar una mano; los simpatizantes, personas que lo ven con agrado; después, los indecisos, que andan dudando si implicarse o abandonar; y, por último, los indiferentes, a quienes no interesa nada la cuestión. Bueno, pues la consistencia del fútbol es de una naturaleza tan especial que todo ese enjambre de teorías y sesudos estudios de eminentes sociólogos se quedan sin utilidad con lo que se llama de manera poco sugestiva un “fichaje mediático”. Ya se sabe, o mejor se supone que vaya usted a saber si no nos sorprenden con algo así, que entre los planes de la directiva no entra fichar a Raúl o a Eto´o para la próxima temporada. Pero no hay mejor invento para llenar por anticipado un campo que traer a algún héroe futbolístico. Hasta se puede uno ahorrar la campaña propagandística y agarrarse al boca a boca, que es lo último en marketing publicitario.

2 de Julio de 2007


251. Entrenadores (1)

         Pues aunque a algún aficionado le pueda parecer casi un milagro, el Ceuta, club de Segunda División B, ya tiene entrenador para la próxima temporada. Sí, no es una falacia ni una broma. Lo aseguraba Diario Jaén hace unos días: la entidad futbolística representativa de la ciudad autónoma ya ha fichado un entrenador. El tema se había hecho público, también en Diario Jaén, hacia mitad de Junio cuando se conoció que el equipo ceutí, tras tomar la decisión de cambiar de técnico, había recibido más de ciento sesenta ofrecimientos para conseguir el contrato de marras. Es decir, un número cercano a doscientos eran candidatos para un solo puesto de trabajo. Una proporción que supera incluso las famosas convocatorias de las administraciones públicas que, dado su peculiar carácter de vitalicias y adornadas como están de otras sinecuras, atraen multitud de aspirantes. ¡Cómo está el mundo del fútbol! diría cualquier cariacontecido aficionado. ¿Quién puede explicar que haya tanto desempleo en una actividad que moviliza infinitas cantidades de dinero casi incomprensibles para la mayoría de los mortales? Además, ¡vaya problema para el Ceuta! Porque ¡cómo no perderse y acertar entre tantos proyectos, currículos, propuestas económicas, diseños estratégicos y deportivos de más de ciento sesenta expertos!... El que el número de demandantes de empleo de entrenador, con la titulación oficial requerida, sea muy elevado es bastante explicable y obvio. De tres ámbitos proceden: el primero, lógicamente, el de los futbolistas, los profesionales que, cuando finalizan su período de actividad, desean seguir vinculados con el mundo laboral en que se han desenvuelto. El segundo grupo lo constituyen quienes, sin haber triunfado como jugadores por la razón que fuere, siguen moviéndose en ese contexto y anhelan suplir con éxitos como técnicos el triunfo que no les proporcionó la práctica del fútbol. A estos dos colectivos hay que añadir los que podríamos llamar espontáneos, al ser una profesión tan popular, tan vistosa socialmente y tan atractiva económicamente, circunstancias que oscurecen o aminoran los desengaños que arrastra. Pero lo realmente curioso es la forma en la que se desactiva, parcialmente por lo menos, esta situación de parálisis laboral. Debemos reconocer que en el ejercicio de la profesión hay dos tipos de entrenadores.

9 de julio de 2007

252. Entrenadores (2)

La grave situación de desempleo que se produce en el mercado laboral de los entrenadores de fútbol, donde la oferta supera en proporciones colosales         a la demanda, tiene una curiosa y original manera de aminorarse mediante un sugestivo desdoblamiento de tareas. Por supuesto que nadie ha decidido expresamente que las cosas sean de esa manera sino que, como acontece en tantos fenómenos generales y colectivos, la fórmula ha surgido de la comunidad, de requerimientos y concurrencias sociales: la exigencia emocional y afectiva de éxitos que sienten los aficionados por una parte, y la rentabilidad obligada de los inversores por otra han dado lugar a que, en el ejercicio de su profesión, se den dos tipos de entrenadores: entrenadores de primer período o iniciadores; y entrenadores de segundo período o salvadores. Los primeros son aquellos que desde el comienzo de la temporada planifican las líneas maestras del trabajo y estructuran las actividades de acuerdo a los objetivos del club. Los entrenadores salvadores, como se puede imaginar, son los que sustituyen a los anteriores cuando parece claro (o lo está demasiado) que no se van a conseguir estos designios y anhelos previstos y deseados por todos. Como por otra parte esa circunstancia no puede evitarse ya que siempre tiene que haber equipos en los últimos lugares y fuera del grupo de los primeros, son mayoría considerable los clubes que se ven forzados a utilizar los servicios de más de un técnico. La experiencia muestra que normalmente suelen ser dos y la duración de los períodos es imprevisible. Los aficionados al Real Jaén recordarán cómo el entonces presidente Gil Vázquez cesó al entrenador la noche previa al primer partido de Liga. Como contrapunto valga el caso de nuestro antiguo conocido Jon Ander, que de portero del Lucena acabó como presidente y dueño del club: decidió el cese una vez comenzada la fase de ascenso a Segunda B, que por cierto acabó alcanzando. Esta doble tarea produce un efecto reduplicativo de los puestos de trabajo y aminora considerablemente el nivel de paro de los técnicos, al aumentar, y casi doblar, la demanda de los clubes. Dicho de manera más simple: al haber casi dos entrenadores por club cada temporada (no se olvide que por lo general los despedidos cobran íntegramente su contrato aunque no finalizan el trabajo) se duplican los puestos de trabajo.

16 de julio e 2007

253. Entrenadores (y 3)

         El que por exigencias y presiones deportivas, sociales o económicas, cuando las cosas no están saliendo bien al equipo y se teme un grave desaguisado, tantos clubes de fútbol se vean forzados a cambiar de entrenador, no resuelve de manera definitiva el alto nivel de paro pero sin duda lo atempera bastante. Aunque la moda empieza ya a extenderse a otros deportes, no es éste un fenómeno generalizado en el mundo laboral. Sin embargo es muy útil y ventajoso a estos profesionales porque permite que, a excepción del disgusto razonable del momento, normalmente no se sienta afectado el prestigio del que debe dejar su puesto a otro compañero. Explicaciones habituales como “las cosas son así”, “el equipo necesita un revulsivo”, y otras de este jaez, más cantinelas de fácil manejo que explicaciones fundadas, son suficientes para justificar el acontecimiento. Por eso son tantos los entrenadores que sin deterioro de su calidad profesional unas veces han acudido a un equipo como iniciadores y otras como salvadores, aunque con el tiempo y por la vía de la práctica algunos van adquiriendo un cierto nivel de especialización. El fondo teórico de circunstancia tan original es, entre otras cosas, que hasta ahora nadie ha podido mostrar un criterio, digamos, científico que compute qué porcentaje de éxito o de fracaso en la gestión futbolística corresponde al entrenador. Incluso hasta podría afirmarse que esta relación porcentual es muy diferente según el contexto de cada club y cada equipo por lo que no es posible establecer ninguna ley universal. ¡Cuántas veces una directiva ha soportado la tensión ambiental y, al final, se ha enderezado el rumbo de los resultados! En otras oportunidades sin embargo ha llegado la catástrofe. Un ejemplo de todo esto es ver cómo a buenos entrenadores, contrastados fielmente por haber triunfado en más de una ocasión, les ocurre que de pronto llegan a un nuevo club de características similares a los anteriores y no dan pie con bola. O rinden cuando antes no le han salido las cosas. Es éste un fenómeno sorprendente no sólo en sí mismo sino por la frecuencia con que se produce. Normalmente a los arquitectos no se les caen unas casas sí y otras no, o a los constructores de coches no le salen éstos en unos casos con tres ruedas y en otras con cinco. Pero los entrenadores pasan de la gloria al infierno, o al revés, en un santiamén. ¿Por qué?

23 de Julio de 2007


254. Los socios (1)

         En el aparentemente enredado y tumultuoso mundo del fútbol, cada uno de los que básicamente lo integran tiene su tiempo, su vez y su plazo: las entidades o clubes, representados por sus directivos y responsables; los equipos, entendidos como el conjunto de  técnicos y profesionales; y los seguidores o socios, ahora transformados en abonados. En el transcurrir de la vida de este deporte, a cada uno de estos colectivos le toca un momento específico en el que han de desarrollar su tarea más importante. No quiere decir eso que, al no estar de turno, no se tenga nada que hacer; que, cuando el papel principal corresponde, por ejemplo, a la entidad, los jugadores estén exentos de ocupación alguna; e igualmente que, si es la hora de los aficionados, la directiva no tenga obligaciones subsidiarias. Porque este deporte dura siempre y para todos: el fútbol, nos guste o no, se ha convertido en un sistema de totalidad. Y tampoco esta teoría debe interpretarse en el sentido de que el trabajo de todos los colectivos tiene la misma incidencia en los resultados. Es obvio que no, que, como decimos siempre, quien mete los goles son los jugadores. Pero sin embargo no estando a la misma altura las responsabilidades de unos y de otros, todos, los tres colectivos, son imprescindibles para llegar a buen puerto. Hablando de estos plazos, a día de hoy se puede  establecer que el tiempo de la directiva –este año ha cumplido sin retraso- ha sido en el pasado diseñar y concretar el equipo. El de los profesionales lo será en el futuro, a partir del último domingo de Agosto, cuando tengan que demostrar su valía y sus cualidades. Y en ese proceso ahora estamos en el período de los aficionados, de los seguidores, que tienen que manifestar en qué cuantía y con qué grado de compromiso están dispuestos a meter el hombro en la competición que comienza, aproximadamente, dentro de un mes. Llegado el final de la temporada, el provecho será consecuencia (además de la suerte que el azar regale) fundamentalmente de cómo han hecho sus tareas cada uno de estos tres colectivos. Si la directiva acertó a la hora de la planificación deportiva y su concreción en los fichajes; si los aficionados apoyaron desde el primer momento; y si los jugadores tuvieron éxito en su trabajo. Ahora, estos días, toca a los aficionados firmar los esponsales. Pero ¿a qué y hasta donde lleva este compromiso?

30 de julio de 2007

JUNIO 2007


246. El marcador

         Ha venido pareciendo como cosa de brujas o algo por el estilo, sobre todo dada la aparente facilidad para su remiendo. Incluso en alguna ocasión llegó a ocultar la realidad del resultado que en verdad se estaba produciendo, adjudicando méritos y goles a quien no los había ganado en legítima lid. Pero en la tarea en la que se ha mostrado espectacularmente desorientado ha sido en medir el instante. Como si aún no hubiera ocurrido el Big-Bang o poco menos. Y donde ha puesto un ortodoxo salero especial ha sido en la configuración de los dígitos: que si una línea representaba unas veces un 7, otras un 1 y en ocasiones un número imaginado, casi propio de Alicia en el País de las Maravillas. Y lo mismo acontecía con la representación de un ángulo y de otras figuras más o menos geométricas, que eso es otro cantar. A veces parecía volver atrás, en una simpática imitación o mímesis de la máquina del tiempo. Ocasión hubo en la que ante el juego anodino e insulso que se estaba viendo, como recurso de distracción, algunos se solazaban, y hasta discutían, jugando a las adivinazas sobre qué hora y minuto de juego era el que aparecía en su pantalla. El peor momento de todas formas, el más dramático y angustioso, se producía en los períodos finales en los que casi se decide el partido en un par de minutos y no había manera de saber cuánto faltaba para terminar. El marcador, durante casi toda la temporada, iba, como decimos en el lenguaje familiar, por libre; se movía a sus anchas con plena autonomía y desenvoltura; y con diferente fortuna creaba una realidad que no siempre se correspondía con los deseos de los aficionados. Refiere Augusto Monterroso el cuento de una mosca que todas las noches soñaba que era un águila, lo que en los primeros momentos le hacía muy feliz pero que, luego, viendo su incapacidad para posarse en los ricos pasteles, sufría un montón de pesadillas que le hacían dormir muy mal. Pues el marcador acababa su tarea volviéndonos a la realidad y nunca fue capaz de regalarnos un triunfo cuando más lo necesitamos. (Su mayor virtud no obstante es que ahora nos permite entretenernos comentando sus simpáticas fechorías mientras no tenemos otra cosa mejor que hacer, a la espera de que se forme el equipo para el año que viene. Y desde luego en la confianza de que en la próxima temporada funcione bien ¡eso sí, siempre a nuestro favor! Es hacer poesía para pasar el rato).

4 de Junio de 2007


247. De índole personal

         El oficio de jugador de fútbol forma parte de esos colectivos cuya tarea exige un público delante. Y esa condición, además de evidentes ventajas, tiene bastantes inconvenientes. Uno de ellos es que por lo general apenas nos fijamos en la dimensión humana que subyace en esos protagonistas. Y eso se aprecia mucho ahora cuando se están planificando los equipos para la próxima temporada, eligiendo un diseño de interpretación futbolística, y buscando profesionales que lo ejecuten. Trabajar ante el público tiene su morbo y su busilis, lo que da lugar a que todos nos olvidemos de la persona que vive en cada fichaje o cada despido de un jugador. Por supuesto que, como en todos los trabajos, a la hora de formar un dispositivo eficiente y adecuado deben tenerse muy en cuenta los legítimos rendimientos empresariales, y las aspiraciones y exigencias de la clientela. Pero nada malo hay en fijarse en que, detrás de la adquisición o el cese de cada futbolista, hay probablemente unos niños que tienen que cambiar de colegio, y de compañeros y amigos según recale su padre en uno u otro equipo; una familia forzada a cambiar de localidad, barrio, vivienda, vecinos y costumbres sociales; y unos valores e intereses personales y profesionales. Cuando uno ve en los días de partido, en las gradas del estadio, a la agrupación de familiares de los jugadores, puede apreciar el fondo humano de esos trabajadores a quienes se les exige, como no podría ser de otra manera, un rendimiento impecable. El jugador Garmendia decía a José Eugenio Lara algo de esto al incorporarse la pasada temporada. El defensa, que tenía un año más de contrato con el Extremadura, explicaba su salida del club "porque hemos pasado un año muy malo. Voy al Real Jaén perdiendo mucho dinero, porque he tenido que perdonar en el club extremeño cinco o seis mensualidades y varios plazos de fichas. Pero no podía seguir en Al­mendralejo. He tomado esta de­cisión, porque el dinero no lo es todo en la vida. Voy a un equipo fenomenal para recuperar la ilusión que había perdido en el Extremadura. El Real Jaén tiene un proyecto fantástico y yo quiero ser partícipe de él”. El proyecto luego no se ha cumplido del todo pero su apuesta, como la de sus compañeros, ahí quedó. Y no es malo recordar estos aspectos de índole personal en futbolistas que, por lo que sea, no han entrado en la élite de los privilegiados. Al menos, por el momento.

11 de junio de 2007


248. Quebranto FIFA

La FIFA tomó una resolución, referente a la dramática jornada de ayer, cuyo significado y alcance ha quebrantado el principio, indispensable para el recto ejercicio de la competición deportiva, de igualdad de trato entre todos los participantes, poniendo además en evidencia que, como siempre ocurre, los poderosos se llevan todas las ventajas. La cosa es que en todo el mundo la jornada de ayer estaba destinada a los encuentros internacionales que correspondieran, entre los que destacaban alguno como el de Malí ante Sierra Leona con efectos clasificatorios en la zona africana. Y, como es natural, a estos países le interesaba mucho poder disponer de sus mejores jugadores. Todo estaba claro y resuelto: era un partido anunciado hace mucho tiempo, incluido en una competición FIFA, y les respaldaban todas las normas y reglamentos al respecto. Pero de pronto ha surgido el conflicto a cuenta de la liga española que termina su campeonato fuera del canon de todas las demás. Y entonces, el organismo internacional, incumpliendo sus propios preceptos, ha desatendido sus obligaciones con Mali, y también Brasil, que se han quedado sin los jugadores que lo hacen en España. El delantero del Sevilla Kanouté ha dicho que por supuesto juega donde le digan pero que "han tenido un año para arreglar el calendario. En África, el fútbol es un sentimiento muy grande y Malí se queda sin sus mejores jugadores para un partido importante, es una falta de respeto". Y algo por el estilo ha apuntado el entrenador brasileño. Curiosamente quien no ha podido hacer las mismas valoraciones ha sido el seleccionador, por ejemplo, de Chile a cuyos futbolistas no han permitido volver al Celta. En esta circunstancia alguien podría entender que, al ser tratados de igual manera los tres equipos principales, se practica la virtud de la equidad pero no puede aceptarse que las reglas que han regido para toda la competición se modifiquen o se incumplan para un solo partido por muy importante que el azar haya hecho que sea. Porque eso deslegitima todo el campeonato. ¿Se derivarán algunas consecuencias de este desafuero? El poderoso se llevó el gato al agua y ya está. Alguien ha escrito, con cierta dosis de cinismo, que ya se habrá encargado el organismo mundial de pedirle al árbitro del encuentro que, para compensar desigualdades, echara una mano a Malí. Se desconoce si ha ocurrido así.

18 de Junio de 2007


249. Hablar del equipo

         Que hablen mucho de uno aunque sea mal es, para algunos, una simple broma y, para otros, una manera de criticar a los amigos y a los personajes públicos. No obstante hay gente que ha hecho de esta expresión un principio de conducta, una forma de vivir y de comportase. Muy conocida y montones de veces citada, como por otra parte era su propósito, es la trastada de Eróstrato, aquel pastor griego que con la intención de hacerse famoso quemó el templo de Diana en Éfeso, una de las Siete Maravillas del mundo antiguo. Para desquitarse de su mala acción, los tribunales de la época prohibieron, bajo pena de muerte, que se citase su nombre, pero fue una decisión inútil. ¡Hasta en El Quijote se habla de él!  Conseguir que hablen de uno, aunque sea mal, es en muchos casos un negocio, un buen negocio. Precisamente por eso a nadie debe sorprenderle el uso financiero y económico que de su mala fama hace muchos personajes de todo tipo y condición. De todas formas siempre es mejor que hablen bien. Si que despotriquen de uno puede ser una ganga, mucho más lo es que lo ponderen y enjabonen. Incluso a más elogios, mayor beneficio. ¿Sería beneficioso para el Real Jaén que se hablara mal de él? Evidentemente no. El éxito y la ganancia consiguiente están precisamente en lo contrario, en que todo el mundo, primero, lo refieran y aludan a todas horas y, después, que la mención sea encomiástica y lisonjera. Al decir de los periódicos, éste parecer ser el camino que pretende por el club, que empieza a vender la ilusión de la próxima temporada a los socios, que se hable mucho y bien del equipo: parece obvio que, para vender abonos al público, antes hay que contagiarlos de esperanza contagiosa por la palabra y los hechos. Sin embargo espinosa y peliaguda cuestión. Conseguir esto es harto difícil cuando las encuestas aseguran que la conversación de fútbol en todas partes la acaparan los dos grandes, el Real Madrid y el Barcelona. ¿Qué hacer ante esta situación? Naturalmente no parecería una buena estrategia que el club, siguiendo las señales de Eróstrato, incendiase algún edificio público para llamar la atención. Pero ya de entrada da la impresión de que hace falta ruido porque la exquisitez en las relaciones publicitarias ofrece escasos resultados. Como mínimo, para impresionar y que se hable del Real Jaén, hacen falta truenos, relámpagos, bombas, cohetes, tambores, etc., etc.

25 de Junio de 2007

MAYO 2007


242. Orgullo Lagarto

Las peñas del Real Jaén, también en los malos momentos, acompañan
 al equipo tanto en La Victoria como en los desplazamientos.
Foto: Diario Jaén
        El escaso número de seguidores del Real Jaén que ayer acudió al partido en Alcalá de Guadaíra buscaba sobre todo la respuesta a una pregunta sicológica. No es que no estuvieran interesados en el resultado favorable, que ganar siempre gusta y apetece, y, además, aun no ha conseguido el equipo de manera terminante la clasificación para la Copa del Rey. Desde luego que viajaron con la esperanza de volver con una victoria en el bolsillo pero en el fondo les atenazaba la duda que ha estado viva en los ambientes futbolísticos de la ciudad estos últimos días: ¿habrá superado el equipo –técnicos y jugadores- el abatimiento y la postración que les ha dominado en las últimas jornadas, el hundimiento moral de que ha estado aquejado precisamente en los momentos decisivos de la competición? ¿Estarán recuperados de esa ansiedad perniciosa que les ha podido en la gestión de sus sentimientos profesionales? No era una cuestión baladí sino muy trascendente y principal. Mirando al futuro, tanto del equipo como de la afición, sería una desgracia añadida terminar de mala manera el campeonato, sin signos de esperanza para la temporada venidera. Resulta imprescindible para la buena marcha de los negocios futbolísticos que, al menos, quede la impresión de que se escapó la liguilla por los pelos, por un quítame allá esas pajas, y no por una catástrofe descomunal. Bueno, pues como aparece en la crónica, la gente volvió contenta, muy a gusto. Y, como no es momento de ponerle reparos al triunfo, que los hubo, apliquemos una terapia de la complacencia del momento, disfrutemos de lo que tenemos. El escaso número de seguidores del Real Jaén en la ciudad sevillana, en el que es justo recordar algunos incondicionales ausentes y que regresó feliz, estaba integrado por una veintena de personas: la representación institucional del club encabezada por el presidente Carlos Sánchez, algún aficionado espontáneo, un grupito de cuatro o cinco miembros de la Peña de las Batallas y una docena de colegas de Orgullo Lagarto, que se hicieron sentir bien todo el partido. Valga por esta vez una precisa relación como homenaje testimonial a todos aquellos que a lo largo de los meses han acompañado al equipo en sus desplazamientos. Porque éste de ayer era prácticamente el último de esta temporada. ¿O acaso alguien piensa viajar a Ceuta dentro de quince días?

7 de Mayo de 2007                  Alcalá de Guadaíra, 0; Real Jaén, 3


243. Nueva palabra

         No acaban de ponerse de acuerdo los expertos en dónde y como surgió el lenguaje en los humanos. Se desconocen muchas circunstancias de cómo llegaron a hablar, primero, nuestros antepasados y luego nosotros. Sin embargo otra cosa es la apreciación sobre las consecuencias de esta extraordinaria cualidad. Porque en esto sí que hay acuerdo unánime: todo el mundo reconoce las grandísimas ventajas que proporciona a nuestra especie el dominio del habla, hasta el punto de que gracias a esa capacidad es como los humanos nos hemos hecho los dueños del mundo (aunque a lo mejor no está tan contenta la naturaleza con nosotros, que ese es otro problema). Pero son tan importantes las palabras que en muchas ocasiones acaban siendo la mejor y más eficaz forma de cambiar la realidad. Busquemos, o mejor inventemos, un vocablo y hemos resuelto un problema, las cosas empezarán a cambiar. Pues en asuntos de lenguaje está ocupado, al parecer, el Real Jaén. Toda esta larga introducción está justificada en que el club anda metido en desarrollar juegos lingüísticos. Parece que el club está pensando ya más en el futuro que en el presente (que por cierto, después del partido de ayer, es bastante lastimoso y algún pesimista piensa que el equipo está haciendo un muy grave daño al interés público y social). Pero volviendo a lo del futuro, los responsables del Real Jaén en esa situación ha llegado incluso a inventar una palabra que ya quisiéramos haber conseguido muchos de los que nos jactamos de ser giennenses, jiennenses y jaeneros de toda la vida. Pasa uno la vida tratando de demostrar amor por la tierra y ahora, felizmente, se encuentra con un vocablo que representa todo el sentido de la patria chica y que, por eso mismo, puede ser muy importante a partir de ahora dentro de nuestros ambientes sociales más profundos. “Jaenizar” el equipo es lo que han propuesto los directivos de nuestra primera entidad futbolista. Y está muy bien. Desde luego que desconocemos el alcance futbolístico y deportivo que tiene el término propuesto ni qué significará esa palabra a la hora de confeccionar el equipo de la próxima temporada. Ya lo veremos. Pero desde luego que ha habido acierto pleno en inventar la palabra -que no sabemos si será asumida por alguna candidatura para las próximas elecciones-. Pero un éxito así justifica toda una vida. Y todo esto va en serio.

14 de Mayo de 2007             Real Jaén, 1; Extremadura, 1


244. Amanecerá y medraremos

         Para el Real Jaén, y en gran medida para el Linares, la liga acabó ayer domingo. Bueno, ya sabemos que aun queda un lance para la finalización del campeonato liguero 2006-2007 y que, como dicen los castizos, hasta el rabo todo es toro. Pero, aún así, ya sólo resta echar la llave y que el último apague la luz. En el caso de los linarenses, los resultados de la próxima y última jornada pueden modificar su posición definitiva y entrar en el sorteo de la liguilla de ascenso en una u otra papeleta, pero esa formalidad es únicamente una circunstancia accidental o menor: lo terminante es la opción de asistir a ese acontecimiento deportivo. Por su parte el Real Jaén, salvo el dato obligado para la estadística, ya no puede alterar ni variar los resultados finales de su participación en este campeonato. Pero ni falta que va a hacer. El equipo va a gestionar otros menesteres y se va a conducir por una senda diferente de la habitual y clásica: se trata de subir a la élite del fútbol por una vía más posibilista y asequible, por el sistema de copa. Es como si hubiéramos estado predestinados para esta competición, después de los éxitos, no demasiado lejanos que sin duda muchos aficionados aun recuerdan y que ya los expertos nos pondrán sobre la mesa estos días. Cuenta Luís Pancorbo, en un libro de anécdotas, una muy famosa referida a un viaje de Carlos V a Roma. Narra que cuando el rey y emperador visitó el panteón el 8 de abril de 1535, quiso también ver la cúpula por fuera. Cuando se asomó, el barón Crescenzi, uno de su séquito, tuvo la tentación de empujarle y se dice que, al confesar el noble el pecado, el cura le contestó: "estas cosas no se dicen, se hacen"... Verdad o no, que esto es lo de menos, lo importante es que el equipo, para disimular sus intenciones, está decidido a hacer, y no decir, el gran interés que tiene en llegar muy arriba en la Copa. Con prudencia, como quien no quiere la cosa, ¿quién nos va a negar la posibilidad de triunfar en ella? ¿No se asegura –hasta lo dicen las crónicas del partido del sábado- que hay jugadores con mucha calidad? Pues a demostrarlo en ella y a abrir nuevos horizontes de éxitos deportivos. Que “mañana será otro día”, que decía el tuerto que salió a coger espárragos por la noche pero no los veía, y que el Quijote corrige con “amanecerá Dios y medraremos”. Bueno, ¿y por qué no soñar? Además ¿no es verdad eso de que no hay mal que por bien no venga?

21 de Mayo de 2007                  Ceuta, 1; Real Jaén, 1


245. El entrenador

         En las tareas colectivas, cuando un trabajo se hace en grupo, es prácticamente imposible determinar las responsabilidades personales. Los éxitos son de todos, e igualmente los fracasos. Por supuesto que con misiones y cometidos distintos, pero del resultado último de las competiciones son garantes todos, los que juegan y los que dirigen. Por eso no se entiende bien la tendencia de los entrenadores a ver desde fuera lo que realizan los jugadores. Es verdad que antiguamente, como dice Eduardo Galeano, “nadie les prestaba mayor atención” mientras que ahora es todo lo contrario. Pero lógicamente su trabajo forma parte conjunta del balance final del club y del equipo: todos están en el mismo barco. Vinyals se marcha del Real Jaén (y sinceramente le deseamos lo mejor). ¿Triunfó en nuestra tierra? En cuanto a la impresión desde fuera, hay que reconocerle gustosamente su seriedad, profesionalidad y otras muchas virtudes de que ha dado suficientes muestras. Pero ¿qué significa el sexto puesto en la clasificación? ¿Suficiente o insuficiente?  Desde luego que valen las dos respuestas: si nos atenemos a los objetivos propuestos, y, a su vez, a la dificultad inherente de alcanzarlos. Que cada uno juzgue como considere. Pero, en un análisis de primera impresión, parece claro que el gran problema deportivo ha sido no creerse el equipo que era uno de los de arriba: ha dado una imagen de notoria y ostensible inestabilidad emocional; de expresarse pocas veces como dominador y casi siempre como dominado. Salvo en algunos momentos de la competición, por fas o nefas, por unas cosas o por otras, al grupo de técnicos y profesionales les ha faltado aplomo, carácter y fortalecimiento de equipo grande. ¿Se ha jugado tanto a la defensiva por falta de confianza en ellos mismos? Valdano asegura que “el entrenador, que es un tipo que lucha por sobrevivir, se ha hecho conservador”. Vinyals no estuvo muy acertado cuando reconoció la incapacidad del “equipo”, de los jugadores, de asumir más responsabilidades. El también era el “equipo” y su tarea más importante estaba precisamente en superar ese escollo. El ejemplo simbólico que quedará de este año fue lo que ocurrió al quedarse diez jugadores ante el Sevilla Atlético: el desfallecimiento sicológico de esa tarde, que les llevó a encerrarse en su área de manera ofuscada (así lo pareció), fue un adeudo de todos.

28 de Mayo de 2007                                Real Jaén, 2; Cerro Reyes, 1

ABRIL 2007


237. El demonio de mediodía

         La hora del mediodía, aquella en la que jugó ayer su partido el Real Jaén ante el Melilla, ha tenido desde hace mucho tiempo una dudosa imagen. A través de la historia ese momento del día no ha gozado del aprecio de los sabios. Por el sopor que trae consigo y el cansancio acumulado del trabajo mañanero, por lo general no parece un buen momento para iniciar nuevas actividades: incluso esa hora supone una dificultad añadida. Los sagaces ermitaños, por ejemplo, le tenían una especial inquina y ojeriza. Acostumbrados como estaban a disputar y combatir una y otra vez con los príncipes de las tinieblas por las tentaciones con las que querían vencerlos, al que más temían sin duda era al que llamaban el demonio del mediodía. Aseguraban que dicho enemigo produce la confusión irracional de la mente y describían la lan­guidez interior que al mediodía inunda a los que se ejercitan en la vida religiosa. Le achacaban el vicio de la acidia que es una forma de denominar a la pereza y la flojedad, y pensaban que era un descarrío especialmente peligroso que afectaba a todas las capacidades del hombre. El de mediodía tiene la capacidad de ofuscar al alma entera y al propio intelecto, decían algunas personas ilustres en la antigüedad. Y ¡claro! uno no piensa desde luego que los responsables del Real Jaén tengan que ser expertos en demonios para evitar un partido a esa hora, pero en todo caso para la felicidad de todos ayer no se dejó sentir especialmente este amenazador demonio. Bien es verdad que de entrada faltó el sol de primavera, una arma diabólica estratégicamente muy poderosa, pero a la vista del resultado y del desarrollo del partido no se equivocaron, aunque habrán de reconocer que una cierta y suave indolencia sí que se apreció como estilo en algunos momentos. Pero por lo general no tuvo demasiado éxito el tal demonio. Sobre todo durante el segundo tiempo cuando el público lanzó los conjuros necesarios de entusiasmo, algarabía y ruido para despertarlo del todo. Salvados unos minutos de la primera parte, el partido transcurrió plácidamente, acorde a la serenidad y sosiego de la hora. Y al final al diablo se le venció por goleada porque la tranquilidad de ánimo sobrecogió muy agradablemente a todos, que lo único que sintieron fue que el partido no hubiera seguido un rato más para ver si podían conseguirse más goles. Quedó como demasiado corto.

2 de Abril de 2007                     Real Jaén, 3; Melilla, 1


238. Pasado y futuro

         Como se han encargado de recordar los expertos comentaristas, el Real Jaén llevaba, antes del partido de ayer, 46 años sin ganar en la ciudad de Córdoba y ante su equipo titular; incluso nunca lo había hecho en la división actual, en la segunda división B. Por su parte, los argumentos y las manifestaciones realizadas sobre ese hecho han sido las habituales y tópicas: las estadísticas tienen un peso pero no suficiente para garantizar nada, decían los que se encontraban en el lado favorecido; las estadísticas están para romperlas, aseguraban quienes apostaban simplemente por que se rompiera la mala racha. Este dato, que ni siquiera es técnicamente una estadística sino el reconocimiento ilustrativo de un sucedido casual, pudo haber tenido sin embargo una cierta resonancia, diversa por supuesto según en el lado de que se esté pero real, en el ánimo de los protagonistas. Son extrañas a veces las reacciones de los seres humanos. En esos 46 años ningún partido se ha repetido nunca porque por ley de vida siempre han ido cambiando las circunstancias de los mismos: jugadores y técnicos diferentes, ambiente diverso, infraestructura asimismo nueva y hasta los componentes directivos. Únicamente las entidades han permanecido pero éstas, las instituciones, a fin de cuentas son simplemente algo abstracto e impersonal, no tanto una ficción pero sí algo intocable por inmaterial. Sin embargo, por más que lo negaran unos y otros, esa circunstancia pesaba en el ambiente. Son muchos 46 años. Ayer, a pesar del razonablemente buen resultado que consiguió el Real Jaén, porque de acuerdo a las cuentas del club el empate es muy positivo, sólo se ha truncado la situación de manera ficticia porque el 46 ha sido sustituido por el 47. Así es la vida, y la presión ha aumentado un paso más. Los seguidores confiábamos en la filosofía y la manera de pensar de don Quijote, que, aunque lego en fútbol, era sabio en el comportamiento de la fortuna: sábete, Sancho, le decía el caballero andante a su fiel escudero, que “no es posible que el mal ni el bien sean durables, y de aquí se sigue que, habiendo durado mucho el mal, el bien está ya cerca”. Desgraciadamente no ocurrió así. Esperemos a la próxima vez. Aunque vaya usted a saber qué significa eso de las cuentas cuando todos sabemos que el pasado no existe sino sólo en nuestro recuerdo y en nuestra memoria.

9 de Abril de 2007                  Córdoba, 1; Real Jaén, 1


239. El tercer tiempo

Siendo tan importantes los resultados de los partidos del Real Jaén, que a eso es a lo que se está, por otro motivo no menos significativo la de ayer en el estadio de La Victoria fue una jornada realmente muy interesante: el aumento del número de espectadores que acudieron al partido. Una muestra alegre e inequívoca de que, después de mucho tiempo, ha empezado a cambiar el ambiente en la ciudad en torno al Real Jaén; el testimonio de que se inicia un cierto calor colectivo alrededor del club que representa a la ciudad. Y resulta imprescindible poner sobre la mesa este dato porque supone reconocer que puede estar iniciándose un cambio de actitud ante el fútbol profesional, algo de lo que, por variadas razones, se está muy necesitado. Tantas y de tan diversas maneras se ha dicho que el deporte, y especialmente el fútbol, sin cambiar para nada la realidad, es capaz de transformar un pueblo que repetirlo puede parecer una frivolidad. Pero sin embargo en determinadas circunstancias resulta una obligación y una necesidad. Sobre todo cuando el ambiente en La Victoria hasta ayer casi parecía una tarea monótona y aburrida: siempre los mismos, idénticas caras y hasta iguales comentarios. El fútbol ni paga las deudas de los ciudadanos ni resuelve los problemas personales de la gente. Cuando uno sale del campo de fútbol, sigue con las trampas, los desacuerdos con la suegra o con el vecino, y el habitual ardor de estómago después de las comidas. Pero, si las cosas han ido bien y se ha ganado, se anda como mirando a los demás por encima del hombro y, si ha ocurrido lo contrario, no quedan más ganas que mirar al suelo y decir eso de trágame tierra. Un comentarista político decía, no hace mucho tiempo, que Europa será un país o una nación realmente percibida cuando haya un equipo de fútbol con el que se sientan más o menos identificados los ciudadanos y que la represente en competiciones. Cuenta un famoso literato, que dedica muchos de sus escritos al fútbol, Juan Villoro, la anécdota de un famoso futbolista que solía decir que casi siempre hay, después de los partidos, un tercer tiempo, el rato de cervezas donde lo único mejor que ver un gol es recordarlo. Una tarea especial para los aficionados. Eso sí, olvidándonos de los demás contrincantes y aceptando el principio que nos han dicho los técnicos de que el Real Jaén, para entrar en la liguilla, depende sí mismo.

16 de Abril de 2007               Real Jaén, 1; Sevilla B, 1


240. Psicología

         Como diría un castizo, también los profesionales del fútbol tienen su sicología. Lo que significa que, a la hora de tomar decisiones y de desenvolverse, también en ellos influye su manera de ser y de pensar; que, como ocurre en todas las actividades humanas sean profesionales o privadas, es un factor determinante el carácter, la afectividad, la palpitación y la sensibilidad; vamos, que, afortunadamente, no son máquinas pensantes que planifican con la frialdad de un robot, sino que en su ciencia y en su tecnología hay también emociones y sentimientos propios de la riqueza sicológica humana. Aunque algo triste, en el desarrollo de este deporte es muy famosa la historia de Hector Cuper, aquel entrenador del que se decía que era incapaz de ganar una final porque a ella llegaba con miedo y lo infundía a sus futbolistas. En la segunda final de la Copa de Europa que jugó con el Valencia, se hizo célebre la apreciación de un defensa del Bayer, el equipo contra el que jugaba: 'Cuando vimos que se retiraba Aimar, sentimos de verdad que podíamos ganar, porque el cambio significaba que ellos se sentían inferiores y renunciaban a jugar al contragolpe'. De acuerdo con esta teoría, la trayectoria del Real Jaén en los últimos partidos también puede evaluarse desde la óptica de su comportamiento sicológico, al margen de los aspectos técnicos. En Córdoba, apareció seguro de sí mismo, consistente, entero y convencido de sus posibilidades; incluso en los pocos minutos en los que iba perdiendo por un gol recibido desde la ingenuidad, el equipo se mostraba con dominio de la escena. Ante el Sevilla, por el contrario, después de quedar en minoría y siendo consciente de lo que estaba, nunca mejor dicho, en juego, pareció que le dominaba un cierto estremecimiento, que se intimidaba, lo que le llevó a encogerse dentro de su territorio, y así vino lo que vino. Desde esta perspectiva, el de ayer en Linares era desde luego un partido excepcionalmente pleno de tonalidades afectivas para los dos equipos. Al margen del resultado, que lógicamente ha dejado más de una herida molesta, fue una experiencia que los sicólogos llaman alguedónica, es decir, de placer y de dolor. Aunque hubo inteligencia, que desde luego no podía faltar, la emoción y los sentimientos dominaron el espectáculo, el color lo puso la efusión. Dice Javier Marías que “en el fútbol, sin sentimiento no hay nada”. Por eso el fútbol está donde está.

23 de Abril de 2007             Linares, 1; Real Jaén, 0


241. Navarro… y Anquela

Navarro, jugador que en los últimos años llegó a ser una referencia básica
 en el Real Jaén, recibe una distinción en una visita de nuevo equipo a
 La Victoria. Pocos aficionados pudieron entender cómo, incluso con 
  contrato en vigor, se le dio la baja. Después la experiencia demostró que
 los nuevos refuerzos estaban muy por bajo de lo que él representó. 
Foto: Diario Jaén
Para más de un aficionado, esta semana se ha producido una muy valiosa y apreciable noticia de futuro para el Real Jaén. A pesar de andar metidos en plenos disgustos deportivos, mucho más lamentables de lo que a estas alturas podía esperarse, la determinación del club de “mantener el bloque de la actual plantilla” y, por tanto, de abandonar el escapismo de los últimos años, es una decisión razonablemente válida. Hay que mantenerse fríos a la hora del análisis aunque aun quiebre nuestro entusiasmo el incomprensible padecimiento de ayer. Por dos motivos principales, estar siempre partiendo de cero es una mala práctica y hasta una, cuando menos, discutible teoría. Que el jugador se aficione al club y a la ciudad, al grupo social al que representa el equipo, es una eficaz manera de estar a gusto, y esta condición una ventaja, y hasta una sinecura, para un satisfactorio ejercicio de la profesionalidad. Bien es cierto que, como dice Juan Cruz, a cierta edad esto casi no le es posible al futbolista, sobre todo, podemos añadir, si se ha visto obligado a cambiar constantemente de destino, pero no deja de ser una expectativa a la que es superfluo renunciar. Por otra parte, manteniendo lo que los técnicos denominan el armazón básico de la plantilla, se gana eficacia y tiempo porque la coordinación en esa estructura es un camino resuelto. En las últimas temporadas el Real Jaén, en cuando a los fichajes de jugadores, ha mantenido una actitud claramente destructora, iconoclasta, realmente incomprensible y nunca explicada a la afición. Precisamente ayer, como corroborando todo esto, acudieron a La Victoria dos visitantes distinguidos: Navarro y Anquela, uno como futbolista en activo y el otro en calidad de entrenador. Navarro, una referencia singular de un jugador que con contrato en vigor tuvo que marcharse, parecía, y así sigue, el amo del balón. Como cuando de niños jugábamos en la calle y el que ponía la pelota disponía del derecho preferente de lanzar las faltas que se produjeran durante el partido. Un grandísimo y completo profesional, tenía encomendada esa tarea y la cumplía con bastante acierto y eficacia. En cuanto a nuestro paisano Anquela, ya se sabe que los entrenadores se mueven en otros parámetros profesionales y, para lo bueno o lo malo, son diferentes los criterios que regulan sus prestaciones futbolísticas. Un cálido saludo a ambos.

30 de Abril de 2007              Real Jaén, 0; Águilas, 2

MARZO 2007


233. Arenga o filípica

En las enciclopedias que se utilizaban antiguamente en la escuela y que eran muy dadas a presentar como ejemplos de vida a personajes ilustres, Demóstenes era uno de los más habituales. El célebre griego aparecía como una persona que, a base de un gran esfuerzo de voluntad, se había convertido en uno de los mejores oradores de la historia. Se contaba que era tartamudo y que, para superar ese grave inconveniente, se iba a la playa y, con piedrecitas que se introducía en la boca, realizaba ejercicios de voz gritándole a las olas con toda su fuerza. El caso es que en un momento dado el rey de Macedonia, Filipo (el padre del célebre Alejandro Magno) decidió invadir Grecia, a lo que Demóstenes se opuso con todas su fuerzas. Filipo argumentaba que en realidad lo que pretendía era unir los dos países: la cultura de uno y la fuerza militar de otro, y que a él le hacía mucha ilusión gobernar un país tan culto como Grecia. Con esa situación muchos griegos estaban de acuerdo pero Demóstenes se mantenía intransigente, enfrentándose sin ninguna cortapisa al discutible invasor con unos discursos, que después se han hecho famosos del todo, llamados filípicas. De ahí la conocida expresión de “echar una filípica” cuando alguien pretende reprochar a otro cualquier cosa. Bueno pues, según cuentan los medios de comunicación, Vinyals no es que les haya echado propiamente una filípica a los jugadores pero sí que, al menos, les ha planteado un reto importante y firme. ¿Es una arenga, como la que utilizan los jefes militares para entusiasmar a la tropa y prepararles para el combate? El entrenador ha hablado con los jugadores y, en una especie de ultimátum, les ha dicho que “los problemas económicos que afectan a la entidad y que, por fin, tienen visos de solucionarse, han tapado ciertas cosas y que a partir de ahora, todo aquel jugador que no ofrezca el máximo esfuerzo tendrá complicado seguir en el equipo la próxima temporada”, un toque de atención, según indicaba ayer este diario. Ya se sabe que la moral y el compromiso nada tienen que ver con las cualidades técnicas pero es imprescindible que sean altos y firmes para el éxito de cualquier empresa. El técnico sabrá por qué ha dicho lo que ha dicho. Para el aficionado puede quedar la impresión de que algo está confuso. ¿Filípica? ¿Arenga? ¿Simple exhortación? Y ¿por qué la hace pública?

5 de Marzo de 2007                     Real Jaén, 2; Baza, 0


234. El efecto mariposa

         Como ha publicado Diario Jaén en la última semana, el entrenador Vinyals ha hecho sus cálculos en torno a las posibilidades que tiene el equipo de estar a final de la temporada entre los cuatro privilegiados, y ha concluido que, con ocho triunfos más, se puede lograr la meta de optar al ascenso de categoría. El Real Jaén tiene actualmente cuarenta y tres puntos que, con veinticuatro más, sumaría sesenta y siete, cifra que parece suficiente para ese fin. Como la previsión se hizo cuando faltaban doce partidos para terminar la temporada, en principio parecía razonable, problemático pero verosímil: así en una planificación razonable que aventuraba José Eugenio Lara el otro día, al quedar seis partidos en casa y otros tantos a domicilio, el equipo se obligaba a ganar todos los encuentros de La Victoria y, al menos, dos en sus salida a otros terrenos de juego. Lo que pasa es que ahora, tras el partido de ayer y el resultado obtenido, (dejando a un lado los avatares técnicos negativos evidentes, las condiciones en las que se desarrolló el encuentro, y las consecuencias dañinas que produjo) las cuentas siguen saliendo pero aumenta sin duda la presión al acortarse el plazo para alcanzar el propósito previsto. En el plano deportivo está el club en una situación delicada y escasamente propensa al optimismo. Después de aquel período tan prometedor y esperanzado que había abierto las puertas del talento y la ilusión, vuelven el desaliento, la duda y el abatimiento. Y no ya por los resultados, que por supuesto son decisivos, sino porque no se aprecia en el equipo ese talante de seguridad, superioridad, confianza en sí mismo, indispensable para estar arriba en la clasificación. Parece rota la ecuación a más fortaleza de ánimo, a más inteligencia, más ganancia. El problema es casi aritmético, de contabilidad. Porque, a medida que se recorta el tiempo, disminuyen los márgenes de error y aumenta la tensión perniciosa. Todo sea sin embargo que, como en el llamado efecto mariposa (ese fenómeno que consiste en que de algo sin importancia, de una vulgar tontería, se acaba en un desbarajuste morrocotudo o en un éxito maravilloso, según sea negativo o positivo) una circunstancia impredecible y aparentemente menor produzca un proceso de éxito y entusiasmo que suba a todos a la gloria. Confiemos en que sea así. Ojalá.

12 de Marzo de 2007                      Mérida, 1; Real Jaén, 0


235. Mejor una ovación

Juan Miguel Hitos decide abandonar el protagonismo financiero y,
 aunque sigue con acciones del club, pasa la mayoría a Carlos Sánchez. 
La afición, triste por la pérdida de un proyecto ilusionante pero agradecida
 por el esfuerzo económico realizado, le despide puesta en pie.
Foto: Diario Jaén
         El partido del Real Jaén ayer ante el titular de Villanueva de la Serena, por su aparente facilidad y el enorme riesgo que encerraba, era un encuentro terriblemente peligroso, endemoniado. Cuando terminó la primera parte sin haber adquirido ventaja, algún aficionado un poco malandrín comentaba irónicamente que el retraso con el que se puso en marcha el marcador no había sido un buen augurio. Pero, al final, se ganó y durante la semana hay que celebrarlo. ¿De qué manera? Nuestros padres culturales, los romanos, tenían establecido un código de honores para cuando un líder militar conseguía un éxito sobre el enemigo. Sus responsables entendían que no todas las conquistas encerraban el mismo mérito o la misma dificultad, ni se obtenía de idéntica manera. En consecuencia había que graduar la ceremonia de la exaltación y de la gloria. Los responsables del protocolo valoraban cada circunstancia y le ofrecían al vencedor bien una ovación o bien un triunfo. En la primera, que era de rango inferior, el general entraba en la ciudad a caballo o a pie, coronado de mirto, rodeado de músicos y se sacrificaba a los dioses una oveja. En el triunfo, por el contrario, el jefe militar aparecía arrollador sobre un carro, la corona que se le colocaba era laurel, venía rodeado de sus tropas y el sacrificio que se hacía era de un buey. Pues eso. Si tuviéramos que evaluar el botín de ayer por el resultado, todo estupendo. Pero, en cuanto a la forma en que se desarrolló, la dificultad que arrastraba, y la manera escuálida en que se produjo,  habríamos de clasificarlo como de menor nivel porque, si bien es verdad que se perdieron muchas ocasiones de gol, a fin de cuentas se abrió el marcador en un resbalón inocente del portero. Cuando se esperaba una tarde espléndida, la cosa se apañó en una victoria humilde que, ante el calendario que espera en las próximas semanas, esperemos que haya sido accidental. Al fin y al cabo deja al equipo bastante bien situado pero con la servidumbre y el menester de grandes proezas ante el calendario que se espera en las próximas semanas. Confiando en que será así y de esa forma, podemos ir mientras tanto preparando un supertriunfo especial no con un buey sino con una hecatombe en que consistía en el sacrificio de cien bueyes. Y con mirto, laurel y muchas bandas de música. Una verdadera traca de final de liga con la que aún sueñan los aficionados.

19 de Marzo de 2007           Real Jaén, 2; Villanovense (Vva. de la Serena), 1


236. Se tocó el cielo

         ¡Hay que ver la cantidad de satisfacciones, y también de disgustos, que hoy día proporciona el fútbol y cómo incluso modifica parámetros tan serios y rigurosos como son la economía o las tendencias sociales! Esta actividad, al mismo tiempo tan sencilla –basta con hacer gol- y tan compleja por todo lo que acarrea, es capaz de originar en la gente intensas sensaciones individuales y colectivas. Los artículos y publicaciones sobre la repercusión y la influencia que el último campeonato del mundo produjo en el país donde se jugó son de lo más interesante: “el Mundial levanta la moral de Alemania”, rezaba un titular de la prensa. O éste otro: “El Gobierno devuelve al país su peso internacional y la confianza económica”. Y esa prosperidad y ventura viene únicamente por jugar; conseguir el título ya es el no va más. Altísima autoestima si se gana pero decepción y desesperanza total si se pierde. Escribía hace unos días en El País John Carlin que ha habido estudios médicos publicados “demostrando la correlación entre el estrés futbolero y el estrés corporal, la tensión en los partidos y la tensión arterial, resultados difíciles de digerir y problemas digestivos. Todo indica que en las grandes finales, por ejemplo, la incidencia de infartos es apreciablemente mayor entre los aficionados de los equipos perdedores que en los ganadores. Incluso se ven afectados los niveles relativos de testosterona”. Afortunadamente esta situación límite no la vivimos los seguidores del Real Jaén, que por lo general somos más prudentes, templados y juiciosos. No existe, que se sepa, ninguna estadística del SAS que haya informado de un aumento de suicidios al hilo del descenso de categoría, que es la mayor desgracia que puede acontecer a un aficionado. Pero eso no quita que no se lleven los seguidores sus malos ratos. Y también que se sumerjan en la suma felicidad, según los resultados del equipo. No es lo mismo volver de Marbella por la noche con la sensación de que ha merecido la pena el esfuerzo, felices y satisfechos cantando de alegría, que hacerlo con el rostro lánguido, la mirada perdida y el espíritu por los suelos. Ver la vida como una sonrisa que con un quejido, aunque sea por martinetes. Ayer con el valiosísimo triunfo se tocó el cielo. Esperemos que en las próximas semanas se confirme la máxima prosperidad, de momento con la liguilla de ascenso.

26 de Marzo de 2007                   Marbella, 0; Real Jaén, 2

FEBRERO 2007


229. De dinero y santidad…

Conocer las verdaderas intenciones por las que un empresario, se supone triunfador, se ofrece a invertir cientos de millones en una empresa en principio bastante ruinosa es un misterio impenetrable. Pero, más allá de esos propósitos cualesquiera que fuesen, la verdad es que se ofreció y se comprometió públicamente con toda la parafernalia un proyecto para el Real Jaén, a cinco años como mínimo y las máximas expectativas, que muy pronto ha empezado a tener grietas, graves goteras. Como una casa que se cae cuando aun no están puestos los cimientos o el coche de carreras que choca en la parrilla de salida. ¡Muy presto para empezar a dar tumbos con la primera copa! Quedan en la entidad unos cuantos asuntos económicos sin resolver, como la romería a que se ve obligado el equipo por no tener el campo satisfactorio de entrenamiento prometido o la deuda con la AFE, por citar algunos. Mas el problema gravísimo es la dificultad de cobro que tienen los profesionales, una situación que además de zaherir a los afectados, deteriora la imagen de la entidad, que ya empieza a ser citada como morosa en la prensa española. Quienes somos legos en el arte del negocio y en el del saber de la economía nos aturrullamos con algunas expresiones y frases de alto alcance técnico si bien es verdad que hay otras que se entienden un poco, como lo de financiar con déficit, que a fin de cuentas es entramparse, o tener músculo económico que viene a ser como gozar de poder económico. Lo de falta de liquidez, que es la causa aducida para el conflicto, suena un poco a como el que no tiene suelto porque ha dejado la cartera en casa. O al que se le ha olvidado la tarjeta para sacar dinero de la máquina, y le pide al compañero que le preste algo para salir de algún apuro. Una circunstancia que todos hemos vivido en alguna ocasión. Pero, cuando esta conducta empieza a repetirse más de la cuenta, es lógico que empiecen las sospechas. Es obvio que, aunque no desembolsara más dinero, siempre habría que reconocerle lo que ha sufragado hasta ahora pero tanta falta de liquidez, además de generar una terrible desconfianza y desesperanza, le está sonando al castizo como lo de aquella sentencia popular, que “de dinero y santidad, la mitad de la mitad”, dicho sea sin ánimo de ofender. Y, al final, la solución se vislumbra que viene de donde siempre. ¡La vida! (Y ¡vaya partido el de ayer!).

5 de febrero de 2007            Écija, 3; Real Jaén, 3

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230. Científicamente

Imágenes como ésta con pleno de aficionados
 y la compañía de una peña son una fuente 
de estímulo muy grato.  Foto: Diario Jaén
Mucha gente sabe que Albert Camus, el importante escritor francés de novelas como “La peste” o “El extranjero”, premio Nobel de Literatura, era un entusiasta del fútbol, del que escribió en más de una oportunidad y, además, lo practicaba. Lo malo para él es que jugó en un par de equipos de los que contaba que “perdían partidos que científicamente deberían haber ganado”, jugando con la palabra ciencia un poco en broma, un poco en serio. Como puede suponerse, lo que en realidad quería decir es que se les escapaban resultados que tenían que haber sido victorias, ¡vamos, que salían derrotados cuando tenían, como decimos familiarmente, todas las de ganar! Y un poco así era la situación antes y en el partido que ayer tenía que jugar el Real Jaén. Aplicando los baremos convencionales que hacen más favorito a un equipo sobre otro, como el lugar de la clasificación en la liga (que es la consecuencia de todos los resultados conseguidos), considerando como una ventaja natural el jugar en casa (sobre todo después de la marcha victoriosa que lleva el equipo en La Victoria) y hasta citando la opinión de algún jugador del equipo contrario ("el Jaén tiene un equipazo; vas mirando jugador por jugador y son muy buenos"), se podía entender que “científicamente” el Real Jaén tenía que ganar al Villanueva de Córdoba. Precisamente una de las características que tiene la ciencia es que, cuando es rigurosa, o sea es realmente ciencia, permite pronosticar y anticipar lo que va a pasar. Cuando se consigue demostrar que si se da una causa, se va a producir necesariamente una consecuencia o un efecto, podemos anticipar con seguridad de acertar que va a ocurrir lo que está previsto. Puestas las condiciones de los equipos contendientes en el partido de ayer y, siguiendo la broma de Camus, podía decirse que científicamente era seguro que el Real Jaén ganaría al Villanueva. Pues sin embargo no ocurrió así, y lo de acreditado y cierto quedó en entredicho. ¿Por qué? La explicación es muy sencilla: la suma de causas nunca es completa porque en un encuentro influyen tantos factores (desde el viento hasta el dolor de cabeza o la grave preocupación de algún protagonista) que es imposible asegurar con certeza qué va a ocurrir. Por eso este juego de sí o no tiene su encanto, aunque ayer perjudicara a nuestro equipo. Ya habrá otra oportunidad.

12 de Febrero de 2007              Real Jaén, 0; Villanueva de Córdoba, 0


231. Autoridad y poder

         En la vida hay veces en las que se acumulan un montón de lo que podríamos llamar pequeñas desgracias que, sin hacernos gravemente menesterosos, nos fastidian más de la cuenta y nos dejan un sabor amargo. Es como eso de llevar chinitas en el zapato o que a uno le invadan los mosquitos, que por supuesto no llevan peligro de muerte pero mortifican y desagradan un rato. Pues algo así le ha estado pasando estas últimas semanas al Real Jaén en el plano deportivo, porque de lo otro ya está dicho todo lo que hay que decir. Pero en el ámbito competitivo sí que ha habido algo de esos picores que molestan pero no matan y le han cortado un poco el cuerpo. El ejemplo más visible es la actuación del árbitro en el partido del sábado. Y no ya porque le perjudicara ostensiblemente, que al final viene a ser lo de menos y tan lamentable e injusto hubiese sido al contrario, sino porque fue un modelo patente de cómo puede destrozarse un partido por exceso de poder y falta de autoridad. La actuación del árbitro manifestó claramente su desconocimiento de la distinción entre los factores ponderables y los imponderables de cualquier actividad social. Los primeros son objetivos, que no cabe interpretar más que en un solo sentido: la distancia de una barrera ante una falta o las dimensiones del terreno de juego no son opinables. O están dentro de lo legislado o no lo están. Pero los coeficientes imponderables son aquellos que sólo valen subjetivamente, que exigen ser interpretados: el nivel de violencia de una entrada o las maniobras dilatorias para perder tiempo, son fenómenos cualitativos y no cuantitativos. Y aquí en este terreno es donde falló estrepitosamente el árbitro. Si aceptamos aquella antigua y conocida distinción que hacían los romanos entre autoridad y poder, hay que dejar claro que su actuación fue la propia de quien no se siente seguro de la primera y tiene que echar mano del poder que le proporcionan los reglamentos. Su proceder de un continuo y absurdo ¡ojo, que aquí mando yo!, mezclando el concepto de tarjeta con el de falta, sólo sirvió para destrozar el fútbol. Una cosa es una equivocación precisa en una jugada y otra el estilo, formalmente altanero, de quien actúa carente de preeminencia y condición, justo en un partido que se caracterizó por la cortesía y la buena educación de sus protagonistas. Actuaciones así no deberían permitirse.

19 de Febrero de 2007                  Portuense, 1; Real Jaén, 1


232. La ley de la gravedad

¡A ver qué remedio queda y qué es lo que se puede hacer! Son las leyes físicas que rigen el mundo y contra ellas hay escasas, o nulas, posibilidades de maniobra. Resulta que por todas las circunstancias que se movían en torno al partido de ayer, incluyendo la admirable y portentosa buena imagen que el Cartagena había dejado en la visita a La Victoria, el Real Jaén sufría una muy dura y sombría amenaza a cuenta de la ley de la gravedad, esa manera que tiene la Naturaleza de comportarse haciendo que las cosas caigan y vaya para abajo, en lugar de hacerlo hacia arriba. De acuerdo con ese código, los objetos y las personas, salvo que algo lo impida, tienden naturalmente a desplazarse desde lo alto a lo bajo, descienden y no ascienden. Y como una consecuencia derivada de ello es la regla general de la vida, que se confirma a cada instante, de que se va para abajo mucho más rápido que para arriba, vamos que es más fácil caerse que subir hasta el cielo. Y eso es lo que está padeciendo el Real Jaén desde hace no demasiado tiempo. ¡Con lo que le costó ir remontando escalones hasta llegar a los puestos de la gloria y privilegio en la clasificación! Pasaron semanas y semanas, que parecían eternas, en ese duro y difícil proceso. Jornadas hubo en las que, a pesar de haber ganado el partido de turno, el equipo continuaba clasificado en el mismo puesto. ¡Con lo abrupto, fatigoso y duro que resultó! Pues ahora, como de golpe, da la impresión de que se ha perdido casi todo el tesoro. Aunque objetivamente no sea así ni resulte necesario andar llorando por las esquinas la tragedia inevitable de que ya poco queda por hacer, porque en realidad hay mucha esperanza todavía, da la impresión, sobre todo después del desconsuelo del partido de ayer, de que se ha dilapidado la fortuna acumulada. El primer traspié de este último ciclo aconteció en Écija pero las particularidades del partido tranquilizaron todas las conciencias futbolísticas de unos y de otros, de todos. Sin embargo desde esa tarde todo ha sido un sometimiento pleno a la ley de la gravedad: bajar y bajar, tropezones y caída. ¿Qué ha ocurrido para llegar hasta aquí? Ahora resulta imprescindible la calma para averiguar las causas y resultarían imprudentes los análisis a la ligera. En todo caso, podemos recordar aquella llamada de angustia del poeta Juan Ramón Jiménez cuando reclamaba: inteligencia, dame el nombre exacto de las cosas.

26 de Febrero de 2007                   Cartagena, 3; Real Jaén, 0

ENERO 2007


225. Alcanzar la gloria (I)

El entrenador Vinyals ha dirigido al Real Jaén durante 
la temporada 2006-2007  Foto: Diario Jaén
Hace unos días Vinyals manifestaba a José Eugenio Lara su temor de que, dada la juventud y por tanto la carencia de sosiego de la actual plantilla del Real Jaén (algo que entendía que da “el tiempo y los partidos”), “estar entre los cuatro primeros crearía una euforia que no sé si sería positiva por esa falta de madurez”. Es ésta a primera vista una observación sicológica que parece atinada, sensata y llena de sentido común, una indicación realista con la que casi todo el mundo que sea capaz de ver las cosas con serenidad puede estar de acuerdo: no interesa a nadie ahora cuando las cosas van bien, digamos, morir de éxito. No conviene olvidar que esta situación, tan deseada por tanta gente, es con mucha más frecuencia de lo que a primera vista pudiera parecer una pesada carga que a muchos pone nerviosos, a otros inquieta y a algunos simplemente asusta. Por sorprendentes mecanismos sicológicos que dirigen nuestro comportamiento, el brillo y la gloria en algunas circunstancias son más un problema que una solución. La historia está llena de sucedidos en los que el triunfador no tiene la capacidad de asumir el esplendor y ha acabado en el precipicio de la desesperación y la derrota. El más famoso de los tratadistas sobre la guerra, Karl von Clausewitz, define el punto culminante de la victoria como “aquel en el que una ofensiva con éxito comienza a tener demasiadas pérdidas…, el tema”, dice, “está en saber cuándo debe detenerse la guerra sin poner en peligro los éxitos alcanzados”. Y algo así, se teme el entrenador, le puede ocurrir a nuestro equipo si entra ya mismo en el grupo de los cuatro privilegiados de la clasificación, en lugar de hacerlo a final de temporada que es cuando en realidad interesa de verdad. Pero sin embargo, más allá de esa visión, el pensamiento que el entrenador ha apuntado encierra, puede que sin pretenderlo, todo un tratado de filosofía, un discurso del más alto interés que, como todo sistema, arrastra su contraluz de mucha enjundia: si efectivamente el éxito de estar entre los cuatro primeros va a asustar al personal ¿qué hará el equipo, dejarse perder para evitar el vértigo del éxito? ¿Significa todo esto que debemos pedir a los dioses que sean propicios y no permitan más triunfos que aquellos que los jugadores sean capaces de asimilar o asumir? ¿Habrá que lamentar el tranquilo triunfo de ayer...? Veremos el balance de la primera vuelta.

8 de Enero de 2007               Real Jaén, 2; Ceuta, 0


226. Alcanzar la gloria (y II)

La etapa deportiva que vive el equipo, junto con las prudentes observaciones que hace una y otra vez el técnico sobre los perjuicios sicológicos que puede acarrear esta bonanza, ponen de manifiesto una grave contradicción teórica y práctica. Porque ya es mala pata que, después de los años que llevamos metidos en la vulgaridad, ahora, cuando el horizonte señala minutos de grandeza, tengamos el problema de los nuevos ricos. El caso es que para alegría y general satisfacción de todos los seguidores del Real Jaén, el equipo termina la primera vuelta de la Liga en una posición estupenda. Y, sobre todo, acorde a los propósitos que al principio se habían propuesto el club y los aficionados. Pero esta holgada circunstancia se ve entorpecida por la escasa madurez que, según opina Vinyals, tiene el equipo para asumir responsabilidades de alto nivel, lo que le lleva a desear que de momento no alcance el cuarto puesto de la clasificación. Y aquí está la paradoja de cómo va a resolver el equipo en el terreno de juego el esfuerzo por ganar, al tiempo que el propósito de no conseguir puesto de liguilla. Desde luego que vale aquello del inocente, que en mi pueblo los corredores al final, pero también es de interés lo que le decía Sancho a su mujer -cuando ésta recelaba de que su hija, una vez nombrado gobernador, podría casarse con alguien importante- que siempre he oído decir a mis mayores que el que no sabe gozar de la ventura cuando le viene, no se debe quejar si se le pasa. Así que habrá que tener ojo no se nos vaya el capricho del azar. Tal vez se pueda resolver este lío si en lo sucesivo se incluye dentro del entrenamiento una teórica y una práctica sicológica para este fin. Como, por ejemplo, hacían los romanos con las conocidas como Fiestas del triunfo que incluían en su ritual litúrgico la presencia de un esclavo que, vestido con el traje etrusco de los antiguos reyes de Roma, detrás del vencedor le decía en voz alta una y otra vez: "recuerda que eres un hombre", al tiempo que los soldados cantaban canciones burlescas referidas a su general, que lo rebajaban a una escala humana absolutamente corriente. Claro que a lo mejor lo que quiere decir Vinyals, como ha matizado, es que el equipo no está maduro, no para mantenerse entre los primeros sino para alcanzar los puestos de liguilla. Y entonces de acuerdo, porque hay que saber jugar en todos los campos. Visto el partido de ayer.

15 de enero de 2007            Cerro Reyes (Badajoz), 3; Real Jaén, 1


227. Imagen y dineros

         Y así luego pasa lo que pasa. Que pagan justos por pecadores, y las condiciones de unos pocos se atribuyen a los más, olvidando la advertencia que hace el sabio de Gracián de que no debemos engañarnos sobre la condición de las personas, que es el peor y más fácil engaño. Todo el mundo conoce las manifestaciones que aderezó a un grupo de universitarios el presidente actual del Real Madrid, en las que sus jugadores (y se puede creer que, por extensión, los que forman parte de la élite) no salían muy bien parados: inmersos en un divismo excesivo, excepcionalmente acomodados a toda clase de ventajas y bulas en sus ingresos económicos, y por lo general sin cultura ni formación. Pero lo más significativo de este expresivo incidente no han sido ya las opiniones del dirigente madridista sino que, en más de una encuesta de esas que llevan a cabo los periódicos, la mitad de los votantes, unos cuantos miles, manifestaban estar del todo de acuerdo con las referidas valoraciones. Es decir, los mismos seguidores de los equipos, que de alguna manera generan esas condiciones de vida para los privilegiados, son conscientes a su vez del exceso que provocan. Mientras tanto la otra cara de la moneda la tenemos entre nosotros, a la puerta de casa, en nuestra propia tierra. Para los jugadores del Real Jaén pintan bastos en lo que es el primer nivel de exigencia que tiene todo empleado por cuenta ajena: cobrar el salario por el trabajo realizado. La imagen de personajes favorecidos, que no sólo no pagan sino que cobran por consumir, que ofrecen los jugadores que están arriba, choca de manera hiriente y sarcástica con la de quienes andan con dificultades en otras categorías. Y es razonable y legítimo imaginar que ya empiecen a peder la confianza en el mayor accionista porque no es la primera vez que acontece tal desarreglo. Incluso, dadas las carencias económicas que no dejan de asomar, también muchos aficionados empiezan a ver grietas peligrosas en lo que parecía un proyecto sólido a cinco años vista. Mientras, ayer el equipo recorrió un buen trecho hacia los puestos de privilegio y es de esperar que ese estupendo tono de esplendor, triunfo y brillo anime de una vez por todas a la gente, se produzca un clima de entusiasmo colectivo, aumenten los ingresos, y gratifique emocionalmente por fin a quienes han salvado a la institución de su final. Amén.
  
22 de Enero de 2007            Granada, 1; Real Jaén, 2


228. Lo que costó

         Y lo que está costando. Lo que costó al Real Jaén ganar al último clasificado de la división y lo que está costando entrar de una manera definitiva entre los privilegiados lugares de liguilla. Como se ha dicho tantas veces, dos son los factores fundamentales que se necesitan para alcanzar algún objetivo: el esfuerzo humano y unas condiciones suficientes que no impidan esa voluntad y esa decisión. El partido de ayer domingo suponía un ejemplo claro de cómo el éxito viene cuando aparecen ambos requisitos, que era lo que esperaban todos los aficionados al Real Jaén. Lo del empuje en los profesionales, como se decía en la mili, se daba por supuesto y además así ocurrió. Nada que objetar al esfuerzo que hicieron los jugadores en el campo, con mayor o menor éxito, que eso es otra cosa. Pero en cuanto a las posibilidades objetivas del mismo lo más significativo es que confluían, por azar, dos circunstancias relacionadas entre sí, que hacían singular y curioso el encuentro. La primera era que, después de mucho tiempo, el Real Jaén, ganando, tenía la posibilidad matemática de alcanzar puestos de liguilla cuando menos aunque fuese empatado en el quinto lugar. La segunda condición, que el rival que se presentaba en el campo de la Victoria (donde ahora además la trayectoria del equipo es magnífica) en principio, por lo que hasta el presente ha hecho en la liga, era el más asequible con el que se podía encontrar. Por las razones que sean, que a nosotros no nos incumben, el Málaga B ofrecía, y ofrece, un muy escaso rendimiento deportivo, lo que favorecía considerablemente las posibilidades para los nuestros. No se trataba desde luego de recordar aquello de que así se las ponían a Fernando VII, que tampoco hay que exagerar y ya se vio en el encuentro, porque, como era de esperar, los malagueños, jóvenes con ansias de mejorar y situarse bien en la profesión, se sabía que iban a poner todas su dificultades. Pero no se podía negar sensatamente que resultaba de antemano, como dicen los economistas, una coyuntura sumamente favorable, un valor añadido, para llegar por fin a estar entre los elegidos. A ese tipo de coincidencia le llaman los filósofos azar eventual. Y así ocurrió. Aunque muy por los pelos, también como en la mili, hay que recordar aquello de “sin novedad, mi capitán”. Es decir, lo previsto.

29 de Enero de 2007      Real Jaén, 1; Málaga B, 0