Éste no es un libro de fútbol ni, aunque lo parezca, pretende serlo. Si acaso, es un libro de emociones y sentimientos en torno al Real Jaén y por tanto en torno al fútbol. A lo mejor eso es lo que, sin buscarlo pero sin rechazarlo, ha salido. Pero ese resultado no estaba en la agenda de cada semana, que es el material de que está hecho, y su ficha no debe catalogarse en la sección futbolera porque para ese viaje necesitaría otras alforjas y otras talegas.
Hace
muchos años jugué un partido –naturalmente primero y único- en el antiguo La
Victoria: los alumnos de Preuniversitario del Instituto de Enseñanzas Medias
“Virgen del Carmen” con los del mismo curso de los Maristas. La verdad es que
casi se me han olvidado las circunstancias pero me parece que fue por una buena
causa, en fechas cercanas a las Navidades y creo que ganamos nosotros por 1 a 0 aunque no me jugaría ni
un céntimo por mantener que ese fue el resultado. En todo caso, si ello fue
así, se debió a que nosotros disponíamos de un compañero que jugaba en el Real
Jaén y del que lamento no recordar el nombre, quizá Juárez... Tal vez sería el
primer sorprendido al saber que tengo presentes, y lo hago con frecuencia futbolera,
dos advertencias suyas. La primera fue que, al sacar de centro al comienzo del
encuentro, el encargado de hacerlo retrasó el balón a un colega sin que hubiese
traspasado la línea media del campo, lo
que invalidaba la jugada, un dato técnico que entonces algunos desconocíamos.
La segunda tuvo que ver con la estrategia: se colocó en el centro de nuestro
equipo (entonces jugábamos el clásico 1-3-2-5) y a uno le dijo: tú, medio
volante ofensivo, y a otro, tú lo mismo, medio volante pero defensivo. Muchas
veces he pensado que estos dos principios –la trayectoria natural y obligada
del balón es ir hacia delante por encima de todo, y la tarea complementaria de
los medios volantes- condensan todo el saber futbolístico y son las reglas
originarias y básicas del fútbol, sus razones seminales, que decían los
filósofos griegos; que lo demás, como se apunta en ajedrez, son variantes de
una misma sinfonía o un corolario de esas dos leyes. Pero éste es un debate que
no cabe en este libro y por eso no es de fútbol, aunque a primera vista pueda
dar esa impresión.
Otra cosa son los artículos semanales.
Que tampoco lo son del todo pero éstos sí están más contagiados de esa
doctrina. Aunque el virus técnico-futbolero que les infecta viene más cargado
de afectividad que de lógica, sí que hay un cierto enganche racional en lo que
se cuenta. ¡Claro que a lo mejor es una forma de remediar y calmar los
disgustos! Dice Jorge Valdano (ese autor del que por su capacidad de sugestión
es imposible liberarse si uno se ocupa en estos menesteres) que “el equipo es un
estado de ánimo” y viendo las cosas de este modo, sí que el resuello de cada
semana es fútbol es estado puro. ¡Cuántas veces he acudido
al estadio con el artículo en la mente o, incluso, medio escrito en algunas
notas describiendo nuestro triunfo soñado o, cuando menos, un empate
terapéutico y luego la prosa de la vida en la palabra de Sancho me ha dicho
“¿No le decía señor don Quijote, que se volviese, que los que iba a acometer no
eran ejércitos sino manadas de carneros?”! Y aunque hay quien ha asegurado que
“la literatura es ese refugio en el que uno puede transformar por fin en gol un
penalti fallado mucho tiempo atrás”, la verdad es que más tardes de domingo de
las deseadas tuve que andar deprisa y corriendo, antes de que cerraran la
edición, buscando excusas más o menos técnicas, reales o fingidas, para
explicar el disgusto sobrevenido ese día o los cambios de humor semanales.
Pero
el fútbol es ya un sistema de globalidad al que nada se resiste y ello permite
dejar el corporativismo ideológico a un lado y analizar su entorno como un ente
separado de lo del carril derecho, el media punta o el pivote. Y es justo el
lugar en el que hace falta más gente que hable de fútbol sin citarlo y pueda
descubrir, entre otras cosas del máximo interés social y deportivo, mediante la distinción
de función manifiesta y latente, que “la conducta en apariencia irracional es
positivamente funcional porque refuerza la identidad del grupo al entregarse a
una actividad común”, en palabras del sociólogo Robert K. Merton. Se precisan
más reflexiones para horadar el comportamiento colectivo futbolero y utilizar
la serendipity, ese anglicismo que se ha puesto de moda y que designa el
descubrimiento, por casualidad o por sagacidad, de resultados válidos que se
buscaban. Vistas así las cosas, esto sí es también fútbol.
Tampoco es este libro una historia del
Real Jaén, ni siquiera de los últimos años, aunque bien es verdad que en una
lectura cronológica continuada se pueden apreciar las dos señas de identidad
que han caracterizado este período. Por una parte, la escasa brillantez
deportiva que ha arrastrado el equipo y las módicas y limitadas satisfacciones
que se ha proporcionado a sí mismo y ha dispensado a sus seguidores. Por otra y
como gozoso contrapunto, la solidez institucional del proyecto que inició
Carlos Sánchez con sus colaboradores y
que no sólo salvó al club de su desaparición sino que, a pesar de las
dificultades financieras que parece viene sufriendo, le ha consolidado institucionalmente.
El contenido del libro son los
doscientos cincuenta y siete primeros artículos que han aparecido en la última
página del suplemento deportivo de Diario JAÉN. Doscientos cincuenta y siete
lunes, sin faltar uno, de lo que al principio se llamaba Opinión / Grada
Pública, luego quedó únicamente con Grada Pública y ahora en estos momentos no
tiene denominación específica. En estos cinco años ha cambiado de presentación
y, con algunas vacilaciones propias de ensayo y error, ha ido aumentando en
extensión y número de caracteres. Desde hace algo más de un año el trabajo
incluye un comentario escueto de dos noticias, que no se han incluido en la
publicación.
Corregidos algunos errores materiales
(las famosas erratas de toda la vida) los textos se publican tal como se
escribieron, con la espontaneidad y la prisa de un medio periodístico, con el
pellizco en el corazón del momento deportivo y al margen de la opinión que una
lectura actual pueda producir. Un único desajuste se da entre ambos medios que
quienes han escrito con alguna regularidad en la prensa conocen muy bien: la
lógica dependencia que se tiene con la noticia que es la que marca las reglas
de juego. Si acontece algo memorable, han de modificarse los contenidos ya
previstos. Eso de cortar, sustituir, etc. es algo que a veces ocurre. En estos
casos he mantenido en el libro el texto completo originario. (Y también ha sido
así en los momentos en los que el dictado por teléfono tuvo que suplir el
correo electrónico averiado, o hubo que ir a marchas forzadas tras un partido
del Real Jaén, jugara donde se jugara y a la hora en que se jugara: en ambas
circunstancias y en otras de similar cariz me ha parecido preferible, incluso
en detrimento del rigor libresco y la buena redacción deseables y exigidos,
dejar la espontaneidad y el desajuste del momento tal como se produjo).
La gestión del libro parece clara.
Cuando no hay resultado de partido es porque andan de vacaciones los
profesionales, bien por verano o por ser Navidad. Indico la circunstancia de
algunos artículos sólo cuando parece imprescindible para entender su sentido y
tenor. En cuanto a las citas de referencia, siempre señalo el título del libro
y la editorial que lo ha publicado. Únicamente en los autores clásicos, de los
que disponemos de diferentes iniciativas comerciales, se suprime ésta.
Los artículos fueron posibles porque el
director de Diario Jaén, Juan Espejo, aceptó mi propuesta, no se si un poco por
ver qué pasaba pero desde luego jugándosela y con riesgo más que razonable: a
él debe llegarle por tanto mi primer y entero agradecimiento. Después, en la
misma Casa, porque no hubieran sido posibles sin su generosa asistencia, a José
Eugenio Lara, Gilberto Moreno y José Ramón Casado: cada uno, desde el diverso
nivel de responsabilidad profesional que ostenta en el periódico, ha resultado
imprescindible para esta aventura, cuya pervivencia y solidez yo mismo
desconocía, y ellos han fortalecido. Es de pensar que los lectores acaban
siendo en verdad quienes posibilitan que este proyecto aun se mantenga y a
ellos les miro con gratitud.
Y el libro, al que dan lustre las tres
firmas notables que encierra, está en la calle gracias a la Diputación
Provincial.
La otra pata de la mesa que sostiene el
invento es el esfuerzo indispensable de la familia, acomodando sus tardes de domingo
a que el ordenador esté a punto y el correo electrónico no falle más de lo
razonable. Sin ese cuidado cariñoso y entrañable, incluidas las sobrinas,
tampoco hubieran podido salir estos artículos.
Por último quiero proceder con una
dedicatoria especial a tres amigos y compañeros que han sufrido un trato
profesional vejatorio, más que en el fondo en la forma, que es lo que
especialmente molesta por innecesario e inútil. Antonio Higueruelo, Felipe
García y Antonio Tornero conocen mi solidaridad con ellos.
“Soy hombre que ando
caminos / por estas tierras que quiero,
/ aquí está escrito mi sino / porque sé que aquí me muero” dice la letra
flamenca. Y es en estos versos donde se resume lo que dice el lamento, alegre a
pesar de todo, de este sencillo y espontáneo trabajo.