Libro temporadas 2002-2007


          Éste no es un libro de fútbol ni, aunque lo parezca, pretende serlo. Si acaso, es un libro de emociones y sentimientos en torno al Real Jaén y por tanto en torno al fútbol. A lo mejor eso es lo que, sin buscarlo pero sin rechazarlo, ha salido. Pero ese resultado no estaba en la agenda de cada semana, que es el material de que está hecho, y su ficha no debe catalogarse en la sección futbolera porque para ese viaje necesitaría otras alforjas y otras talegas.
      Hace muchos años jugué un partido –naturalmente primero y único- en el antiguo La Victoria: los alumnos de Preuniversitario del Instituto de Enseñanzas Medias “Virgen del Carmen” con los del mismo curso de los Maristas. La verdad es que casi se me han olvidado las circunstancias pero me parece que fue por una buena causa, en fechas cercanas a las Navidades y creo que ganamos nosotros por 1 a 0 aunque no me jugaría ni un céntimo por mantener que ese fue el resultado. En todo caso, si ello fue así, se debió a que nosotros disponíamos de un compañero que jugaba en el Real Jaén y del que lamento no recordar el nombre, quizá Juárez... Tal vez sería el primer sorprendido al saber que tengo presentes, y lo hago con frecuencia futbolera, dos advertencias suyas. La primera fue que, al sacar de centro al comienzo del encuentro, el encargado de hacerlo retrasó el balón a un colega sin que hubiese traspasado la línea  media del campo, lo que invalidaba la jugada, un dato técnico que entonces algunos desconocíamos. La segunda tuvo que ver con la estrategia: se colocó en el centro de nuestro equipo (entonces jugábamos el clásico 1-3-2-5) y a uno le dijo: tú, medio volante ofensivo, y a otro, tú lo mismo, medio volante pero defensivo. Muchas veces he pensado que estos dos principios –la trayectoria natural y obligada del balón es ir hacia delante por encima de todo, y la tarea complementaria de los medios volantes- condensan todo el saber futbolístico y son las reglas originarias y básicas del fútbol, sus razones seminales, que decían los filósofos griegos; que lo demás, como se apunta en ajedrez, son variantes de una misma sinfonía o un corolario de esas dos leyes. Pero éste es un debate que no cabe en este libro y por eso no es de fútbol, aunque a primera vista pueda dar esa impresión. 
         Otra cosa son los artículos semanales. Que tampoco lo son del todo pero éstos sí están más contagiados de esa doctrina. Aunque el virus técnico-futbolero que les infecta viene más cargado de afectividad que de lógica, sí que hay un cierto enganche racional en lo que se cuenta. ¡Claro que a lo mejor es una forma de remediar y calmar los disgustos! Dice Jorge Valdano (ese autor del que por su capacidad de sugestión es imposible liberarse si uno se ocupa en estos menesteres) que “el equipo es un estado de ánimo” y viendo las cosas de este modo, sí que el resuello de cada semana es fútbol es estado puro. ¡Cuántas veces he acudido al estadio con el artículo en la mente o, incluso, medio escrito en algunas notas describiendo nuestro triunfo soñado o, cuando menos, un empate terapéutico y luego la prosa de la vida en la palabra de Sancho me ha dicho “¿No le decía señor don Quijote, que se volviese, que los que iba a acometer no eran ejércitos sino manadas de carneros?”! Y aunque hay quien ha asegurado que “la literatura es ese refugio en el que uno puede transformar por fin en gol un penalti fallado mucho tiempo atrás”, la verdad es que más tardes de domingo de las deseadas tuve que andar deprisa y corriendo, antes de que cerraran la edición, buscando excusas más o menos técnicas, reales o fingidas, para explicar el disgusto sobrevenido ese día o los cambios de humor semanales.
         Pero el fútbol es ya un sistema de globalidad al que nada se resiste y ello permite dejar el corporativismo ideológico a un lado y analizar su entorno como un ente separado de lo del carril derecho, el media punta o el pivote. Y es justo el lugar en el que hace falta más gente que hable de fútbol sin citarlo y pueda descubrir, entre otras cosas del máximo interés social y deportivo, mediante la distinción de función manifiesta y latente, que “la conducta en apariencia irracional es positivamente funcional porque refuerza la identidad del grupo al entregarse a una actividad común”, en palabras del sociólogo Robert K. Merton. Se precisan más reflexiones para horadar el comportamiento colectivo futbolero y utilizar la serendipity, ese anglicismo que se ha puesto de moda y que designa el descubrimiento, por casualidad o por sagacidad, de resultados válidos que se buscaban. Vistas así las cosas, esto sí es también fútbol.
         Tampoco es este libro una historia del Real Jaén, ni siquiera de los últimos años, aunque bien es verdad que en una lectura cronológica continuada se pueden apreciar las dos señas de identidad que han caracterizado este período. Por una parte, la escasa brillantez deportiva que ha arrastrado el equipo y las módicas y limitadas satisfacciones que se ha proporcionado a sí mismo y ha dispensado a sus seguidores. Por otra y como gozoso contrapunto, la solidez institucional del proyecto que inició Carlos Sánchez  con sus colaboradores y que no sólo salvó al club de su desaparición sino que, a pesar de las dificultades financieras que parece viene sufriendo, le ha consolidado institucionalmente.
         El contenido del libro son los doscientos cincuenta y siete primeros artículos que han aparecido en la última página del suplemento deportivo de Diario JAÉN. Doscientos cincuenta y siete lunes, sin faltar uno, de lo que al principio se llamaba Opinión / Grada Pública, luego quedó únicamente con Grada Pública y ahora en estos momentos no tiene denominación específica. En estos cinco años ha cambiado de presentación y, con algunas vacilaciones propias de ensayo y error, ha ido aumentando en extensión y número de caracteres. Desde hace algo más de un año el trabajo incluye un comentario escueto de dos noticias, que no se han incluido en la publicación.
         Corregidos algunos errores materiales (las famosas erratas de toda la vida) los textos se publican tal como se escribieron, con la espontaneidad y la prisa de un medio periodístico, con el pellizco en el corazón del momento deportivo y al margen de la opinión que una lectura actual pueda producir. Un único desajuste se da entre ambos medios que quienes han escrito con alguna regularidad en la prensa conocen muy bien: la lógica dependencia que se tiene con la noticia que es la que marca las reglas de juego. Si acontece algo memorable, han de modificarse los contenidos ya previstos. Eso de cortar, sustituir, etc. es algo que a veces ocurre. En estos casos he mantenido en el libro el texto completo originario. (Y también ha sido así en los momentos en los que el dictado por teléfono tuvo que suplir el correo electrónico averiado, o hubo que ir a marchas forzadas tras un partido del Real Jaén, jugara donde se jugara y a la hora en que se jugara: en ambas circunstancias y en otras de similar cariz me ha parecido preferible, incluso en detrimento del rigor libresco y la buena redacción deseables y exigidos, dejar la espontaneidad y el desajuste del momento tal como se produjo).
         La gestión del libro parece clara. Cuando no hay resultado de partido es porque andan de vacaciones los profesionales, bien por verano o por ser Navidad. Indico la circunstancia de algunos artículos sólo cuando parece imprescindible para entender su sentido y tenor. En cuanto a las citas de referencia, siempre señalo el título del libro y la editorial que lo ha publicado. Únicamente en los autores clásicos, de los que disponemos de diferentes iniciativas comerciales, se suprime ésta.
         Los artículos fueron posibles porque el director de Diario Jaén, Juan Espejo, aceptó mi propuesta, no se si un poco por ver qué pasaba pero desde luego jugándosela y con riesgo más que razonable: a él debe llegarle por tanto mi primer y entero agradecimiento. Después, en la misma Casa, porque no hubieran sido posibles sin su generosa asistencia, a José Eugenio Lara, Gilberto Moreno y José Ramón Casado: cada uno, desde el diverso nivel de responsabilidad profesional que ostenta en el periódico, ha resultado imprescindible para esta aventura, cuya pervivencia y solidez yo mismo desconocía, y ellos han fortalecido. Es de pensar que los lectores acaban siendo en verdad quienes posibilitan que este proyecto aun se mantenga y a ellos les miro con gratitud.
         Y el libro, al que dan lustre las tres firmas notables que encierra, está en la calle gracias a la Diputación Provincial.
         La otra pata de la mesa que sostiene el invento es el esfuerzo indispensable de la familia, acomodando sus tardes de domingo a que el ordenador esté a punto y el correo electrónico no falle más de lo razonable. Sin ese cuidado cariñoso y entrañable, incluidas las sobrinas, tampoco hubieran podido salir estos artículos.
         Por último quiero proceder con una dedicatoria especial a tres amigos y compañeros que han sufrido un trato profesional vejatorio, más que en el fondo en la forma, que es lo que especialmente molesta por innecesario e inútil. Antonio Higueruelo, Felipe García y Antonio Tornero conocen mi solidaridad con ellos.
         “Soy hombre que ando caminos / por estas tierras que quiero,  / aquí está escrito mi sino / porque sé que aquí me muero” dice la letra flamenca. Y es en estos versos donde se resume lo que dice el lamento, alegre a pesar de todo, de este sencillo y espontáneo trabajo.