135. Un dulce despertar
El defensa giennense Nandi sufrió una llamativa lesión
que
preocupó a los espectadores pero que,
afortunadamente, no tuvo consecuencias.
Foto: Diario Jaén |
4
de Abril de 2005. Real Jaén, 1;
Melilla, 0
136. Miguel López García
No
había madrugado demasiado pero quería salir con tiempo de aprovechar el viaje a
Tomelloso como un día de excursión. Había decidido viajar en su coche a pesar
de la buena oferta de autobuses para la ocasión, una alternativa que también
tenía sus encantos. Al llegar al campo se sorprendió de la extraordinaria
respuesta de la afición que alcanzaba prácticamente la mitad de los
espectadores, lo que le pareció percibir que estaba en su casa: de los en torno
a algo más de mil aficionados que, según el taquillero, había en el campo, un
40 ó 45 por ciento venían de Jaén. Después, cantos (incluido un conato de
tarareo del himno de N. P. Jesús), vibraciones y hasta una liturgia de
papelitos y ceremonias de apoyo al equipo. Mientras, las cosas en el terreno de
juego no iban bien, sin que se pudiera entender cómo los seres humanos somos
capaces de resolver jugadas difíciles y no acertar en otras que, al menos,
aparentan mayor facilidad. La esperanza sin embargo en ningún momento se
perdía. En la grada, junto a una fea petición de los jóvenes que sin duda
evitarán otra vez, se palpaba una cierta tensión, unas veces menos controlada
que otras, especialmente mediada la segunda parte. Pero al final del partido
todos amigos y ni un mal gesto a nadie. Sólo el disgusto interior, el malhumor
inevitable y el recuerdo torturante de aquella oportunidad perdida.
No
es ésta la historia literal de Miguel López García pero sí que seguramente se
aproxima lo suficiente como para que pueda servir de ejemplo de un gienense
dispuesto a seguir al Real Jaén, aunque las posibilidades de liguilla se van
esfumando, pero siendo todos conscientes de que ha empezado una nueva etapa que
sin duda acabará cuajando no demasiado tarde. La coda vino después. Un
fervoroso seguidor del Tomelloso, que no había podido asistir al partido,
preguntó con inquietud ya en la calle si habíamos ganado al Jaén. No, hemos
empatado a cero, le respondí, sin ganas de aclarar nada más. ¡Qué mala pata de
resultado! exclamó muy desilusionado. ¡Qué mala pata!, le contesté. Lo que
demuestra la razón que tenía Alicia cuando decía que las palabras significan lo
que quiere el que las dice.
11
de Abril de 2005. Tomelloso, 0; Real Jaén, 0.
137.
El romance desmentido
Vinieron
de Granada huestes y mesnadas pensando que podrían llevarse a Jaén ganada.
Venían con tambores, con pendones azules campeando, escuadrones de a pie y de
caballo, con adarga ante pechos, espuelas de oro y estriberas de plata, cada
cual muy bien armados. Los de Jaén, viendo esto, como mozos hijosdalgo,
parecióles que el huir les sería mal contado y, aborreciendo las vidas por no
vivir deshonrados, entráronse con ánimo peleando pero todo lo han perdido. Más
o menos de esta manera fue como los del Rey Chico ganaron la plaza, volviendo
libres, sanos y con ventaja. Como estuvo a punto de repetirse ayer en otro
campo de armas, éste más pacífico, menos solemne, nada pomposo y escasamente
rimbombante. Lo cuentan y lo cantaban los romances, esos poemas de origen
popular que jaleaban a los héroes de las batallas, lisonjeaban las gestas de
los paladines y aplaudían las hazañas de los ídolos de leyenda. Y que servían,
entre otras cosas, para dar un poco de fascinación y de ensueño a la monotonía
de la vida con aventuras y proezas de personajes reales o inventados. Hoy toda
esa magia antigua la ha sacado del baúl de los recuerdos el fútbol, cuyas
grandezas y angustias nos ponen el corazón en un puño. Lo del partido de ayer
del Real Jaén con el equipo granadino merece un romance con todas las de la
ley. Leyendo las crónicas, se ve el susto de los aficionados y la sacudida
nerviosa acorde con el paso del tiempo y el desenlace feliz que no acababa de
llegar. Al final en nuestros dos encuentros con este equipo, el destino nos ha
regalado (en el campo de Granada ocurrió tres cuartos de lo mismo, ganando el
Real Jaén en el tiempo de descuento y mediante una jugada a balón parado por
una falta señalada por el árbitro) lo que sólo hemos merecido por el esfuerzo
pero no por calidad de lo construido. Y en el juego de lo fabuloso han tenido
que ser los defensas, que son los que están para guardar la casa, quienes han
puesto la pica en Flandes. La cuestión es que con romancero o sin romancero,
con músicas épicas o en silencio, con tambores o sin flautas hemos iniciado una
nueva estadística: llevamos con ésta ya seis semanas de infarto que, de
momento, han tenido una única terapia eficaz: los resultados.
18
de Abril de 2005. Real Jaén, 2;
Arenas de Armilla, 1.
138. Oposiciones y cuenta corriente
Lógicamente
había que llegar al campo de fútbol del Badajoz porque las ambiciones y los
deseos, de momento, no transforman la realidad ni ganan partidos y la inmensa
amabilidad de la gente ayudó a resolver todos los problemas de infraestructura
imprescindibles. Hasta el punto de que hubo quien interpretó estos gestos como
una señal propicia de ganas de ayudarnos por quien se jugaba menos cuartos en
el envite. Pero, como ante unas oposiciones o un examen importante, el
protagonista a fin de cuentas es el equipo porque es el único que está en el
campo y el que puede canalizar todas las corrientes de entusiasmo. En estos
menesteres la afición sólo puede ayudar a crear un ambiente razonable,
entusiasta y transformador pero son los profesionales los que acaban decidiendo
el destino. Y así transcurrió el partido: los temas estaban preparados, la
disposición no ha podido ser mejor, el entusiasmo notable y las condiciones razonables.
Pero las cosas y el sorteo de los temas no salieron bien conforme a las
previsiones. Entre errores atrás y adelante los resultados no fueron felices.
Bien es verdad que había ensayado lo que tenía que hacer y decir, pero al final
no ha superado la prueba, por otra parte algo que les ocurre con frecuencia a
los estudiantes. Las consecuencias negativas sin embargo vienen de atrás, del
hecho de no tener ahorros ni provisiones, de carecer de depósitos para utilizar
en estos casos. A los jugadores, al equipo, les hemos pedido y se han pedido a
sí mismos casi lo imposible, casi la perfección, no perder ningún partido. Y
esto tenía que ocurrir en cualquier momento porque es imposible avanzar siempre
adelante, aunque unas veces los pasos hayan sido más largos y otras más cortos.
Alguna vez tenía que venir la parada y el freno. El problema está sin embargo
en que en una cuenta corriente si sólo se saca dinero y no se hacen
imposiciones, al final el capital no crece. Y esto es lo que ha ocurrido: Hemos
venido tan justos a lo largo de toda la liga que cualquier error,
insuficiencia, desastre o, simplemente, mala suerte nos ha bajado las
expectativas y enturbiado el entusiasmo, esperamos que sólo un poco.