187.
El cielo de cada uno
Jarotes, palabra derivada de jara, es
el nombre con el que se designan los habitantes de Villanueva de Córdoba, su
gentilicio. Pues los jarotes, futbolísticamente hablando, llevan un año
viviendo en el cielo: basta pasearse por las calles de su pueblo para darse
cuenta de cómo están de orgullosos por haber alcanzado la Segunda División B de
la liga nacional. Y, aunque últimamente les hayan aparecido algunos nubarrones
en forma de malos resultados (llevaban toda la competición en posiciones
razonables de permanencia, lo que significaba un aumento de su autoestima),
confían plenamente en que al final podrán mantener la categoría. Ayer, después
de haber ganado en la primera vuelta al Real Jaén en un partido vibrante,
vinieron a nuestra ciudad con la esperanza de resolver la encrucijada en la que
están metidos, pero no pudieron solventar a su favor la contienda. Los jarotes
se encontraron con un Real Jaén que, salvo el rincón negro de los partidos
fuera de casa, en los que su rendimiento es suficientemente mejorable por
decirlo con suavidad, ha descubierto un camino en La Victoria que le lleva en
algunos momentos a realizar jugadas realmente bellas que muchos aficionados
habían casi olvidado. El equipo no sólo ha conseguido romper el maleficio que
parecían tener las nuevas instalaciones sino que entusiasma y emociona por la
suntuosidad de algunas de sus jugadas. Y con este equipo en pleno estado de
gracia que, por primera vez en la breve historia del estadio, se ha convertido
en dueño de los resultados, se encontraron los cordobeses. Y por si esto no
fuera poco, después de tantas tardes de disgusto deportivo, la entidad Real
Jaén, el club, ha accedido a un sistema de articulación de manera mesurada y
moderada, tal como propone el profesor Ventura Limosner hablando sobre las
organizaciones deportivas, un estado de equilibrio suficientemente sereno.
Quiere ello decir que por fin las cosas en general empiezan a moverse en la
buena dirección, que el horizonte empieza a despejarse, esperemos que con
estabilidad y firmeza, y que la semilla que con tanta paciencia como, a veces demasiada
mala suerte, supo poner Carlos Sánchez y su grupo de colaboradores, empieza a
dar resultado. Para tener también nosotros nuestro cielo, sólo falta que el
equipo empiece a ganar a domicilio. Ojalá.
3
de Abril de 2006. Real Jaén,
3; Villanueva de Córdoba, 0.
188. Segundas partes
Aunque aun sigue practicándose el
ejercicio de la oratoria en el plano religioso y en otros ámbitos literarios,
la verdad es que ha ido quedando atrás la época aquella en la que muy famosos
predicadores atraían la atención popular por la vehemencia de sus discursos, la
riqueza de las imágenes literarias que utilizaban y la fuerza con la que
intentaban empujar el ánimo de sus oyentes hacia el bien, hacia su conversión
que era la expresión más utilizaba. El caso es que, como ocurre siempre que
algo está en alza o de moda, aparecen chascarrillos que tratan de burlarse un
poco de lo que la mayoría de la gente sigue. Así se contaba el caso de un
orador, célebre por el éxito de sus sermones, que un día al terminar su tarea
recibió a un oyente que vino a comunicarle cómo había quedado convencido de que
tenía que cambiar de vida. ¿Y qué ha sido lo que más le ha persuadido para este
propósito, qué parte del sermón, qué argumentación es la que ha proporcionado
esta intención?, le preguntó intrigado el predicador. Muy sencillo, respondió
el fiel seguidor: cuando usted dijo con esto terminamos la primera parte del
sermón y comenzamos la segunda; eso fue lo que me hizo cambiar de vida, empezar
la segunda parte. Valga esta jocosa anécdota para describir de alguna manera lo
que pasó ayer en el partido que el Real Jaén jugó en Ceuta. En este caso, al
revés de lo que le aconteció al ingenuo converso, el equipo, que había hecho
una espléndida primera parte, en la segunda bajó bastante su eficacia y acabó
perdiendo la renta que tenía acumulada antes del descanso. Nadie podrá decir
que los jugadores giennenses no se dejaron la piel en el campo, antes al
contrario hicieron un grandísimo esfuerzo y demostraron una profesionalidad que
hay que elogiar por encima de todo pero su esfuerzo no aportó el resultado que
esperaban y merecieron. Aunque hubo jugadas de gran mérito, pasar de la primera
parte a la segunda fue como hacer otro partido en cuanto a eficacia rematadora
y no hubo forma de despegar de una vez por todas hacia arriba en la
clasificación. Otra vez será. Mientras tanto podemos seguir con la eterna
discusión, que ya aparecía incluso en Cervantes, sobre si las segundas partes
son o no buenas, algo que siempre está en discusión. Y, como es natural, cada
uno opina según le ha ido en la feria.
10
de Abril de 2006. Ceuta, 2; Real
Jaén, 1.
189. ¡Por fin...!
La bandera del Real Jaén al viento.
Foto: Diario Jaén |
17
de Abril de 2006. Baza, 0; Real Jaén,
3.
190. Cincuenta y cinco millones
El director de este Diario, Juan
Espejo, recordó el otro día en la presentación de su libro “Diario de un
Náufrago” que Jaén tiene nada más y nada menos que la cifra de cincuenta y
cinco (55) millones de olivos, ¡qué ya son olivos, aceitunas, olivas y
olivares! y ¡ya son litros, kilos y toneladas de aceite! y ¡ya son jornales y
salarios! Y esperanzas, alegrías, contrariedades, desengaños y perspectivas e
ilusiones. Y también (cuando las cosechas acaban por arreglarse, cuando están
-como se dice habitualmente- en un momento dulce, y ofrecen expectativas más
que razonables) horas de mirar al cielo a ver si llueve cuando que tiene que
llover, o viene una tormenta en el momento menos imaginado. Porque las
inclemencias de la naturaleza y los temporales, ya se sabe que pueden aparecer
cuando menos se los espera y entonces hacen verdaderamente daño. Hay épocas en
las que por diversas circunstancias, porque los tiempos son así, los
agricultores las suponen, aunque temiéndolas siempre como es natural, pero
cuando llega un período de bonanza y las cosas ruedan triunfantes, si de pronto
empiezan los rayos y los truenos, todo es echarse a temblar y pensar que ya no
hay quien detenga la desventura, el infortunio, los malos resultados y la peor
cosecha. Y en esas condiciones las tormentas pueden dar al traste con todo el
esfuerzo y el denuedo llevado a cabo durante mucho tiempo. Pero, como versificó
Miguel Hernández y conocen en Jaén hasta los niños de teta, esos millones de
olivos no los levantó la nada ni el dinero ni el señor sino la tierra callada,
el trabajo y el sudor. A fin de cuentas lo que de verdad produce éxitos gratos
y halagüeños es el afán, el empuje, el coraje y el entusiasmo llevado hasta el
límite razonable de lo que se puede y se debe hacer y, cuando estas virtudes se
dan, siempre cabe esperar lo mejor. Aunque también hace falta, como cantaba no
hace mucho una chirigota, que los dioses y la fortuna repartan a partes iguales
la mala suerte. (Pues ahora me doy cuenta de que lo que esperan en el Diario es
un comentario sobre cómo vivieron el sábado los aficionados el partido entre el
Real Jaén y el Algeciras y, con todo esto de los olivos, las tormentas, el
trabajo y la suerte ya no queda espacio… o en realidad de lo que he estado
hablando es de lo que pasó en el partido? Al final, el Real Jaén ganó por 2 a
1.