191. El azar en el fútbol
Se le achaca al fútbol muchas veces un
carácter fortuito y aleatorio, algo así como un poder caprichoso que levanta y
hunde a los equipos de manera arbitraria y antojadiza. Frases del estilo: la
única cuestión es que el balón entre en la portería contraria vienen a
significar que es sólo la buena o mala suerte, el azar, quienes deciden una y
otra vez la fortuna de los equipos. Incluso ha habido comentaristas estos
últimos días que, a cuentas del partido europeo del Villarreal (parecía que el
destino había decidido que nunca conseguiría un gol, durase lo que durase,
pasase lo que pasase, ocurriese lo que ocurriese), le han atribuido hasta una
cierta crueldad, como si fuese un ser vivo que se mueve al hilo de sus
arbitrariedades. Y aunque algunas de estas críticas parecen razonables porque
la chiripa tiene un relativo poder en su desarrollo y sus consecuencias, es
ésta una acusación sólo medianamente justa y proporcionada. El fútbol es en
verdad un juego, una actividad humana sometida a demasiados imponderables y sus
resultados no siempre son acordes al esfuerzo y el trabajo previo que se hace.
Eso es así y ocurre también en otras muchas tareas, en las que interfiere, o
puede interferir, algún elemento ajeno a nuestra voluntad. Pero hacer de esta
circunstancia una teoría general futbolística, una doctrina universal con la
que justificar todos nuestros desaciertos es una simple falacia, un engaño
–puede que un autoengaño- que es necesario desenmascarar. No siempre dependen
los éxitos o los fracasos de que el balón quiera o no entrar sino que en muchos
casos son los propios clubes lo que propician sus caídas en picado por su
propio desorden interno y su caos organizativo: directivos que hacen
alineaciones o deciden estrategias, técnicos que desconocen los fundamentos
teóricos y prácticos del fútbol, entrenadores incapaces de asumir el liderazgo
sicológico y educativo del vestuario, dirigentes que confunden una empresa, y
además deportiva como son los clubes, con un corro de amigos para pasar el rato
y distraerse... Y así pasa luego lo que pasa, que todo se va al traste cuando
menos se espera. El fútbol actual requiere para cada tarea, empresarial o
deportiva, el ejercicio real de profesionales competentes, y con el acierto de
su elección se consiguen los primeros triunfos importantes.
1
de Mayo de 2006. Talavera, 1; Real
Jaén, 1.
192.
Un partido filosófico
En el prólogo de una colección de
cuentos de fútbol, Jorge Valdano dice nada más y nada menos que el juego es,
como la literatura, una recreación de la realidad, un mundo lleno de paradojas
que muchas veces no hay manera de entender; que lo mismo fortalece la identidad
de un barrio o un pueblo, que acaba convertido en un poder universal mediante
la globalización; y considera que su capacidad de fascinación es sobre todo
sentimental, emotiva y pasional. Y esto es así porque, en el momento en el que
se pone en juego el balón, parece como si la razón quedara arrinconada en los
aledaños del estadio, y toda la lógica con la que los seres humanos pretendemos
organizar el mundo se olvidara. Con el encuentro empezado, se inicia una nueva
realidad que refleja lo que es nuestra propia vida. Vistas así las cosas,
parece que lo aconsejable sería pedirle a quien decide acudir a un estadio de
fútbol que junto a la puerta de entrada abandone por un rato la razón, la
lógica y se eche en brazos de lo irracional, de lo disparatado y absurdo porque
sería la única forma de entender –es decir, no entender- lo que está ocurriendo
en esa creación que entre todos los presentes se está creando. El partido de
ayer en el estadio de La Victoria es un ejemplo de todo eso, de lo incongruente
y desatinado que rige el destino del fútbol, de cómo algo que hacemos entre
todos acaba siendo lo que nadie ha decidido de antemano, lo imprevisto y lo que
apenas se entiende. Como seguro que nadie esperaba, el partido entre el Real
Jaén y el Badajoz, más allá del amargor que dejó en boca de casi todos, fue
toda una lección de filosofía de la vida
cuando ésta decide que lo que hay es lo que hay y ya está, y que no se espere
lo que no está escrito que puede esperarse porque, cuando las cosas son como
son, poco puede esperarse. En esa colección de cuentos citada, aparece uno de
Martín Casariego en el que se narra una experiencia nefasta y muy desagradable
que sufre un equipo de los que decimos de regional: en la conclusión un jugador
maduro y de los que ya están de vuelta de casi todo sugiere a uno que está
empezando que en esa vivencia es verdad que no ha aprendido nada de fútbol, ni
del que sale en el reglamento ni del que uno se imagina de pequeño pero sí que
se ha empollado y mucho de la vida. El fútbol y la vida son paralelas que
acaban uniéndose en el infinito.
8
de mayo de 2006. Real
Jaén, 1; Badajoz, 1.
193.
Lo comido por lo servido
El
viejo chascarrillo, en el que el santo reprocha al pesado devoto que todos los
días acude a pedirle que haga el milagro de que le toque la lotería, ya no es
de aplicación al Real Jaén. Ni aun cumpliendo la sugerencia del bienaventurado
de que, al menos se moleste en comprar unos décimos si desea que el bombo de la
suerte le proteja, puede obtener algún premio deportivo el equipo. Ya ni
siquiera le es posible alcanzar la pedrea porque sus números no están entre los
disponibles para la extracción, aunque hablando de posibilidades en cuanto el
éxito final en la clasificación, los más optimistas siempre andan agarrándose
al tópico de lo que llaman las matemáticas, que ¡vaya usted a saber lo que de
verdad significa eso! Pero en el fondo lo que quieren decir es que los milagros
son posibles y esperan ser ellos uno de los beneficiados en el reparto de los
premios. Para el Real Jaén el resultado del partido del sábado en Mérida ha
supuesto el final de su trayectoria en esta liga. Si en el fútbol existiese una
lógica diferente, si la competición de este deporte se rigiese con otras
normas, el equipo se hubiera podido ir directamente de vacaciones ya que no le
queda apenas tarea que realizar. Al Real Jaén le ha ocurrido esta temporada lo
que cuentan de uno que llegó a un pueblo y vio todas las calles muy sucias.
¿Cómo? ¿No limpiáis las calles?, preguntó a un vecino amigo suyo que, además,
era el alcalde. No tenemos dinero, le respondió muy circunspecto el edil.
¿Acaso no cobráis impuestos y sois un paraíso fiscal? Por supuesto que cobramos
impuestos. ¿Y en qué los gastáis? Pues en pagar a los que los cobran. Quizá la
manera más perspicaz, refinada y sibilina para aplicar el antiguo refrán de lo
comido por lo servido, que es la misión que ha cumplido esta temporada el
equipo. Hemos estado, somos y ya es bastante. Ahora sólo nos falta empezar el
nuevo proyecto. De Valle-Inclán, escritor con graves problemas económicos, se
comentaba que vivía en una casa llena de ratones: “no me molestan, solía decir.
El único problema es que, cuando llego a casa, tengo que pasarme un buen rato
maullando”. Pues así tenemos que ponernos todos, unos y otros, a maullar con
fuerza a ver si de esta forma nos liberamos de todos los obstáculos que en el
futuro se nos puedan poner delante para hacer algo más que en esta ocasión.
15
de Mayo de 2006. Mérida,
3; Real Jaén, 0.
194. Nos vemos
Aunque
para terminar esta liga aun falta el partido en Marbella, ayer se echaron los
siete cerrojos de La Victoria hasta el próximo año futbolístico, dentro de unos
tres meses. Y con el último picaporte moría una vida de diecinueve jornadas,
cada una con sus prolegómenos y sus epílogos colgados del alma de todos los que
pasaron por allí con alguna afición por el fútbol. En la primera oportunidad,
con el Córdoba, se hablaba de sueños y de cómo a veces éstos tienen un poder
anticipatorio, que les permite crear y condicionar la realidad. Después las
cosas han resultado entre blanco y negro, que de todo ha habido en esta vida
del Real Jaén. De todas maneras la gran noticia futbolística del nuevo estadio
La Victoria ha sido el haber superado ¡ahí es nada! el aparente mal fario que
acompañaba al estadio desde su inauguración. Ya se había percibido desde el
principio el grave error de diseño futbolístico, que habrá que arreglar en cuanto
sea posible por el beneficio que acarreará al equipo y de lo habrá que hablar
más despacio. Proyectado desde una visión teatral y pasiva en la que primaba la
comodidad de los espectadores y nunca la emoción participativa de los
aficionados, el estadio se transformó en un suplicio para el Real Jaén. Hasta
hubo quien propuso que en la Universidad se organizara alguna tesis doctoral
que analizara las causas de tal desaguisado. Pero ahora, desde el comienzo de
la segunda vuelta, todo parece que ha cambiado y ojalá siguiera al menos como
en los últimos tiempos. Por lo demás este recinto deportivo ha aumentado
considerablemente su patrimonio afectuoso en este último año. Quizá, salvo en
nuestra casa, pocos espacios públicos reciban tantas pasiones y emociones como
un estadio de fútbol. Como dice José A. Marina en su Diccionario de
sentimientos, nuestro universo afectivo
muestra deseos, emociones, actitudes, rasgos de personalidad y conductas y eso
es lo que dejamos cada partido en el campo. Esta temporada, como no podía ser
de otra manera, ha estado llena de alegrías, sinsabores, frustraciones y tantos
otros afectos de camaradería entre unos y otros espectadores que nos vamos a
echar de menos por un tiempo. Pero será breve porque pronto, casi a la vuelta
de la esquina, nos volveremos a ver e iniciar un nuevo camino, ojalá de más
esperanza. Lo dicho, nos vemos.
22
de Mayo de 2006 Real Jaén 3;
Cartagena, 1
195. Empezamos hoy
Todo
el mundo conoce la viejísima liturgia que se desarrolla después de la muerte de
un monarca. Al anuncio de “el rey ha muerto”, le acompaña a continuación y sin
solución de continuidad el de ¡viva el rey!, lo que significa, de acuerdo al
dicho popular, que a rey muerto, rey puesto. Aunque ya no es como en la
antigüedad, en la que el comienzo de cada reinado hasta suponía empezar a
contar los años, o sea un nuevo calendario, la verdad es que, una vez ha
terminado la vida de un soberano, en ese mismo momento empieza un nuevo período
con otras ilusiones y nuevas perspectivas. Pues como ocurre con la realeza,
acontece con un montón de cosas en la vida. En el instante en que finaliza algo
que sucede periódica mente, empieza otro nuevo ciclo sin dejar entre medio
ningún descanso. Ayer domingo día 28 de Mayo de 2006 terminó la liga de fútbol
2005-2006 y hoy ya empieza de hecho la de 2006-2007. Ya sabemos que
administrativamente quedan algunos asuntos importantes de sumo interés hasta
finales de Junio pero habrá que reconocer que incluso muchas de las decisiones
que hay que tomar con ocasión del fin de la competición, en el fondo son
medidas y determinaciones para el año siguiente. Prorrogar o no el contrato a
un jugador, saber lograr un nuevo fichaje, proyectar una buena campaña de
comunicación con la sociedad en general y especialmente con los aficionados o
hacer un buen balance económico son acuerdos que en realidad afectan a la
siguiente campaña. Es muy importante tener presente que cuando los resultados
deportivos de un equipo van mal y los directivos y los profesionales, que no
salen al campo, aseguran que ellos no meten goles, sin quererlo, están diciendo
una verdad a medias, lanzan una afirmación no del todo exacta. Por supuesto que
ellos no forman parte de las alineaciones y no son goleadores materiales sobre
el césped pero sus decisiones son las que en muchos casos, casi en todos,
posibilitan o impiden que los jugadores lo hagan. Decía Cervantes que las obras
que se hacen declaran la voluntad que tiene el que las hace. Y ese puede ser el
nuevo camino que hoy comienza. Planificar bien es organizar mejor, gestionar en
condiciones, funcionar con eficacia y triunfar. Y eso en fútbol se llama crear
ambiente social y ganar partidos. Y ya se sabe lo que ocurre cuando esto último
acontece.