183. En el descansillo
El partido fue un homenaje a Antoñete, que había
fallecido el día anterior a los 86 años. Foto: Diario Jaén |
6
de Marzo de 2006. Real Jaén,
3; Extremadura, 0.
Un ramo de flores en el palco como testimonio
y respeto a
Antoñete Foto: Diario Jaén
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184. Todo a su tiempo
Si al alcanzar los dos tercios de la
competición (a los que acabamos de llegar), hacemos una recapitulación de lo
que llevamos de liga, podríamos decir que, al menos hasta el momento, en el
Real Jaén ésta ha sido una temporada de rachas y etapas, buenas y malas
alternativamente, muy definidas. Un año en el que todo era bueno y empezábamos
a escalar puestos en la clasificación hasta que de pronto, cuando menos se
esperaba, todo se tornaba malo y donde destacamos era en goles en contra.
Aunque parezca que, como en economía, en estas últimas semanas estemos
moviéndonos en un ciclo expansivo, dejando a un lado los errores, son ya varias
las ocasiones en las que las esperanzas se nos han levantado casi hasta el
cielo, por ejemplo, en las primeras jornadas, tanto de la primera como de la segunda
vuelta, y otras tantas en las que nos hemos visto pisando los tizones del
infierno, como en la serie desgraciada de resultados que nos llevaron desde las
puertas de los puestos de liguilla de ascenso hasta los de descenso. Ahora sin
embargo, asentado ya el equipo que ha surgido de lo que llamamos el mercado de
invierno, con sus aciertos y sus resbalones, la situación es como empezar otra
vez, como poner en marcha un nuevo proyecto, del que veremos los resultados que
nos proporciona, pero que no está diseñado para triunfar de un día para otro.
No olvidemos que la propuesta que hizo el nuevo accionista mayoritario cuando
se incorporó al club era que el Real Jaén alcance en cinco años la Primera
División y, aunque el fútbol es una actividad en la que la voluntad y la
determinación sólo tienen una parte pequeña de protagonismo, resulta razonable
esperar que esto se consiga. Viene a cuento esta reflexión porque parece
prudente tener siempre presente el horizonte a unos pocos años vista, para que
la impaciencia no nos queme las entrañas cuando las cosas no le salen bien al
equipo y no nos llevemos un disgusto demasiado grande cada tarde en la que nos
vayan mal las cosas. Ni desanimarnos en exceso ni entusiasmarnos demasiado sino
confiar en que poco a poco las expectativas se irán consolidando; vamos, lo que
dictaba un cartel que los griegos pusieron en el frontispicio del templo de
Apolo: de nada demasiado, que es lo mismo que todos decimos y también
confirmaban los filósofos de Grecia, que la virtud está en el término medio.
13
de Marzo de 2006. Águilas CF, 2;
Real Jaén, 1.
185.
El paripé
No fue ésta la única ocasión en la que el terreno
de juego
se encharcó. Foto: Diario Jaén
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20
de Marzo de 2006. Real Jaén,
2; Almansa, 0
186. ¿Qué es lo mejor?
Una de las eternas preguntas sobre el
fútbol, en cuya respuesta es casi imposible ponerse de acuerdo, es la de: a qué
va una persona a presenciar un partido en un estadio. Porque, aunque a primera
vista parezca una tontería, son tantas las variables que concurren en un
espectáculo de este tipo, tantas y tan diversas las motivaciones que llevan a
la gente a un campo de fútbol que es muy difícil que haya uniformidad de
criterio y de apreciación. Fijándonos exclusivamente en el perfil de quien se
decide a asistir, no es lo mismo un simple espectador que no tiene otra cosa
que hacer y va a pasar el rato como podría ir a otro sitio, que quien es amante
de los deportes; como tampoco es lo mismo el simple aficionado inclinado a unos
colores pero que se toma las cosas con tranquilidad, que aquel al que llamamos
incondicional que sufre o goza hasta lo indecible con los triunfos y las
miserias del equipo de sus amores. Obviamente los objetivos que se plantea cada
uno de esos asistentes es muy diferente y por tanto su percepción de lo que
pasa en el terreno de juego también lo es. El espectador imparcial, amante de
la estética, se fijará en la belleza de las jugadas, en la hermosura de lo que
hacen los jugadores tanto en el planteamiento y la estrategia como en su
desarrollo, mientras que el hincha apasionado buscará por encima de todo el
triunfo aun cuando el espectáculo haya sido feo, aburrido y destartalado. Por
eso cuando dos amigos discuten y, en medio de la trifulca ante la disparidad de
opinión, uno de ellos afirma que cada uno ha visto un partido diferente, están
en lo cierto. No, por supuesto, en cuanto a los equipos que jugaban sino en lo
que aconteció sobre el césped. El sábado en Écija, mientras que los entusiastas
animadores del Real Jaén, cuyos cánticos de ánimo habían atronado el estadio,
recogían sus bártulos y se hacían las fotos de rigor, un grandísimo aficionado,
que había acudido hasta la ciudad sevillana, comentaba: esta vez, no, el juego del
equipo no me ha gustado nada, lo ha hecho muy mal. Y esa era la opinión más o
menos generalizada de los que andaban por allí. Pero, ¡claro! Luego vienen los
de la estadística y dicen: se ha roto la tendencia de perder siempre fuera y
podemos estar en el principio de una recuperación en los partidos a domicilio.
Y ya no sabe uno qué contestar ni qué es lo mejor.