AGOSTO 2007


255. Trabajar los socios (y 2)

         Por muy curioso y extraño que suene o parezca, los aficionados y seguidores de los equipos de fútbol pertenecen al tipo de clientes que pagan para trabajar. Como esas empresas que con aquello del sírvase usted mismo obligan al parroquiano a hacer la tarea, así, cuando alguien decide acudir a un partido de fútbol, está adquiriendo casi sin quererlo ni buscarlo el compromiso de intervenir, por la razón más peregrina que imaginarse pueda, como sujeto activo y agente a favor de uno de los equipos que disputan en el terreno de juego. Es opinión generalizada que este deporte no puede ser presenciado sin que el espectador se sienta a favor  y empuje a su manera a uno de los contendientes que litigan en el estadio: “público imparcial del fútbol” suena, al decir de los filósofos, como una expresión contradictoria y sin sentido. Lo trágico no obstante de la condición de los concurrentes es que, como dice el tópico, por mucho que quieran podrán llevar en volandas al equipo pero únicamente en sueños o en ambición les es posible meter un gol o detener el penalti que ha causado la desgracia a su equipo: es una condición que le lleva al disgusto y a la frustración pero que no tiene remedio. De todas maneras conviene distinguir para una mejor precisión dos tipos de espectadores. Los que adquieren una entrada para un único festejo son los ocasionales y discontinuos y su participación es eventual; por lo general se mueven en el nivel de fidelidad-1 y se les tolera algún pecadillo de tibieza. Los otros son los seguidores estables y permanentes que no sólo han de acudir al estadio (haga frío o calor, esté nevando o se le haya estropeado el coche) sino que han de ejercer como personal entusiasta antes del encuentro, en el desarrollo del mismo y en el pos-partido. Se caracterizan porque se mueven en el grado de fidelidad-2, se sienten integrados en el club y materializan su compromiso con un carné. (Existen dos grados más fidelidad, -3 y -4, pero lo dejaremos para otra ocasión). Ahora, cuando es el turno de los aficionados o feligreses estables y permanentes, llega el momento de definir el alcance y la intensidad de la afición que sigue al Real Jaén. Por lo que se sabe, parece que por esta vez las esperanzas están siendo muy ventajosas. Y sería fantástico que se superaran las mejores expectativas, una forma segura de que La Victoria no necesitase calefacción en invierno.

 6 de agosto 2007



256. El tercer discurso

         Aunque en la vida pública es bastante usual que los resultados de las votaciones ya se conozcan de antemano al saberse la composición de los grupos políticos, no siempre ocurre así. Un ejemplo se ha visto no hace mucho tiempo con las elecciones municipales en las que algunos candidatos desconocían si iban a resultar elegidos o no. En estos casos es habitual que el aspirante lleve preparados dos discursos diferentes según los que ocurra en la votación: en uno con la satisfacción por haber sido elegido, y el otro con el lamento de su desventura política. No está mal esta práctica, algo que por otra parte hacemos todos los mortales cuando vamos a preguntar por algún asunto de interés: un pensamiento previsto para agradecer o mostrar la alegría de lo conseguido y otro para desahogo en la desgracia. Pues en una situación complicada, similar a las descritas, se encuentran posiblemente el presidente y la directiva del Real Jaén. Hay que hacer un discurso de comienzo de la temporada. La tradición, las expectativas de los socios y el buen sentido así lo exigen. Un discurso en el que se describan de una u otra manera los objetivos que se esperan conseguir en el campeonato que comienza. Y en esta ocasión ¿qué decir? Los alcaldes gozan de la ventaja de que, una vez que se ha celebrado la votación, pueden sacar el texto preciso, pero la tarea de los responsables del club es de resultados imprevisibles y ser profeta no es una exigencia propia del cargo. Un optimismo desbordado que no cumpla las expectativas provoca frustración, pero tampoco es cosa de ponerse la venda antes del golpe o empezar el camino con un jarro de agua fría. ¿Qué decir oficialmente? (Porque sin duda por dentro cada uno tiene sus ilusiones secretas). Loliano de Éfeso fue un antiguo retórico al que por su honradez y buenas cualidades habían elegido responsable del abastecimiento público en Atenas. Una vez que hubo un problema en el mercado y la gente se alborotaba contra él, Pancrates, un filósofo del momento, tranquilizó a la muchedumbre diciéndole que Loliano “no vendía pan sino palabras”. El pan han de venderlo los profesionales en el césped pero las palabras son cosas de los directivos y éstas, como decía también otro filósofo, son el instrumento de los sabios. Es de esperar que los responsables encuentren un tercer discurso: el de la esperanza. Y que produzca grandes réditos para todos.

13 de agosto de 2007


257. Escobas y planchas

A Sutil, Paco Sutil, la historia le ha ofertado el honor y el compromiso
 de representar la cantera del Real Jaén durante estos últimos años.
 En el momento en que se cierra este libro es el jugador con más antigüedad
 en el equipo, a pesar de su juventud. Giennense de nacimiento, es titular indiscutible
 y con él mantiene la afición una especial complicidad muy positiva. 
En el presente incorpora mejor que nadie el pasado y el futuro del equipo.
Foto: Diario Jaén
         Mire, le dice un personaje de un cuento de Augusto Monterroso a otro: “mire, si para ganarse la vida tiene ahora que vender algo, no se vaya a dedicar a vender cosas pequeñas como escobas o planchas. Eso da mucho trabajo, deja poco dinero y por lo general la gente ya tiene una escoba y una plancha. Venda acorazados. Con uno que venda tiene resuelto el problema suyo y de su esposa para toda la vida”. Es decir, dejémonos de lo menor y vamos a resolver lo grande, lo importante y decisivo. Vender escobas y planchas es perder el tiempo. Pues parece que la junta directiva del Real Jaén sigue este consejo al pie de la letra: ocupémonos de lo superior, que los asuntos menudos no merecen la atención y nos distraen de lo principal. Y de esta forma, después de hacer tres descomunales, increíbles y fantásticos milagros, ha cerrado el grifo de sus éxitos y abandonado la menudencia y las bagatelas. La actual junta directiva, encabezada por Carlos Sánchez, ha sido capaz, ni más ni menos, de evitar la desaparición del Real Jaén, cuya existencia ha peligrado en más de una ocasión; abonar todas las deudas de los profesionales de ayer y de hoy, y conseguir que sea una entidad respetada incluso por poderes del Estado tan significativos como Hacienda; y presentar un modelo de futuro con solidez y garantía realmente suficientes y razonables. Han sido tres prodigios de los de verdad, de los que sólo quienes tienen unas cualidades taumatúrgicas y portentosas excepcionales están capacitados para realizar. Pues bien, estos espléndidos hacedores de milagros no han conseguido resolver tres problemas, menguados sin duda, pero que dan lata e incomodan a los socios y seguidores. Primero, el marcador de estadio, que se caracteriza por los medios ceros, mientras en los desplazamientos del verano los hemos visto hasta de color; tampoco los altavoces, la megafonía que en los descansos de los partidos alcanza un volumen insufrible pero que no fue capaz de anunciar los cambios en la alineación del equipo el día de su presentación para que los aficionados fueran reconociendo a los nuevos jugadores; y, por último, cuando por Internet se puede sacar una entrada para visitar la muralla china, la ópera de Nueva York o las pirámides de Egipto, en La Victoria hay que acudir a la ventanilla del propio campo. Y menos mal que están los Jardinillos, que por cierto no sirven para los socios.

21 de agosto de 2007