DICIEMBRE 2002


13. Las cuentas de doña Truhana o la lechera

Si hay una actividad social en la que los interesados, cualquiera que sea el nivel en el que estemos, no paramos de hacer cuentas, es el fútbol. Tanto antes como después de cada partido, no dejamos de sumar, más bien que de restar, en un ejercicio mental que ya quisiera para sí doña Truhana o la lechera, que por esos y otros nombres es conocida. Y lo hacemos no ya para resolver los problemas económicos o ver cómo se pueden pagar las deudas que en un quehacer tan quebradizo, tal como está organizado el fútbol, debe ser tarea principal. Ajenos casi todos a tan perentoria necesidad, aplicamos los ejercicios contables únicamente a los resultados deportivos para calcular cuántos puntos necesitamos para alcanzar la gloria y soñar con conseguirla a la vuelta de la esquina. Pero lo que ocurre es que en nuestras ansias de alegría nos olvidamos de la realidad de la misma manera que la lechera lo hacía de las leyes del mercado y de la física y así nos pasa lo que nos pasa: que entre los tres equipos jaeneros sólo hemos conseguido un punto aunque, eso sí, digno de todo tipo de encomio y alabanza. El problema está en eso, en que, si hacemos caso a los precavidos, tenemos que seguir el consejo que el antiguo narrador de cuentos nos inspira a propósito precisamente del cántaro de leche o de miel, según se prefiera: que hay que encomendarse a las cosas ciertas y alejarse de las confianzas vanas. Pero entonces, si no soñamos ¿para qué vamos al fútbol, aunque se nos derrame la leche o la miel?

2 de Diciembre de 2002.                   Mérida, 1; Real Jaén, 0


14. La rutina

Decía Yiyo, aquel torero madrileño que tuvo la mala fortuna de morir joven de una cornada, que uno de los problemas más graves con los que se enfrenta un torero en su calidad de responsable de un espectáculo público es la rutina, esa cualidad que hace del trabajo algo monótono, igual a si mismo cada día y por tanto aburrido. Y esa era una opinión de alguien que en su quehacer profesional ordinario jugaba cada día y cada jornada con la muerte en los talones, lo que viene a significar que, si eso ocurre en una profesión tan peligrosa, cualquiera de nosotros, que hacemos otros trabajos menos arriesgados, podemos caer con mayor razón en una situación tal. Y esta tentación es la que amenaza al deporte y, naturalmente, al fútbol, cuando éste se ejercita de manera mecánica, continuada y casi rítmica: todos los domingos partido caiga quien caiga. Y no es que la rutina tenga que ser mala necesariamente, que discusiones teóricas sobre el particular ha habido muchas y de muy alto copete intelectual, pero qué duda cabe que, cuando el fútbol se convierte en burocracia, acaba siendo vacío. Y eso empieza a ser algo habitual en el Real Jaén. Bien es verdad que esta vez ha resuelto el trámite administrativo de manera favorable con un triunfo claro pero lo demás ha sido de gestión pesada, de juego embarullado en un campo que vaya usted a saber por qué se ha acortado, sin imaginación y, como no podía ser de otra manera, con su expulsión acostumbrada. Lo que no está en contradicción con el esfuerzo de los profesionales.

9 de Diciembre de 2002.                  Real Jaén, 2; Melilla, 0.


15. De vacas, cigarras...

Ensayemos una teoría optimista respecto a la situación, resultados y méritos deportivos del Real Jaén en las últimas semanas: Para eso pongamos sobre la mesa uno de los principios que todos los que se consideran expertos aplican a todos los equipos a lo largo de la Liga, que consiste en asegurar que, salvo trayectorias excepcionales, una vez metidos en lo que llamaríamos la normalidad, a todo el mundo le viene su momento de crisis y, como a los cerdos, su San Antón. Que la monotonía y la baja forma es una enfermedad por la que hay que pasar necesariamente en algún momento de la competición. Bien, para no desanimarnos demasiado, podemos creernos que esto es lo que ocurre ahora. Claro que, si aplicamos esta teoría, habremos de reconocer que el hecho de que, en vez de estar optando por el ascenso, tengamos que mirar todas las semanas hacía abajo en la clasificación a pesar del vértigo que sufrimos, es consecuencia de las primeras jornadas en las que no guardamos nada en la mochila para  la época mala. Al Real Jaén le ha pasado como a la cigarra, que hemos pasado un tiempo ocupados únicamente en jalear y gritar a todos los vientos que nuestro objetivo era subir y no hemos tenido tiempo de hacer lo necesario y conveniente para conseguir eso precisamente. Y ahora, cuando llegan las vacas flacas, ni hay trigo en el granero ni carne en la nevera para las emergencias inevitables. Aunque, si queremos ser optimistas hasta el final, podemos esperar que, pasado este mal trance, todo será ya coser y cantar. O sea, tras el mercado de invierno.

16 de Diciembre de 2002.                          Ceuta, 1; Real Jaén, 0

  
16. Fútbol alevín

Unos días antes de comenzar la liga de fútbol, este periódico publicó una carta abierta al presidente del Real Jaén en la que un aficionado le reconvenía de manera amable y cooperativa por haber diseñado un equipo, de gestión y deportivo, en el que no se incluía a nadie de Jaén, en el que ningún componente sabía dónde está la Carrera. Y estaba justificado ese tirón de orejas. Porque los aficionados al Real Jaén no acababan de entender la torpeza de quienes planificaban una tarea ajena por completo a cualquier clave cultural de la ciudad en la que residen y cuyo nombre ostenta. Se podía ser más o menos entendido en cuestiones futbolística, incluso en sociología dadas las resonancias que el fútbol genera más allá de lo que es en sí mismo, pero lo que resultaba inexplicable es que ni el presidente ni ninguno de sus colaboradores se diese cuenta de que ese abandono podría suponer el final de la institución. Pues las cosas son como son y hoy hay que decir gustosamente que se están dando pasos en la dirección correcta de acercar a la gente, a nosotros, al club de fútbol. Quizá este proceso se esté haciendo de manera demasiado cautelosa pero probablemente lo mejor que ocurrió el viernes en La Victoria fue el partido alevín que una treintena de chicos jugaron durante el período de descanso de los mayores, una iniciativa que merece institucionalizarse por los muchos beneficios deportivos y sociales que se derivarían de ello. Y facilitaría una vinculación fluida entre la ciudad, el club y el futuro.

23 de Diciembre de 2002.                       Real Jaén, 3; Motril, 1.


17. Un par de avisos

No pintan bastos, al menos de momento, para los equipos giennenses de fútbol encuadrados en la segunda división B. Y aunque es verdad que mucha gente no quiere ver a sus hijos con buenos principios por si acaso, también lo es que de diestro a diestro, el más presto, o sea, que el que da primero, da dos veces. El caso es que, refrán arriba o refrán abajo, por ahora ninguno de los tres equipos está en claro camino de alcanzar los objetivos propuestos, especialmente el Real Jaén que, de aspirar al ascenso, de momento está a ver si abandona con cierta seguridad los puestos que llevan a la tercera división. Y esta situación, compartida por los tres, crea zozobra y desasosiego en todos los que de alguna manera tienen que ver con el asunto. Pero en esta pausa será útil, al menos como terapia para evitar sobresaltos, tener presente estos dos avisos. El primero, que habrá que recordar que esto es al fin y al cabo una competición y en estas circunstancias no se puede esperar desde el principio una vida tranquila y serena. Lo contrario sería monótono, aburrido y demasiado previsible hasta para hastiarnos del todo. Porque el fútbol, más o menos como la vida en general, está a fin de cuentas lleno de alegrías y sinsabores, adobado con esperanzas aunque también con malos tragos y con penas que, como se sabe que ocurre con los duelos, con pan son menos. Y éste del pan necesario es el segundo aviso. Que aquello ya citado que quien da primero, da dos veces, es nada más y nada menos que un pensamiento de Séneca.

30 de Diciembre de 2002.