NOVIEMBRE 2002


9. No todo el que sube, llega al cielo

Una lesión interrumpe, a veces de manera significativa,
 la progresión profesional de un futbolista.
Foto: Diario Jaén
La última vez que el Real Jaén jugó en partido oficial en el estadio Sánchez Pizjuán fue hace dos temporadas y teniendo como contrario al Sevilla CF. Esto ocurría en Segunda División A y dirigía al equipo Pedro Pablo Braojos. El resultado fue de cero a uno y el triunfo giennense suponía la estabilidad definitiva en la división y hasta algún sueño para los más optimistas. Como puede empezar a serlo también tras la repetición del resultado en el partido de ayer, bien es verdad que con algunas variantes significativas. Como, por ejemplo, que el partido se ha convertido, como diría Arsenio, aquel entrenador y filósofo hoy algo olvidado, en una pequeña gesta proletaria porque en lugar del Sevilla el contrincante ha sido su filial, y el Real Jaén tampoco arrastraba las recientes glorias pasadas: incluso se ha presentado casi como colista. Pero la escenografía ha sido la misma de hace casi dos años, el resultado se ha repetido y se ha roto lo que por tres veces (tantos como rechaces en el travesaño) parecía, de acuerdo también con el mismo Arsenio, el curso natural de las cosas para el Real Jaén. Es decir, volver a la desgracia precisamente cuando se está empezando a jugar bien. El triunfo y tal como aconteció ha sido un éxito digno de toda complacencia, tanto por el bien hacer como por toda la fortuna, que al final quebró su mala predisposición. Pero no vayamos a perder la cabeza y a olvidarnos de lo que todos decíamos en las últimas semanas porque, como advertía Quevedo, no todo el que sube, llega al cielo.

4 de Noviembre de 2002.                 Sevilla B, 0; Real Jaén, 1.


10. Mobbing en el fútbol

         El fútbol, como todo deporte profesional de competición, encierra muchas contradicciones teóricas porque se ponen sobre la mesa vectores o propuestas que en principio parecen tener poca concordancia entre sí. Un ejemplo, entre otros, puede ser el contexto o el ambiente laboral. Hay que tener presente que sus agentes principales, los deportistas, son profesionales con todas las cargas y beneficios que acarrea cualquier trabajo: un salario que ha de proporcionar la parte contratante y naturalmente a cambio una tarea a realizar. Por supuesto que para cumplir su quehacer todo el mundo necesita un clima que le permita producir de manera razonable y natural. Es precisamente en estos años en los que se empieza a popularizar el término mobbing como expresión del acoso laboral, una circunstancia que hasta se considera un delito. En esto estamos como en todas las profesiones. Pero la diferenciación es que esta actividad no sólo debe estar exenta de mobbing sino que además los profesionales exigen, porque es parte del sistema, ser animados y jaleados por la gente, algo que de ninguna manera tendría sentido en otros trabajos. Bueno, pues aceptemos esta contradicción y aprovechemos que estamos en alza en el Real Jaén para ayudar a los jugadores a aumentar su autoestima. Y reconozcamos que quizá se la hemos deteriorado en las primeras semanas de la liga, colaborando, con las críticas generalizadas a su falta de categoría técnica, a que los resultados hayan sido malos. Porque ¿también hay que exigir resultados como a los demás profesionales?

11 de Noviembre de 2002.                                      Real Jaén, 2; Écija, 1.


11. Los tres partidos

         En un libro de reciente aparición, Jorge Valdano dice que ante un partido convencional el jugador de fútbol en realidad juega tres partidos. El primero es el que sueña antes de salir al campo y en el que se ve a sí mismo haciendo el perfil y el desarrollo de un triunfo incontestable: si sumáramos, asegura Valdano, los goles imaginarios que mete cada miembro de un equipo, el resultado sería bochornoso. El segundo partido es el que real y verazmente ejercita en el terreno de juego y en el que el azar, el destino, la calidad técnica y hasta los imponderables acaban imponiendo un desarrollo y un resultado. Por último, una vez finalizado éste, el jugador empieza a revivir en su interior el período de disección, la autopsia, el análisis detenido de las vivencias recientes. Tres partidos que inevitablemente juega el jugador pero tres partidos que también y a la fuerza vive el seguidor del equipo, el aficionado, aunque bien es verdad que de otra forma, lo que no resta intensidad emocional: porque asiste al campo en la esperanza, el sueño y la expectativa de presenciar el triunfo de su equipo; que padece o goza de un partido real; y que sale del campo con el recuerdo del éxito o del fracaso, y lamentando o reiterando la jugada que fue o la que pudo haber sido y no acabó siendo, la jugada futulibre. Tres partidos por tanto del jugador y tres partidos del aficionado. Que, a pesar de errores y desaciertos, es imprescindible que sigan manteniendo las expectativas que los equipos giennenses se hicieron al comienzo de la liga.

17 de Noviembre de 2002.                          Extremadura, 1; Real Jaén, 1.

  
12. Como el sastre de Campillo

Al parecer y según se observa a través del tiempo y los avatares deportivos, el Real Jaén, cuando juega en su campo, ejerce la muy noble y poco frecuente virtud de la magnanimidad, cualidad sin duda propia de gente de elevada alcurnia de espíritu. Como si fuera una lección aprendida que se repite miméticamente cada quincena desde que se estrenó el nuevo estadio, el proceso de los partidos se mueve en un esquema que ya sabemos de memoria: esfuerzo, interés, ganas de agradar, profesionalidad, presión sobre el equipo visitante incluyendo sonados vicegoles y temple sonriente entre los espectadores. Pero después, según se va intuyendo en el horizonte el final de la partida, como el sastre de Campillo que cosía de balde y además ponía el hilo, obsequia al equipo contrario con la oportunidad de llevarse el triunfo. Es lo que ocurrió ayer y viene acaeciendo desde aquel día en que, jugando con el Ejido, se inauguró el nuevo campo. Menos mal que esta vez el destino, apabullado quizá porque ya hubiera sido excesivo, se ha comportado como casero y ha jugado con el Real Jaén, evitando que de nuevo una generosidad acostumbrada acabara todo en desastre. Porque lo que no quedó demasiado claro en el campo en la jugada decisiva parece que fue lo que las apariencias negaron. De todas formas todo este proceso reiterado y recurrente algún día tendrá que acabar, aunque sea volviendo a lo que siempre fue el fútbol y que orientaba los pronósticos: ganar en casa y tratar, cuando menos, de empatar a domicilio, como se decía antes.

25 de Noviembre de 2002.                 Real Jaén, 0; Ciudad de Murcia, 0.