65.
¡Ojo con los sarracenos!
A cuentas de la expresión,
antes tan de moda como un recurso fervoroso pero que ahora se utiliza menos, de
lo del jugador número doce, propone Wenceslao Fernández Flores que, si el
colectivo de la afición forma parte del equipo porque incluso tiene su número
asignado, debería ser obligatorio que asistiera a todos los partidos, de la
misma manera que lo hacen el resto de jugadores, hasta el punto de que éstos no
deberían jugarse si no está presente. Bien es verdad que Fernández Flores, como
recordarán los mayores, era un escritor y un humorista muy popular del siglo
pasado, desconocedor de todo lo que significa el fútbol que, como ignoraba el
sentido y el alcance de la jerga futbolera, tomaba al pie de la letra todas las
expresiones que escuchaba cuando iba a un estadio.
Pero esta manera de interpretar las cosas tiene su aquel y
su intríngulis y no sería prudente justificar como una pura metáfora o un juego
de palabras más o menos acertado lo que tiene pleno sentido en relación al
fútbol, que a fin de cuentas es un deporte de masas (aunque las connotaciones
desgraciadas de esta expresión hacen que su uso sea incómodo). El asunto es
que, fuera de casa y guiados tal vez por este punto de vista, hay un buen grupo
de seguidores del Real Jaén que acompañan al equipo en sus desplazamientos, lo
que les permite calibrar con más precisión cómo está el nivel deportivo en el
grupo, como fue el caso de ayer en Sevilla. El problema mayor está en nuestra
casa, en nuestro campo donde somos muy pocos y hay que crecer como sea. La
propuesta de la Junta Directiva, por ejemplo, de reclamar la presencia de los
pequeños accionistas para darles algún tipo de protagonismo no puede ser ni más
inteligente ni más prometedora.
No es conveniente que nos
olvidemos de que, como cuentan los libros antiguos, vinieron los sarracenos / y nos molieron a palos / que Dios protege a
lo malos / cuando son más que los buenos. Y esa es la cuestión: mientras
seamos tan pocos, sobre todo en nuestra casa, mal pinta nuestro porvenir por
más buenos que seamos.
1 de Diciembre de 2003. Sevilla B, 2; Real Jaén, 0.
66.
Un purgatorio
Este campo de fútbol de La Victoria, que de entrada se
muestra tan elegante y señorial, parece que encierra un secreto que nadie
acierta a descubrir. Conforme a su imagen, y a sus modos y maneras, debería
expresarse como un sitio frío y distante, al estilo de los viejos protocolos,
en el que los equipos que desde su inauguración lo visitan y juegan en él
deberían tener bastantes dificultades para sobreponerse al entorno y conseguir
un resultado positivo. Sin embargo la verdad es que en la práctica acontece
todo lo contrario. Más que en un infierno, que mejor es no mentarlo, el nuevo
estadio se ha convertido en una especie de duro purgatorio de penas que, a lo
que se ve, estamos pagando sin saber muy bien de dónde proceden. En algunos
momentos incluso la situación es tan extraña que, viéndose con claridad cómo
nuestro equipo tiene todos los ases en el bolsillo para ganar la partida, en el
último rato cuando todo está a punto de terminarse, se acaban enturbiando las
cosas y la tranquilidad se transforma en un suspiro de temor. Es lo que ocurrió
en el caso del partido de ayer. A pesar de que la entrada al campo estuvo
endulzada, de que el desarrollo del juego mejoró de manera evidente y nada
parecía estropear la función, al final casi se atragantan los mantecados que
encontramos en la puerta.
Es una mala pata lo que le pasa al equipo, sobre todo en la
propia casa y especialmente en días en los que a primera vista se dan datos y
circunstancias suficientes para confiar en que ya empieza el camino para
arriba. Con una nueva directiva nacida de entre nosotros, haciendo las cosas
con metodología exquisita, con respaldo, no por simbólico menos interesante, de
empresas de las que habrá que empezar a hablar, ya sólo faltan dos cosas para
quebrar la mala racha: que las cajas de ahorro asistan de verdad al club y que
una buena goleada encienda la autoestima de los profesionales y el entusiasmo
de la gente. Ayer estuvo a punto de que se diera esto último pero el infortunio
lo impidió. Mientras, esperemos el empuje de las entidades financieras.
Y no nos olvidemos de que del purgatorio se puede salir.
8 de Diciembre de 2003. Real Jaén, 1; Corralero (Fuerteventura),
0.
67.
Colonizados.
Casi sin lugar a dudas el
fútbol es en estos tiempos que corren uno de los sistemas sociales más
caóticos, desconcertantes y enloquecidos desde el punto de vista económico,
aunque bien es verdad que este desajuste es cada vez menos generalizado porque
se van profesionalizando más las actuaciones y los procedimientos, y estas
prácticas perversas van quedando más arrinconadas. Ayer mismo la prensa
nacional incluía una información sobre nuevos sistemas financieros que los clubes
responsables europeos están tratando de poner en circulación.
La iniciativa “Glorias por el club” pretendía estimular
la
presencia de la sociedad giennense en el Real Jaén.
Foto: Diario Jaén |
En estas estamos cuando las
cajas de ahorro (será interesante conocer los gestos) se han negado a ayudar a
una institución giennense que, si arrastra errores, conviene fijar de dónde
proceden y, además, empieza a corregirlos.
Al final de cuentas, casi
todo este suceso viene a ser un simple problema de colonización, de
avasallamiento de los de fuera que sufrimos en nuestra carne. La prueba es muy
sencilla y asequible a todo aquel que quiera estar enterado: bastan como
ejemplo los dispendios y la prodigalidad que tienen en actividades y sociedades
deportivas en las ciudades de las que son originarias las entidades foráneas
que han negado su apoyo al Real Jaén. Allí, en sus ámbitos de origen, parece
que no les duelen prendas y los millones salen con sorprendente facilidad.
Es un poco lo de siempre, el
no disponer de posibles por nosotros mismos ni gozar de una entidad financiera
propia de peso histórico. Y también, porque a cada uno le duele lo suyo, haber
tenido que prestar el club a gente de fuera. Esto es un episodio de
colonización en el siglo XXI ante el que algo podíamos hacer.
15 de Diciembre de 2003. Playa Pájaras (Canarias), 2; Real Jaén,
1
68.
La calma conquistada
Por el ambiente que se vivía, hubiera podido parecer a un
espectador externo y ajeno, que hubiese asistido al partido que el Real Jaén
jugó el sábado, que todos los que por uno u otro motivo estábamos allí éramos
seguidores de las doctrinas de unas filosofías antiguas que casi han acabado
siendo de general aplicación y que suelen llamarse éticas o morales de
emergencia.
El caso es que estas teorías se diseñaron y desarrollaron en
unas épocas en las que las cosas estaban especialmente confusas y convulsas, en
momentos en los que apenas existía tranquilidad y los problemas se acumulaban y
amontonaban por todos lados. Su pensamiento consiste en aconsejar que,
precisamente cuando el barco parece que se va a ir a pique, es más necesario
que nunca conseguir la serenidad, la calma y casi la inmutabilidad de ánimo,
como una especie de sonrisa placentera ante la adversidad y el desequilibrio.
Actitud que debe venir derivada tanto del esfuerzo personal como de la
confianza en la buena disposición de los dioses, del destino. Un consejo que
por otra parte han seguido en la historia muchos estrategas y hasta ha pasado a
formar parte de la cultura común de la que todos participamos.
Y en esas estamos, porque al Real Jaén, al que cada día y
por cada esquina le salen contratiempos, conflictos y enredos, el sábado, por
su esfuerzo y la buena voluntad del azar, todo le salía fácil y como natural. Y
tan relajado discurrió todo que hasta el sobresalto de última hora apenas lo
fue porque el equipo visitante, afortunadamente, falló el penalti.
Aunque, como siempre hay que pedir más, había quien
comentaba que, dada la bondad que el destino ofrecía ese día, hubiera sido
interesante algo menos de calma, un poco más de nervio y la fortuna de algunos
goles más para que los que andan rumiando si incorporarse como espectadores,
acabaran decidiéndose. Pero eso hubiera sido romper ese equilibrio relajado que
dominaba la situación. Que los dioses se molestan cuando los humanos nos
excedemos, y no conviene enfadarlos ahora que a lo mejor con la entrada de año
empiezan a ser buenos con nosotros.
22 de diciembre de 2003. Real Jaén, 2; Cacereño, 0
69. El capitalismo virtual
Si
ponemos sobre la mesa las cuentas de los clubes más poderosos, veremos en
seguida que, salvo en casos excepcionales, su situación económica no es muy
diferente de la del Real Jaén. Más ruido, más fama, más parafernalia pero, al
final, trampas por todas partes aunque, por supuesto, mucho más crédito. Esta
realidad fue además confesada el último verano por un buen número de clubes en
una carta dirigida al Gobierno, al que pedían árnica y comprensión. Y es que el
problema financiero del fútbol es lo que los expertos llaman estructural, es
decir, que no está instaurado en unos u otros clubes sino que forma parte del
sistema mismo por el uso y el abuso que se hace de los elementos afectivos que
hay detrás de las gestas atléticas.
Porque
en verdad el asunto de fondo es la mercancía que se obtiene con las inversiones
que se hacen en el deporte. ¿En qué consiste el inmovilizado de las empresas
deportivas? ¿Cuál es su patrimonio? Algo inmaterial, abstracto, incorpóreo: su
historia, sus triunfos compartidos con sus derrotas, o sus éxitos adobados con
sus fracasos. ¿Qué es en definitiva lo que vende el fútbol? Simplemente goles.
Y también vicegoles y hasta no-goles. Es decir, emociones y sentimientos,
pasiones, angustias, sugestión, embeleso... Y todo eso forma parte de lo que
llama Vicente Verdú el capitalismo virtual, es decir, un negocio en el que al
cliente no se le entregan objetos materiales y visibles sino que se le ofrece
simplemente felicidad, satisfacción, gozo, deleite y complacencia, aunque luego
no siempre se consiga.
Ese
es el valor que encierra una institución histórica como el Real Jaén. Y también
el motivo de que sea tan difícil y tan complejo hacer parroquianos y
consumidores estables, por más que pocas actividades reunirán en Jaén mil
asistentes a la semana. Por eso son mucho más interesantes de lo que parecen
los mantecados o las migas que ofrecen a los que vamos a ver al Real Jaén. Y,
por el símbolo que representan, es tan precisa y valiosa la colaboración de
empresas ajenas al club.