NOVIEMBRE 2003


61. Materia y espíritu

Aunque el primer principio son los goles, el fútbol conlleva, como todo el mundo sabe, un altísimo componente social que, al tiempo que su perdición, puede ser el camino para salvar los trastos cuando es necesario. Por eso todos sus actores adquieren tanto protagonismo con el que por cierto es imprescindible jugar. Es lo que le ocurre a la nueva directiva del Real Jaén, en especial a su presidente. Es obvio que, desde que tomó la dirección del club, su imagen ha adquirido un valor añadido muy importante, lo que significa en términos sociológicos que ha ganado un liderazgo social del que antes no disponía, al menos que se sepa. Desde ahora sus opiniones, cualesquiera que sean, son buscadas, conocidas, valoradas y tomadas en consideración. Este es su patrimonio social del momento, una condición que hay que explotar, un sobreprecio del que dispone para arrancar de la gente el ánimo y el sentimiento, que a fin de cuestas eso es el fútbol. A un presidente como él se le pide que, además de resolver los problemas materiales, caliente el clima deportivo de la sociedad, ejerciendo un liderazgo de entusiasmo y aliento que cambie el panorama de los aficionados. Las campañas sociales necesitan crear ambiente, caldear los espíritus y para eso no basta la razón y el pensamiento. Bien es verdad que espectáculos como el de ayer no le facilitan nada la tarea pero ahí está su reto y el camino para pasar gloriosamente a la historia del club y de la ciudad.

3 de Noviembre de 2003.                     R. Jaén, 0; Jerez de los Caballeros, 0.

  
62. La montera

El entrenador Nogués, que antes de
 finalizar la temporada anterior había sustituido
 a Anquela, acompañado de su “segundo”
 Antonio Rueda, que fue un jugador notable 
del Real Jaén)
Foto: Diario Jaén
Aunque a primera vista pudiera parecer lo contrario, pintan buenos augurios para el Real Jaén en esta temporada. Bien es verdad que la zozobra y el desasosiego aparecen amenazantes a la vuelta de la esquina pero, si uno se fija con cierto detenimiento, se puede dar cuenta de que los signos que aparecen en el panorama son propicios y únicamente es necesario aprovechar la suerte favorable que traen consigo. Después de tantos tropezones deportivos; la desatención, el desorden organizativo y las promesas  desinfladas; después de una venta destartalada y sórdida; y de la falta de consideración con la gente que en su día colaboró, aunque fuese simbólicamente, con el club, las cábalas y los vaticinios empiezan a sonreír y sólo basta con atender a su reclamo.
         Por una parte el club, además de giennense, empieza a tener consistencia. La nueva junta directiva ya tiene en su haber tres decisiones positivas que nadie podrá negarles. La primera, haberse hecho cargo del club cuando el horizonte no podía estar más negro y las esperanzas amenazaban lo peor. La segunda es haberse puesto en serio a ordenar la entidad de acuerdo a lo que dice el sentido común y la lógica de su tarea, con unos buenos modos de gestión coherente. Por último, explicar a la sociedad jiennense que no hay mayor tontería que ser dueños de un club si luego no acuden más que cuatro amigos, y que toda ayuda, por nimia que sea, es imprescindible.
         En cuanto al equipo, hay que hacer un repaso por los acontecimientos ocurridos dentro del campo para darse cuenta de que en esta temporada el destino está ofreciendo lo que se llama la suerte de los campeones, algo del todo imprescindible para el buen término en la clasificación. En no menos de cuatro encuentros de los doce disputados hemos visto de cerca la sonrisa de los dioses que, como en las fabulosas guerras de la antigüedad, detenían los dardos de los enemigos y los arrinconaban en los precipicios del terreno.
         Cuando Jabalcuz tiene montera, llueve aunque Dios no quiera. Es lo que pasa con el destino y lo único que tenemos que hacer es ponernos a su favor para aprovechar la corriente.

10 de Noviembre de 2003                         Melilla, 0; Real Jaén, 0.


63. Algo habrá que hacer

Desde luego que algo habrá que hacer ante las extremas dificultades que tiene el equipo para hacer goles. A grandes males, grandes remedios. Porque… imaginemos que el Real Jaén consiguiera una defensa tan perfecta que ya no recibiera ni un solo gol en todo lo que resta del campeonato: incluso en ese caso, por lo demás imposible en la práctica, su lugar en la clasificación sería vulgar si no se encuentra algún procedimiento para remediar el problema.
En estas condiciones los arbitristas de turno ya están aportando sugerencias. Pidamos a la FIFA, dicen algunos, que aumente la dimensión de las porterías. O que la duración de los partidos, proponen otros, se alargue hasta que alguien consiga un gol.
Y también hay quien sugiere volver a la estrategia de los orígenes del fútbol en el siglo XIX en la que casi todos los jugadores se ocupaban de meter goles y muy pocos de evitarlos, como cuando se produjo aquella revolución de ponerle un asistente al portero, pasando del 1-10, que parecía demasiado primario, al 1-1-9. Incluso hay quien sugiere el más prudente 1-1-1-8 inventado en 1880. Bien es verdad que ello supondrá recibir algunos goles más que ahora pero este esquema táctico podría ser muy rentable siempre que, con el desconcierto que generaría en el otro equipo, el objetivo sea conseguir un gol más que el contrario. Por otro lado con tantos goles el público se divertiría de lo lindo, aumentarían los espectadores y se incrementarían notablemente los ingresos del club.
         Bromas aparte (aunque así empiezan todas las revoluciones), lo único que tiene que hacer el equipo es seguir el consejo de manual que todos los sicólogos sugieren cuando la ansiedad asoma las orejas por la esquina. Hay que evitar los pensamientos negativos mecánicos, liberar le tensión mediante la ironía y el humor, y alimentar la autoestima. No obsesionarse con el problema y ver las cosas con serenidad porque ese es el camino seguro para su solución.
(En todo caso, en otro orden de cosas, deseo asegurarle a la junta directiva que por lo menos a mi no me debe nada el Real Jaén).

17 de Noviembre de 2003.                 Vecindario (Canarias), 0; Real Jaén, 0. 


64. La necesidad de la lógica

         Si es verdad eso que dicen sobre que la vida es a fin de cuentas una mezcla más o menos confusa de decisiones humanas y de azar, lo mismo habrá que aplicar a los deportes de competición, que a fin de cuentas no son sino una parte de nuestro tiempo y de nuestras ocupaciones. Como una de las actividades humanas, los juegos deportivos están sometidos a los vaivenes de lo que deciden sus protagonistas pero también a las consecuencias caprichosas e impredecibles de la casualidad, la suerte y la buena o mala estrella. Precisamente es la mezcla, unas veces fulminante pero otras muchas serena y lógica, de estas dos condiciones lo que hace atractivo y seductor el desenlace y por eso arranca tanta atención de la gente. Si todo fuera exacto y predecible como en las leyes de la naturaleza, nadie perdería su tiempo en ocuparse del deporte o de los juegos.
         Las quinielas son un buen ejemplo de todo esto. Hace unos años, muchos lo recordarán, el Real Jaén jugó y ganó en Sevilla y al Sevilla. Eran sin duda tiempos muy diferentes de los actuales (el próximo domingo nos lo recordará) y el partido había entrado en la quiniela del sistema anterior, en el llamado pleno al quince. El resultado fue elocuente de acuerdo con la lógica: esa semana, de cuarenta y ocho acertantes de catorce resultados, sólo cuatro previeron el triunfo de nuestro equipo.
         Pero, al revés, si todo fuera azar, si únicamente se dieran resultados imprevisibles y derrotas de los más poderosos ante equipos teóricamente inferiores, tampoco funcionaría la cosa. Es necesario que al menos de vez en cuando el desarrollo de los partidos resulte de acuerdo a los presupuestos, la experiencia, las condiciones del campo, las posiciones en la tabla clasificatoria y las expectativas de los diferentes equipos. Que la normalidad y la previsión se cumpla como corresponde, incluso con las condiciones que posee el vencedor y aunque esto confirme que, como dice algún filósofo por ahí, la lógica es el arte de no sacar conclusiones.
Afortunadamente ayer ocurrió así con el Real Jaén y hasta el resultado final del marcador señalaba aquello de lo que carece el equipo.
          
24 de Noviembre de 2003.                          Real Jaén, 1; Los Palacios, 0.