170.
Menos mal
Pues menos mal que se ha roto la
tortura y el tormento de malos resultados que el Real Jaén ha arrastrado en los
últimos tiempos. Con el triunfo ayer ante el Talavera, un resultado que la
estadística no facilitaba y que producía más de una duda consistente, el equipo
ha puesto una pica en Flandes y, además, casi alcanza la otra orilla, la de los
que se expresan con brillantez en las cosas que hacen. Porque el partido estuvo
adobado con un juego que, desde el punto de vista de la estética y el disfrute
del espectador, iba mejorando poco a poco, de manera que alguien que hubiese
viajado a Algeciras el domingo anterior diría que este partido ha sido el
revés, la otra cara, de lo ocurrido la semana pasada. El Real Jaén ha podido
romper todos los maleficios que le tenían sumido en la tristeza y la desgracia,
y hasta los aficionados nos quedamos con la miel en los labios y el lamento de
que el resultado debía haber sido más generoso. Serán los expertos los que
habrán de analizar lo sucedido para conocer las causas que han motivado la
mejoría.
La
tendencia. Aparte del
goce y la fiesta de haber ganado un partido y haberlo hecho en condiciones
(algo que casi estaba olvidado), lo que ahora importa es que se confirme en
próximas jornadas que, de momento y a pesar de todos los pesares, se han
empezado a arreglar las cosas y pueda estar esperando a la vuelta de la esquina
un futuro más provechoso. Por supuesto que con este triunfo no es que se haya
cubierto el déficit o se haya extinguido el adeudo, que la trampa de puntos es
bastante grande y hasta el momento la cuenta de resultados no es abundante,
pero, como dicen los economistas cuando hablan de grandes indicadores, lo
importante es que se modifique la tendencia, que es lo que habrá que confirmar.
Esperanza En esto está la cuestión. Porque todas estas
actividades colectivas se nutren sobre todo de la esperanza y la confianza, y
abren horizontes a quienes disfrutan con ello. Pero todo debe hacerse con
prudencia y sin exagerar, que ya dice el premio Nóbel Elías Canetti, que,
cuando todo está lleno de victoria, no se puede respirar. Un problema por
cierto que nosotros no hemos tenido últimamente: es más, que lo que estábamos
deseando era ver si nos asfixiábamos un poco, algo que es muy bueno, aunque
parezca una contradicción, para la salud general.
5
de Diciembre de 2006. Real Jaén, 1; Talavera, 0.
171. Tiempos de cambio
Como
si ya se hubiera adelantado el año nuevo en una especie de anticipo inesperado,
el Real Jaén iniciaba la semana pasada un proceso, un moderno proyecto. Tanto
en lo que se veía en el campo como en lo que se leía en la prensa y se
escuchaba en la radio, se anunciaba que está poniéndose en marcha una
transformación, posiblemente muy notable, de todas las estructuras de la
entidad. En el terreno deportivo, independientemente de lo que algunos profetas
han anunciado en cuanto a fichajes, los signos eran evidentes y claros ya que
un nuevo equipo técnico dirigía desde el banquillo el trabajo de los jugadores.
Pero también en el terreno empresarial se pronosticaban cambios y mudanzas a la
vuelta de la esquina, con lo que entre unas cosas y otras nos podemos encontrar
en cualquier momento que al Real Jaén le han cambiado, a excepción del color
del equipamiento y algún otro detalle, todas sus entretelas. Vamos, que se está
haciendo una especie de reconversión con la esperanza de mejorar los
rendimientos y hacer más beneficiosas las inversiones, económicas y afectivas,
que abonan la tierra en la que se desarrolla la entidad. Y, al parecer porque
tampoco hay mucha información de todo el arreglo, en estas estamos (o están):
mirando y observando por todos los rincones qué es lo que hay que dejar como
está y, al mismo tiempo, lo que es imprescindible y conveniente reformar.
Mientras tanto, la competición y los resultados, que es a fin de cuentas lo que
verdad interesa para todo, siguen su camino erre que erre, semana tras semana,
ajenos como es natural a todos estos tejemanejes y propósitos. Y es a ella a lo
que hay que atender prioritariamente porque los goles son la norma definitiva
del éxito o del fracaso. Así el domingo pasado el equipo no sólo ganó un
partido después de mucho tiempo sin hacerlo sino que a los espectadores que
acudieron a verlo les dejó un buen sabor de boca el entusiasmo y la belleza que
los jugadores pusieron en el terreno de juego, hasta el punto de que alguien
pensó que, si esto era el inicio de la nueva etapa, podíamos empezar a animar
el ambiente. Pero ayer se frenó en seco en Badajoz este buen comienzo de etapa.
Habrá que dar tiempo al tiempo, recordando aquello que dice Robert Graves en Yo
Claudio, que lo importante es lo que se dice, no lo que se tarda en hacerlo.
12
de Diciembre de 2006. Badajoz,
3; Real Jaén, 1
172. Tiempo de recreo
Con el final del partido de ayer se
paraliza la liga de fútbol un par de semanas, una práctica y usanza reciente
que reconoce a los futbolistas los derechos sindicales propios de cualquier
trabajador y, además, es coherente con el sistema de los clubes, que han dejado
de ser asociaciones deportivas y han entrado en el juego empresarial. La existencia
de este descanso navideño, gestionado como convenio colectivo en el marco de la
legislación laboral, es una muestra más del cambio cultural que se vive en el
fútbol, en el que los jugadores son considerados unos técnicos que hoy
defienden unos colores y mañana otros. Una mudanza parecida a la que también se
ha producido en otros ámbitos del trabajo: frente a su imagen mística de
transmisores de la cultura y los valores, los profesores pasaron a ser
trabajadores de la enseñanza; y los médicos dejaron de ser magos para
convertirse en profesionales. Este cambio sin embargo no ha roto ni ha
eliminado las esencias patrias ni el lenguaje apasionado del espíritu de la
tierra con que los seguidores siguen vibrando. Ni ha sido obstáculo para que en
realidad unos empleados (en el mejor sentido de la palabra) puedan
identificarse con unos colores, o los aficionados, a la hora de exigirles una
entrega total, los consideren como de casa. En realidad otra de las más
significativas contradicciones que encierra el fenómeno social llamado fútbol.
Pero,
volviendo al asunto de la interrupción de la liga, todo el mundo sabe, o al
menos intuye, que en los colegios el tiempo de recreo, lejos de ser un período
de descanso y solaz, es, por el contrario, un trecho especialmente trabajoso
para los responsables del funcionamiento de la entidad. Y algo parecido les
ocurre a los responsables del Real Jaén. Por como van las cosas, el inevitable
desafío que tienen entre manos, aprovechando este tiempo de vacaciones, es
ajustar los dos niveles en los que se desarrolla la actividad del club: la
empresarial (que desde fuera se aprecia como desajustada, en transición, y sin
diseño final estable) y la deportiva, (cuyas carencias están a la vista de
todos). No vaya a ocurrir como aquello que dijo el entrenador escocés Tommy
Docherty, hablando del Rotterdam, al que dirigía: prometí que lo sacaría de
Segunda División y lo hice: bajamos a Tercera.
19
de Diciembre de 2005. Real
Jaén, 1; Mérida, 4.
173. Sociedades Anónimas Deportivas
La
transformación de los clubes de fútbol en sociedades anónimas deportivas supuso
un cambio radical en la manera de entender la organización del fútbol, y esto
es algo que de vez en cuando debe ser recordado porque lo olvidamos con
frecuencia. Se trataba en principio de resolver el problema de las deudas
fabulosas que originaban en los clubes directivos, en unos casos irresponsables
y, en otros, gente de buena voluntad pero forzados por las circunstancias. En
realidad eran auténticas bancarrotas, unas veces por gastos suntuarios, otras
por dilapidación con mejor o peor intención en la adquisición de jugadores sin
preocuparse de modo alguno en el rigor económico, y en algunos casos por
verdaderos desfalcos. El caso es que, cuando veían venir los cuernos del toro
de lo que había que pagar, estos directivos, cuando menos atolondrados,
desaparecían de la escena pública y la trampa no hacía más que crecer y
engordar. En estas condiciones y para que tuviesen responsabilidad estos
manirrotos, la legislación ideó una nueva forma de administración de las
entidades deportivas que acabó, quizá sin querer llegar a tanto, desplazando la
propiedad de los clubes. Y con ellos la significación y el papel que los
aficionados o socios habían venido ejerciendo desde siempre. Si se ha
conseguido plenamente el objetivo propuesto es discutible porque, por lo que se
sabe, aun abundan en exceso las trampas. Pero lo que sí ha cambiado del todo,
para bien o para mal, es el papel que juegan, nunca mejor dicho, unos y otros,
propietarios y seguidores o abonados. Y de esta circunstancia ha surgido entre
ellos un grave desacuerdo muchas veces inevitable. Porque ¡claro! los dueños de
los clubes, los que ponen su dinero (a cambio de lo que sea, que esa es otra
historia), si son sensatos y prudentes, tratan de hacer una inversión,
razonable de acuerdo a sus posibilidades, y desde luego pretenden que sea
eficaz. A su vez los aficionados, que no costeamos prácticamente nada de la
financiación del club, que en el mejor de los casos apenas pagamos algo así
como un tercio, nos consideramos con el derecho de exigir calidad en el
espectáculo al que asistimos. En estas condiciones, ¿cómo resolver el dilema
que nos atenaza a unos y a otros y crea un divorcio entre afición y dueños de
los clubes?