122. Secretos en el fútbol. 2. Los
entrenadores
En
el fútbol no sólo los árbitros guardan el secreto, discutible y probablemente
ilegítimo, sobre las razones que les llevan a tomar sus decisiones sino que hay
otro colectivo que igualmente lo maneja y lo utiliza como una forma normal de
actuación, el de los técnicos, representados en la figura, hoy
considerablemente fortalecida, del entrenador. Los motivos que les llevan a
tomar sus resoluciones quedan ajenos al conocimiento, al menos, del público en
general. Incluso cuando se les pregunta sobre cualquier decisión eluden
responder, justificándolo todo en que es una cuestión técnica, sin que quede
muy claro lo que quiere decir esa expresión tan ambigua. Pero lo que resulta
aun más sorprendente es que este mismo juego de ocultismo se mantenga dentro de
la propia estructura interna de los clubes: no me ha dicho nada el entrenador,
aseguran muchos jugadores cuando se les preguntan por qué no están convocados a
un partido. La pizarra en la que se escriben los nombres de los elegidos es el
ejemplo material de cómo parecen irracionales las relaciones en un colectivo
que no llega a la treintena de personas. ¿Tan poca seguridad en si mismos
tienen los entrenadores como para temer que, si dan explicaciones, se deteriore
su autoridad, que además tienen garantizada por contrato?.
Todos los colectivos que manejan el
secreto como un elemento del trabajo creen tener sus justificaciones. Pero este
instrumento, que en la historia ha sido una excesiva y considerable fuente de
poder y de abusos, no vale de manera absoluta en este caso. Por supuesto que
nadie puede desear que antes de un partido se publique el sistema de juego
previsto. Tampoco necesitan explicación detallada otros aspectos. Pero cuando
se deciden asuntos de importancia como, por ejemplo, una retirada fulminante
del equipo de un profesional o su exclusión permanente, al menos hay que dejar
a salvo su dignidad como persona y como trabajador, y evitar que los dimes y
diretes deterioren su imagen.
3
de Enero de 2004.
123. ¿Solución a la vista?
Hay que ver cómo entre todos hemos
complicando esto del fútbol. Lo que en principio era un simple juego de dos
grupos compitiendo con un balón de testigo de sus éxitos y sus fracasos, poco a
poco, a lo tonto y como quien no quiere la cosa, se ha vuelto complejísimo:
sistemas financieros, deudas públicas y privadas, recalificación de terrenos,
legiones de periodistas especializados, ciudades y pueblos sufriendo o gozando
según les vayan las cosas a su equipo, y hasta decisiones jurídicas sobre los
profesionales, los semiprofesionales o sobre el público. Y en el fondo de este
caos y este lío la amenaza de ruina de lo que rodea este deporte. Todas las
estructuras del fútbol, incluido lo que ocurre en el terreno de juego, parecen
un objeto que está a punto de desmoronarse en cualquier momento por motivos
económicos o desinterés de la gente aunque luego al final siempre surge algo
imprevisto que aplaza la hecatombe.
Tenemos
en el Real Jaén a los jugadores que llevan tres meses sin percibir el salario
mensual (además, quizá, de algunos pagos por otros conceptos como, por ejemplo,
la ficha), una situación que cualquiera ve como lamentable e imposible de
sostener. La junta directiva, preocupada lógicamente por este grave desastre,
tratando de conseguir fondos para resolver la situación. Las entidades
bancarias (seguramente sólo algunas) negándose a prestar dinero, se supone que
porque ven peligrar la operación ya que, aun reconociendo la buena voluntad de
los responsables del club, éste no tiene demasiada cotización económica ni
social: de momento no hay patrimonio y el escaso número de aficionados que
acuden al estadio de La Victoria es signo de debilidad ciudadana. Mientras
tanto, como el equipo, al menos hasta ahora, se ha movido deportivamente de
manera ramplona y con escaso éxito de resultados, los aficionados no sólo no
aumentan sino que puede que hayan disminuido, con lo que menos ingresos, menos
empuje social, menos posibilidad de endeudamiento. Una especie de equilibrio
inestable, de rueda de desventuras, que, a lo mejor, el penalti de ayer empieza
a solucionar. ¡Ojalá! Y amén.
10
de Enero de 2005. Real Jaén,
1; Algeciras, 0.
124.
Como dijo Horacio
El
equipo del Real Jaén de momento sigue perdido en el laberinto de la
clasificación. Bien es verdad, y nadie parece negarlo en serio de manera
convincente, que su trabajo colectivo mejora y progresa pero no está claro si,
a la vista de las consecuencias y los resultados de estos esfuerzos, éste es
suficientemente adecuado. De entrada no lo parece porque no llega a alejarse
del todo del abismo que le amenaza y le deja ahí en medio de una tormenta sin
especiales armas de defensa. No parece capaz de dimitir del síndrome de la
debilidad sino que anda ahí sin más, como aspirando únicamente a ser uno de
tantos, de los del montón, como si esa fuera una virtud digna de ser deseada.
Es como ir en la rutina y a la rutina, sin pretensiones, una manera bastante
chabacana de sobrevivir sin más aliento. Como si los miembros del equipo
hubiesen leído, analizado y tratasen de aplicar el famoso texto del poeta
latino Horacio en el que éste elogia lo que podríamos traducir como la
excelente mediocridad, la virtud de ser de la masa, de los medianos: con más
violencia azota el viento los pinos de mayor tamaño, las torres más altas caen
de manera más espectacular y los rayos hieren las cumbres de los montes, dice
en algunos de sus versos; por eso vivirás mejor si no te arriesgas a navegar
por alta mar ni tampoco te pegas demasiado a la costa, porque en ambas
situaciones hay más peligros de los necesarios. Si estás en los puestos altos
de la tabla de clasificación, fijarán en ti su atención, estudiarán con más
detalle tus virtudes y, sobre todo, tus defectos para aprovecharlos en su
beneficio. Aunque tampoco es bueno moverse por la cola ya que cualquier
tropiezo, cualquier roca bajo el mar puede destrozar del todo tu barquilla y a
ver entonces qué se hace. Es decir, como en La Venganza de Don Mendo, para
ganar a la siete y media hay que ser muy prudentes: el no llegar da dolor pero,
si te pasas, ¡ay de ti!, si te pasas, es peor. Bien es verdad que en los
estadios de los equipos contrincantes se realza siempre la visita del Real
Jaén: es uno de los grandes del grupo, repiten en casi todos los campos, y por
eso no es infrecuente que declaren medio día del club cuando les llega esa visita.
Pero eso es ya otro cantar.
17
de Enero de 2005. Lorca, 2; Real
Jaén, 1.
125.
El final de la fábula
Y el caso fue que aquel rey, que tenía dos hijos, llamados
CD Linares y Real Jaén, y únicamente seis dinares para regalarles, en el primer
reparto que las viejas leyes del reino mandaban y tras el debate que ambos
mantuvieron, acabó dando la mitad de esa herencia a uno de ellos, al ver que
aportó en aquel momento mejores y más convincentes razones. Después, cuando
correspondía completar la cesión de los otros tres dinares que le quedaban, de
acuerdo a los mismos preceptos y tras una nueva lid entre ellos, al bueno del
rey le asaltaba el mismo disgusto que en la ocasión anterior: si quería tratar
por igual a los dos hijos, en la cuenta global se tenía que perder uno de los
tres dinares, lo que le hacía dudar mucho sobre qué hacer. Al final, en esta
segunda oportunidad decidió optar por esta alternativa y dio a cada hijo uno de
los tres dinares de que disponía.
Sin embargo el rey estaba
muy triste porque veía que los dos andaban pobres y necesitados de fortuna y de
éxito, sus negocios no les iban muy bien y apenas obtenían más beneficios que
cubrir gastos. Bien es verdad que se venían librando del déficit y que no
perdían dinero pero sus ganancias eran tan escasas que sobre su cabeza se
cernía el peligro de caer en el pozo de la ruina y el desastre, que hasta ahora
habían conseguido evitar. Y no es que ambos no se esforzaran y trataran de
buscar réditos a sus afanes pero la verdad es que parecía como si estuvieran
tocados de una mala y desgraciada fatalidad que no les dejaba ni a sol ni a
sombra. De todas maneras el rey siempre había sido sabedor de la menguada y
escasa cuantía de su fortuna y de que, con los dinares que legaba a sus hijos,
éstos no disponían de recursos suficientes para sus negocios sino que para su
mejor provecho necesitaban de esfuerzo, trabajo, inteligencia y también, por
supuesto, de fortuna. Y en estas virtudes tenía depositadas su confianza, su
optimismo y la ilusión de que, al final del trayecto, ambos obtuvieran tantos
rendimientos que pudieran aspirar a negocios de mayor fama y envergadura. Pero
el pergamino que narra esta fábula no cuenta cómo terminó la historia.
126. Penélope y la yenka
Casi
todo el mundo ha oído hablar de Penélope. Además de una famosa y comentada
actriz de estos días, Penélope fue, hace ya muchos siglos, la esposa de Ulises,
un héroe de la guerra de Troya que, por desacuerdo entre los dioses, no
conseguía volver a su tierra y a su casa, una vez acabados los acontecimientos
bélicos. La Odisea
es precisamente la historia de este retorno tan complicado. Y el caso es que,
mientras Ulises andaba con esos líos, su mujer vivía ansiosamente pendiente de
su regreso pero rodeada de pretendientes que le insistían una y otra vez en que
eligiera a uno para esposo ya que el suyo, a la vista de la tardanza excesiva,
tenía trazas de haberse muerto. Mientras Penélope tejía supuestamente el sudario
para el cuerpo de su marido, en realidad, para dar carrete a la situación,
deshacía por la noche lo que hilaba durante el día. Desde entonces, por ese tejer y destejer, ha
pasado a ser el símbolo de quienes constantemente hacen y deshacen cualquier
proyecto o cualquier tarea que tienen entre manos, los que pierden,
retrocediendo cada paso que antes han avanzado. Y, al revés, quienes son
capaces de recuperar lo que previamente se les ha escapado de la mano.
Y en esas parece estar el Real Jaén:
deshaciendo un día lo que antes ha conseguido o, al revés, recuperando lo
perdido en otros sitios. Como jugando a lo de ahora sí, ahora no. Rehaciendo
ante el Alcalá lo que se desperdició en Talavera y en Lorca, por no hablar de
Linares. Como Penélope. Y como la yenka, aquel baile que se caracterizaba,
entre otras circunstancias, por lo de adelante y atrás, que es una forma de
seguir en el mismo sitio. Por supuesto, a diferencia de ella a la que sólo le
interesaba enredar y entretener, sin quererlo ni buscarlo. Pero a fin de
cuentas, hasta el momento, enmarañando y liando las cosas, en los resultados y
en el juego, de manera que todo queda igual. Como estaba. Es decir, en una
molesta vulgaridad, de la que por ahora no se ve cómo se pueda salir. Ayer tocó
tejer, aunque poco y por los pelos. ¿Habrá manera de acabar por fin con este
tejemaneje y ver de una vez por todas entrar triunfante a Ulises para gusto y
satisfacción de todos?
31
de Enero de 2005 Real
Jaén, 1; CD Alcalá, 0.