179.
Partido de tópicos
Nadie espera de manera razonable que en
una obra de teatro los actores cambien a su libre albedrío el texto que ya está
escrito de antemano. O, en el cine, el guión que está previsto cumplir. Si uno
asiste a una función y ha leído antes la obra, ya conoce con detalle lo que va
a pasar: el que sale al escenario no tiene, naturalmente, capacidad de
modificar el argumento que el autor puso en su relato cuando escribió la obra.
Todos sabemos que, siempre que se represente la ópera, Carmen morirá a manos de
don José y éste después se lamentará de haberlo hecho. Y lo mismo acontece en
cualquier película de género a la que uno decida acudir. Pues algo así ocurrió
ayer, a juicio de algunos aficionados, en el partido que jugaron el Linares y
el Real Jaén. Todo lo que había que hacer estaba como escrito y anotado de
antemano. Como en un rígido protocolo, desde el primer momento ya se conocía el
proceso y todo se cumplió al pie de la letra. Pero no sólo durante el tiempo de
juego sino en los prolegómenos de los días anteriores, en la preparación del
partido, el desarrollo del juego y hasta en el resultado y las explicaciones
deportivas. Ambiente de especial empuje en los medios de comunicación durante
la semana previa y grandes espacios dedicados al acontecimiento deportivo y
social; número de asistentes ya casi no recordado en La Victoria; piques
grupales más o menos organizados y entrenados; una cierta tensión en el juego
que causó más de un error impensable, y un resultado que llaman los expertos
acomodado a un partido de estas características, de una especial rivalidad. Lo
anunciado y lo que corresponde en un caso como éste. Pero eso no quita méritos
de ninguna manera a la capacidad artística del intérprete. Los protagonistas
han sabido cumplir con extraordinaria perfección lo que tenían que hacer. Pero
los tópicos y el destino tienen también su poder y no es fácil luchar contra
ellos. La singularidad de un partido como el de ayer exigía que se cumpliera
todo lo que correspondía a un derbi porque de otra manera ni derbi ni nada.
Bien es verdad que alguien que no haya asistido al partido puede decir que esa
película ya se la sabía. Pero el encuentro de ayer no podía ser como un domingo
cualquiera. Hubiera perdido prestigio. Como decía Gracián, hay que tratar
siempre con gentes de principios.
6
de Febrero de 2006. Real Jaén, 0;
Linares, 0.
180. Unas tapas
En las papeleras que hay alrededor del
campo del Alcalá de Guadaira, donde el Real Jaén jugó y ganó ayer, la gente
coloca una tabla, que se convierte en mesa portátil, y en ella pone los embutidos
que traen de casa. La bota la cuelgan en una esquina a disposición del grupo.
En las dos barras del estadio hay cerveza, vino y hasta unas tapas, que se
ofrecen calentitas y todo. ¡Un verdadero aperitivo en torno al fútbol, que
parece una excusa para pasar un rato de convivencia! Los partidos, claro está,
se celebran normalmente por la mañana ya que tiene que notarse la influencia de
los grandes equipos sevillanos, y es casi seguro que ha sido de ahí de donde ha
debido surgir esta específica y singular liturgia, probablemente más social que
deportiva. O ¡vaya usted a saber! El ambiente es cálido: hace una mañana
estupenda, sin demasiado sol pero con una luminosidad extraordinaria y
acogedora. Y la gente no puede ser más amable ni respetuosa con los escasos
visitantes que desde luego pueden expresar con toda libertad y sin que nadie se
enoje ni ponga mala cara, sus preferencias y su afecto por el Real Jaén.
Incluso la expresión del presidente, que por cierto cada vez parece más
relajada y sobre todo aliviada, resultaba cálida, chispeante y feliz. Decía
Ramón Gómez de la Serna en una afamada greguería que hay quien se reserva para
dar limosna sólo a los pobres que haya en la puerta del cielo. Pues en Alcalá
de Guadaira no tienen tanta paciencia y halagan con naturalidad y llaneza a los
que vienen a su encuentro. Y tampoco se enfadan demasiado cuando la veleidosa y
antojadiza fortuna les proporciona un desplante y casi regala a nuestro equipo
el triunfo final. Ya lo dicen los cronistas: si en la primera parte hubo un
equilibrio consolidado en el juego, en la segunda fue el equipo de casa el que
el que hizo toda la tarea, y la primera vez que el Real Jaén se acercó a la
portería contraria, casi al final, fue cuando hizo el gol del triunfo. Y en ese
recodo último hasta estuvo a punto de aumentar la diferencia. ¡Lo que es la
vida! El ambiente, humano y físico, era tan amable y acogedor que a más de uno
le quedó la duda de si el resultado fue un gesto de delicadeza de la buena
gente que había por allí. Como resumen, trayendo de nuevo a Gómez de la Serna,
podemos decir que hizo tan buen día que todas la llaves se fueron de paseo.
13
de Febrero de 2006. CD Alcalá, 0;
Real Jaén, 1.
181.
Cuesta arriba
Ya lo resaltan los periodistas
profesionales en sus crónicas e informaciones: de pronto, como quien no quiere
la cosa, el Real Jaén se encuentra, en la segunda vuelta de la liga, con una
estadística de resultados que resulta la mar de interesante. No es que tenga un
valor maravilloso, sobre todo por el escaso número de jornadas que se computan
pero merece destacarla con un prudente ¡hurra!, porque la cosa se empieza a
animar. Con el triunfo de ayer ante el equipo de Cuenca, -que el año pasado
estuvo en un tris de ascender de categoría mientras que ahora corre el peligro
de todo lo contrario- el caso es que en
estas cinco primeras jornadas de lo que va de segunda vuelta el equipo ha
conseguido la interesante cantidad de 10 puntos, por cierto un par de ellos más
que en el mismo período de la primera vuelta. Y si en aquel momento, recordarán
los aficionados, el ambiente que se empezó a vivir era de alegría y de mucha
esperanza, ahora, que estamos incluso un poco mejor que en aquel momento, hay
que empezar a animar el cotarro. Aunque ya se sabe que de los escaldados salen
los avisados y que después del fiasco de entonces más de uno tratará de nadar y
guardar la ropa no sea que de nuevo haya algún tropiezo en el desarrollo de la
cuesta arriba a la que se enfrenta el Real Jaén. Cuesta por cierto bastante
empinada, larga y estirada a causa de los múltiples tropiezos y tropezones
sufridos durante demasiado tiempo en lo que llevamos de temporada. Por eso hay
que aprovechar estos triunfos y los pasos que se vayan dando hacia lo alto de
la clasificación para animarnos todos. Los datos de estas cinco jornadas,
además, después de la reorganización del club y del equipo, confirman la
voluntad decidida del nuevo proyecto. Es necesario que el grupo social que
anima y apoya al Real Jaén vaya acostumbrándose a tener siempre presente el
horizonte de éxitos que el club ha puesto sobre la mesa, porque en esto del
fútbol ya se sabe que hay mucho de voluntarismo y el entusiasmo colectivo es
una fuente muy importante de triunfos. Y para eso no hay mejor momento que
oportunidades como ésta en la que el equipo empieza a subir peldaños. No vaya a
parecer que soñamos porque ya no estamos acostumbrados y se nos habían olvidado
estos lujos. A lo mejor es verdad ese refrán de nuestra tierra que asegura que
con el tiempo y una caña, se es el amo de España.
20
de Febrero de 2006. Real Jaén, 1;
Conquense, 0.
182. Los locos de Cartagena
Que como todos saben, empezaron siendo
cuatro (Antonio C., Alex, Cordobés y Jose) y ahora son ocho porque se sumaron
otros cuatro (Juanmi, Buyo, Nacho y Ángel) viajaron el sábado a Zafra. Y bien
que se notaba su presencia, además de sus buenas formas, que el entusiasmo y el
buen humor no tienen por qué ir acompañados de gestos torpemente estruendosos.
El caso es que el sábado estaban allí, en el partido que el Real Jaén jugó ante
el Díter y que, al final, perdió contra todas las esperanzas: precisamente la
circunstancia de que era, y sigue siendo, el colista de la clasificación y sólo
había obtenido dos victoria en toda la competición, había abierto en los aficionados
unas razonables expectativas que luego no se cumplieron. Mientras se jugaba,
casi lo único que se escuchaban en el campo eran sus voces de ánimo a los
giennenses. Un escritor humorista de la primera mitad del siglo pasado,
Wenceslao Fernández Flores, que no entendía nada de fútbol pero que, desde el
sentido común y la broma, escribió un libro sobre todo esto después de asistir
durante unos meses a unos cuantos estadios, se agarró a lo del jugador número
doce y defendió la teoría de que, cuando los equipos abandonan su sede,
deberían llevarse también su público como se llevan sus zapatones, sus
masajistas y sus piernas. Si esto no se hace, venía a decir, se rompe la
equidad porque a la alineación le falta un puesto por cubrir y eso es dar una
injusta ventaja al equipo contrario. O sea, todos los aficionados de un sitio
para otro. Seguro que sin haber leído a este autor pero siguiendo esta
doctrina, los ocho jóvenes, que viajan en dos coches particulares y forman el
grupo de los locos de Cartagena, estaban allí, mojándose durante todo el
partido y ocupando ellos solos y únicos lo que llamaríamos la zona de
preferencia. El escaso público que acudió optó por situarse en la zona de
tribuna para guarnecerse del viento y de la lluvia que, aunque no demasiado
intensa, prácticamente nunca dejó de caer en el transcurso del partido. Lo mal
de todas estas cosas es la vuelta: de noche, con una carretera que parece que
nunca termina, desapacible además en esta ocasión. Y la derrota sobre los
hombros. Pero entonces mostraron su grandeza: no ha podido ser, dijeron con
calma y serenidad, será en otra oportunidad. Por supuesto que sí.