148. La casa de cristal
La tarea que los directivos de los
clubes, especialmente de fútbol, tienen por delante es mucho más difícil de lo
que pudiera parecer a primera vista. A quienes deciden dirigir una de estas
entidades les vienen encima tal cantidad de cargas que los doce trabajos
míticos de Hércules parecen una bagatela comparados a lo que tienen que hacer
para salir adelante con éxito. Y no es que en principio sea tan complicado
gestionar, con mayor o menor esfuerzo y tino, la organización y el destino de
un club de fútbol. La dificultad extrema viene como resultado de la carga
social y la repercusión de lo que hacen y lo que dicen quienes se encargan de
esas cosas, de las consecuencias públicas y generales que se derivan de sus
actos, sus trajines, de lo que se inhiben y lo que opinan porque todo eso forma
parte del tinglado y sirve para animar o para desanimar a la masa social que
luego es indispensable para el desarrollo del equipo.
Al
fin y al cabo los partidos no se juegan en la clandestinidad y, si no hay
afición, si no hay gente para ir al campo, se viene abajo todo el artificio
(aunque por supuesto los dineros que aportan los aficionados apenas cubran una
parte menor de los presupuestos). Sin embargo, por un montón de razones que no
vienen al caso, su presencia es indispensable para la supervivencia de los
clubes. Por eso es tan importante tenerlos enganchados en el proyecto deportivo
y social. De ahí que lo que hacen, lo que declaran, las decisiones que toman
los directivos se conocen como si vivieran en una casa de cristal en la que
todo se ve y todo se sabe. Los que dirigen un club de fútbol acaban siendo, lo
quieran o no, unos líderes sociales que han de tener presente en cada uno de
sus movimientos las consecuencias que producen en los aficionados todas y cada
una de las cosas que dicen o hacen. Manifestar, por ejemplo, como han hecho,
que hasta que comience la liga no hay prisa en terminar de perfilar el equipo
puede considerarse una señal de calma y prudencia pero se puede convertir
también en una adormidera y una hibernación de las ilusiones deportivas de la
afición. Y luego, cuando haga falta, a ver quién despierta a la gente. Además,
con el calor que hace.
4
de Julio de 2005
149. Estamos a punto
Lo interesante y decisivo de un eslogan
es que enganche. No por supuesto de cualquier manera, (que ha habido veces en
las que la popularidad del mensajero ha ocultado el material que trataba de
vender) sino que sirva de vehículo eficaz del producto que se trata de hacer
llegar a la gente, a los posibles interesados. Lo que no sea eso, es inútil y
hasta un gasto improductivo. Para lanzar el próximo campeonato de liga y estimular
a los aficionados, el Real Jaén ha elegido el eslogan “Estamos a Punto”, una
expresión muy frecuente en nuestro lenguaje de cada día que tiene dos
significaciones fundamentales. Una es estar listos, en estado de forma, con
todos los preparativos acabados, como cuando pensamos empezar algo y decimos
que ya todo está perfectamente organizado. La otra acepción hace referencia al
tiempo, al momento adecuado y oportuno en el que algo debe producirse para que
tenga resultados buenos, óptimos. Unidos estos dos significados, “estar a
punto” viene a ser una situación fantástica, de ensueño, de padre y muy señor
mío: dispuesto lo necesario y conveniente, empezamos ya, sin aguardos ni
retrasos, que la impaciencia cuando todo está preparado y se retrasa suele producir
ansiedad. ¿Quién no ha soñado alguna vez en tener listas las cosas de esta
manera cuando manejamos algún proyecto a la vista: un negocio, un ligue, una
comida especial o un viaje? ¿O simplemente una fiesta de cumpleaños? Desde este punto de vista, la frase está bien
seleccionada, parece buena la elección y es razonable pensar que triunfe. Pero
ya se sabe lo que pasa con los mensajes publicitarios: pueden poseer las
mejores garantías de éxito y luego fracasar en su intento de llegar a la gente.
Por supuesto que es imprescindible un buen tratamiento publicitario: si no se
mima y se trabaja rigurosamente en su divulgación, el mejor mensaje puede
resultar baldío e ineficaz. Pero después viene lo otro, que seduzca, que
embelese, fascine y enamore. Y eso es ya otro cantar. Todo eslogan encierra un
elemento irracional que está más allá de la voluntad de su creador. Aquí
entramos ya en la magia, en el misterio. Y desde esta perspectiva, sólo vale
desearle suerte y éxito.
11
de Julio de 2005
150. La nueva plantilla
Parece que el Real Jaén, para la
próxima competición liguera, tiene prácticamente confeccionada la plantilla,
formada por jugadores que llegan nuevos, después de que la mayoría de quienes
estuvieron en años anteriores hayan abandonado el club. A lo que se ve, la
entidad ha optado por las novedades, lo de borrón y cuenta nueva, renovarse o
morir, y otras afirmaciones por el estilo. Cuando nos acerquemos a La Victoria,
tendremos que poner en funcionamiento las neuronas para conocer y reconocer a
nuestros jugadores y, después, poder advertir sus cualidades técnicas,
deportivas y temperamentales, en el terreno profesional, por supuesto. Habrá
que averiguar quién recibe menos tarjetas, quién arriesga más en su puesto,
cómo se desenvuelve cada uno a la hora trabajar en equipo y otras muchas
peculiaridades que sirven a los aficionados para tener esperanzas de juego y
resultados, y como objeto de discusión y conversación. Esa es la decisión de la
directiva, en lugar de mantener la estructura básica del equipo del año pasado.
Una política de empresa que a más de uno probablemente le haya causado alguna
preocupación futbolística. Porque en el fútbol, como en otras muchas
actividades de la vida, circula como aconsejable la teoría de que no se puede
estar siempre empezando de nuevo, que eso es una falta de sabiduría. Pero
parece que lo que en el fondo ha pasado es que el club se ha visto en el
menester de hacer de necesidad virtud. Por las declaraciones públicas de los
responsables, la directiva no se ha inclinado por la renovación porque le
convenciera más esa estrategia. Lo ha hecho porque no tenía otra salida
económica. ¿Con qué resultado? Ejemplos para lo uno y para lo otro los hay a
montones. El caso del Levante el año pasado ha sido citado una y mil veces como
modelo significativo de cómo un equipo nuevo, al principio de la competición,
funciona espléndidamente y, luego, una vez articulado, cae en picado, una
experiencia que ha roto todas las teorías sobre la compenetración de los
jugadores. Esperemos que ese sea el caso del Real Jaén y que, después de una
renovación forzada por la carestía, explote en calidad. Pero para toda la
temporada. Amén.
18
de Julio de 2005
151. La oveja negra
Un amigo mío está plenamente convencido
de que, para que algo triunfe de manera rotunda, un camino cierto y seguro es
prohibirlo. Vetar la celebración de algún acontecimiento es el mejor camino
para asegurarse un lleno. Es lo que suele pasar con la venta de un libro o un
disco censurado: éxito total. Pues de acuerdo con esa teoría, que se prohíban
los partidos de fútbol del Real Jaén y seguro que La Victoria se va a quedar
pequeña. Probablemente sería más rentable a los directivos en ese caso ocupar
su tiempo en persuadir a alguna jerarquía para que promulgue una orden de
suspensión que andar convenciendo a unos y a otros para que se hagan socios. Al
fin y al cabo decía Azorín que en España el vocablo mandar ha sido siempre
sinónimo de prohibir y por tanto estamos ya todos muy acostumbrados. Lo malo
(porque todo tiene su lado negro) es que después de emitir la orden esa tal
autoridad sin duda sería, cuando menos, lapidada. Y eso, naturalmente, no le
gusta a nadie. Como recordarán algunos aficionados, esta historia ya ha
ocurrido hace un par de años en la capital asturiana: cuando el Oviedo CF
descendió, por deudas, a la Tercera División, el alcalde, enfrentado desde
mucho tiempo antes con la directiva, decidió promover un club alternativo con
los mismos colores y un nombre parecido, Oviedo ACF. Fue la señal de alarma. Y
mientras la asistencia de público al equipo promocionado por el alcalde nunca
pasó de unas docenas de personas, a los partidos del Oviedo CF, como nunca se
había visto en esa categoría, cada domingo acudían miles de espectadores,
normalmente más de veinte mil, y además con pancartas y en manifestación.
Monterroso cuenta que en un lejano país existió una vez una Oveja negra que fue
fusilada. Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua
ecuestre que quedó muy bien en el parque, y así cuando aparecían ovejas negras
eran pasadas por las armas para que las futuras generaciones pudieran
ejercitarse también en la escultura. Por eso la autoridad que firme la
prohibición no tiene que preocuparse: pasado un tiempo razonable le levantarán
una estatua, y eso será lo que se haga siempre que el club pase por
dificultades.