246. El marcador
Ha venido pareciendo como cosa de
brujas o algo por el estilo, sobre todo dada la aparente facilidad para su
remiendo. Incluso en alguna ocasión llegó a ocultar la realidad del resultado
que en verdad se estaba produciendo, adjudicando méritos y goles a quien no los
había ganado en legítima lid. Pero en la tarea en la que se ha mostrado
espectacularmente desorientado ha sido en medir el instante. Como si aún no
hubiera ocurrido el Big-Bang o poco menos. Y donde ha puesto un ortodoxo salero
especial ha sido en la configuración de los dígitos: que si una línea
representaba unas veces un 7, otras un 1 y en ocasiones un número imaginado,
casi propio de Alicia en el País de las Maravillas. Y lo mismo acontecía con la
representación de un ángulo y de otras figuras más o menos geométricas, que eso
es otro cantar. A veces parecía volver atrás, en una simpática imitación o
mímesis de la máquina del tiempo. Ocasión hubo en la que ante el juego anodino
e insulso que se estaba viendo, como recurso de distracción, algunos se
solazaban, y hasta discutían, jugando a las adivinazas sobre qué hora y minuto
de juego era el que aparecía en su pantalla. El peor momento de todas formas,
el más dramático y angustioso, se producía en los períodos finales en los que
casi se decide el partido en un par de minutos y no había manera de saber
cuánto faltaba para terminar. El marcador, durante casi toda la temporada, iba,
como decimos en el lenguaje familiar, por libre; se movía a sus anchas con
plena autonomía y desenvoltura; y con diferente fortuna creaba una realidad que
no siempre se correspondía con los deseos de los aficionados. Refiere Augusto
Monterroso el cuento de una mosca que todas las noches soñaba que era un
águila, lo que en los primeros momentos le hacía muy feliz pero que, luego,
viendo su incapacidad para posarse en los ricos pasteles, sufría un montón de
pesadillas que le hacían dormir muy mal. Pues el marcador acababa su tarea
volviéndonos a la realidad y nunca fue capaz de regalarnos un triunfo cuando
más lo necesitamos. (Su mayor virtud no obstante es que ahora nos permite
entretenernos comentando sus simpáticas fechorías mientras no tenemos otra cosa
mejor que hacer, a la espera de que se forme el equipo para el año que viene. Y
desde luego en la confianza de que en la próxima temporada funcione bien ¡eso
sí, siempre a nuestro favor! Es hacer poesía para pasar el rato).
4
de Junio de 2007
247. De índole personal
El oficio de jugador de fútbol forma
parte de esos colectivos cuya tarea exige un público delante. Y esa condición,
además de evidentes ventajas, tiene bastantes inconvenientes. Uno de ellos es
que por lo general apenas nos fijamos en la dimensión humana que subyace en
esos protagonistas. Y eso se aprecia mucho ahora cuando se están planificando
los equipos para la próxima temporada, eligiendo un diseño de interpretación
futbolística, y buscando profesionales que lo ejecuten. Trabajar ante el
público tiene su morbo y su busilis, lo que da lugar a que todos nos olvidemos
de la persona que vive en cada fichaje o cada despido de un jugador. Por
supuesto que, como en todos los trabajos, a la hora de formar un dispositivo
eficiente y adecuado deben tenerse muy en cuenta los legítimos rendimientos
empresariales, y las aspiraciones y exigencias de la clientela. Pero nada malo
hay en fijarse en que, detrás de la adquisición o el cese de cada futbolista,
hay probablemente unos niños que tienen que cambiar de colegio, y de compañeros
y amigos según recale su padre en uno u otro equipo; una familia forzada a
cambiar de localidad, barrio, vivienda, vecinos y costumbres sociales; y unos
valores e intereses personales y profesionales. Cuando uno ve en los días de
partido, en las gradas del estadio, a la agrupación de familiares de los
jugadores, puede apreciar el fondo humano de esos trabajadores a quienes se les
exige, como no podría ser de otra manera, un rendimiento impecable. El jugador
Garmendia decía a José Eugenio Lara algo de esto al incorporarse la pasada
temporada. El defensa, que tenía un año más
de contrato con el Extremadura, explicaba su salida del club
"porque hemos pasado un año muy malo. Voy al Real Jaén perdiendo mucho
dinero, porque he tenido que perdonar en el club extremeño cinco o seis
mensualidades y varios plazos de fichas. Pero no podía seguir en Almendralejo.
He tomado esta decisión, porque el dinero no lo es todo en la vida. Voy a un
equipo fenomenal para recuperar la ilusión que había perdido en el Extremadura.
El Real Jaén tiene un proyecto fantástico y yo quiero ser partícipe de él”. El
proyecto luego no se ha cumplido del todo pero su apuesta, como la de sus
compañeros, ahí quedó. Y no es malo recordar estos aspectos de índole personal
en futbolistas que, por lo que sea, no han entrado en la élite de los
privilegiados. Al menos, por el momento.
11
de junio de 2007
248.
Quebranto FIFA
La FIFA tomó una resolución, referente a la
dramática jornada de ayer, cuyo significado y alcance ha quebrantado el
principio, indispensable para el recto ejercicio de la competición deportiva,
de igualdad de trato entre todos los participantes, poniendo además en
evidencia que, como siempre ocurre, los poderosos se llevan todas las ventajas.
La cosa es que en todo el mundo la jornada de ayer estaba destinada a los
encuentros internacionales que correspondieran, entre los que destacaban alguno
como el de Malí ante Sierra Leona con efectos clasificatorios en la zona
africana. Y, como es natural, a estos países le interesaba mucho poder disponer
de sus mejores jugadores. Todo estaba claro y resuelto: era un partido
anunciado hace mucho tiempo, incluido en una competición FIFA, y les
respaldaban todas las normas y reglamentos al respecto. Pero de pronto ha
surgido el conflicto a cuenta de la liga española que termina su campeonato
fuera del canon de todas las demás. Y entonces, el organismo internacional,
incumpliendo sus propios preceptos, ha desatendido sus obligaciones con Mali, y
también Brasil, que se han quedado sin los jugadores que lo hacen en España. El delantero del Sevilla Kanouté ha dicho que por supuesto juega donde le digan pero que "han
tenido un año para arreglar el calendario.
En África, el fútbol es un
sentimiento muy grande y Malí se queda sin sus mejores jugadores para un
partido importante, es una falta de
respeto". Y algo por el
estilo ha apuntado el entrenador brasileño. Curiosamente quien no ha podido
hacer las mismas valoraciones ha sido el seleccionador, por ejemplo, de Chile a
cuyos futbolistas no han permitido volver al Celta. En esta circunstancia alguien podría entender que, al ser tratados de
igual manera los tres equipos principales, se practica la virtud de la equidad
pero no puede aceptarse que las reglas que han regido para toda la competición
se modifiquen o se incumplan para un solo partido por muy importante que el
azar haya hecho que sea. Porque eso deslegitima todo el campeonato. ¿Se
derivarán algunas consecuencias de este desafuero? El poderoso se llevó el gato
al agua y ya está. Alguien ha escrito, con cierta dosis de cinismo, que ya se
habrá encargado el organismo mundial de pedirle al árbitro del encuentro que,
para compensar desigualdades, echara una mano a Malí. Se desconoce si ha
ocurrido así.
18
de Junio de 2007
249.
Hablar del equipo
Que
hablen mucho de uno aunque sea mal es, para algunos, una simple broma y, para
otros, una manera de criticar a los amigos y a los personajes públicos. No
obstante hay gente que ha hecho de esta expresión un principio de conducta, una
forma de vivir y de comportase. Muy conocida y montones de veces citada, como
por otra parte era su propósito, es la trastada de Eróstrato, aquel pastor
griego que con la intención de hacerse famoso quemó el templo de Diana en
Éfeso, una de las Siete Maravillas del mundo antiguo. Para desquitarse de su
mala acción, los tribunales de la época prohibieron, bajo pena de muerte, que
se citase su nombre, pero fue una decisión inútil. ¡Hasta en El Quijote se
habla de él! Conseguir que hablen de
uno, aunque sea mal, es en muchos casos un negocio, un buen negocio.
Precisamente por eso a nadie debe sorprenderle el uso financiero y económico
que de su mala fama hace muchos personajes de todo tipo y condición. De todas
formas siempre es mejor que hablen bien. Si que despotriquen de uno puede ser
una ganga, mucho más lo es que lo ponderen y enjabonen. Incluso a más elogios,
mayor beneficio. ¿Sería beneficioso para el Real Jaén que se hablara mal de él?
Evidentemente no. El éxito y la ganancia consiguiente están precisamente en lo
contrario, en que todo el mundo, primero, lo refieran y aludan a todas horas y,
después, que la mención sea encomiástica y lisonjera. Al decir de los
periódicos, éste parecer ser el camino que pretende por el club, que empieza a
vender la ilusión de la próxima temporada a los socios, que se hable mucho y
bien del equipo: parece obvio que, para vender abonos al público, antes hay que
contagiarlos de esperanza contagiosa por la palabra y los hechos. Sin embargo
espinosa y peliaguda cuestión. Conseguir esto es harto difícil cuando las
encuestas aseguran que la conversación de fútbol en todas partes la acaparan
los dos grandes, el Real Madrid y el Barcelona. ¿Qué hacer ante esta situación?
Naturalmente no parecería una buena estrategia que el club, siguiendo las
señales de Eróstrato, incendiase algún edificio público para llamar la atención.
Pero ya de entrada da la impresión de que hace falta ruido porque la exquisitez
en las relaciones publicitarias ofrece escasos resultados. Como mínimo, para
impresionar y que se hable del Real Jaén, hacen falta truenos, relámpagos,
bombas, cohetes, tambores, etc., etc.