26.
Los tres tristes tigres.
El Real Jaén es este año un
equipo, y seguramente una sociedad, además de triste, frágil e inconsistente.
Cualquier estornudo es suficiente para abrirle una grieta en el camino, basta
un suspiro para que se derrumbe todo el engranaje. El encuentro del pasado
viernes con el Málaga B es un buen ejemplo de ello: un mal bote del balón fue
bastante para perder el partido. Aunque bien es verdad que, de no haber
ocurrido este accidente, tampoco hubiera ganado porque no fue capaz de hacer
siquiera un gol. Ese es el problema. ¿No es triste que el único argumento
positivo del partido sea decir que al menos se mereció un triste empate? ¿Un
triste cero a cero como objetivo deseable? No es que le
vayan mejor las cosas a los otros dos equipos giennenses pero tanto el Linares
como el Torredonjimeno pueden aducir que es una inestabilidad de crecimiento,
resultado de un ascenso de categoría. En el Real Jaén la historia es diferente
y la endeblez tiene otro origen y otras causas. No se trata de repetir otra vez
la crónica de los errores de planificación o la excusa de no haber mejorado la
plantilla en Enero. Eso por supuesto. Pero a estas alturas de la competición la
realidad es más compleja. Un estilo de juego inaguantable por aburrido, unas
gradas prácticamente sin gente... Y lo peor es un gran vacío social, que a lo
mejor entre todos podríamos empezar a ver cómo romperlo. Mientras, todo
demasiado triste. Como los tres tigres del verso, que seguramente estarán
paseando por el carnaval.
3 de Marzo de 2003. Real Jaén, 0;
Málaga B, 1
27. Hacer cuentas
Sin que se entienda como una
afirmación precisa y rigurosa, se puede decir que en el desarrollo de las
competiciones deportivas, en este caso del fútbol, hay dos señales claras que
permiten determinar si se está empezando la temporada o, por el contrario, se
ve ya el final a la vuelta de la esquina. Basta leer o escuchar las
declaraciones tanto de los profesionales como de los aficionados y observar si
hablan del futuro o lo hacen de cuentas. En el primer caso suele servir de
referencia el tiempo, algo así como que ya veremos y seguro que conseguiremos y
resolveremos los traspiés. Pero al ritmo de cómo se va acercando el término del
trayecto crece el interés por lo que unos llamarían de manera discutible las
matemáticas, otros la contabilidad y los más simplemente las cuentas. Y es que
se acerca el momento de agarrarse al clavo ardiendo de un punto o incluso de un
gol para asegurarse el éxito o, cuando menos, evitar el desastre. Es el caso en
el que la precariedad empieza a ser una virtud, como le ha ocurrido al Real
Jaén esta semana. Menos mal, por una parte, que de momento en la contabilidad
del fútbol todavía no se le ha ocurrido a nadie restar puntos. Y, por otra, que
lo cualitativo deja de tener sentido para ser sustituido por lo cuantitativo
como criterio único de valor. Al final de todo, la mayoría de los asuntos de la
vida terminan ajustándose en escalas, en números, en cuentas. Es el más o menos
con que se preguntan permanentemente los enamorados.
10
de Marzo de 2003. Cartago
Nova, 0; Real Jaén, 0.
28. El papel que juega el Real Jaén
Todos sabemos por
experiencia, y así lo confirman los libros de sociología y sicología, que la sociedad
asigna a cada individuo y a cada grupo social unos determinados papeles para
jugar en la vida. Papeles o roles, que también se llaman de esta manera,
relacionados con nuestras funciones y tareas en el trabajo, la familia o los
amigos, en el mundo en definitiva en que nos movemos y que hacen que nuestra
conducta sea más o menos previsible, que se pueda pronosticar con mayor o menor
precisión cómo nos vamos a comportar normalmente. Los papeles o roles que
corresponden a cada uno de nosotros dependen del status o la situación social,
normalmente económica, que nos ha tocado y que viene determinada por el
destino, el azar y las decisiones humanas. En el ámbito del fútbol se espera,
por citar algún ejemplo sencillo, que el Real Madrid o el Barcelona no sólo
ganen sus partidos sino que hasta la fortuna o el azar le sean propicios y
naturalmente la noticia se da cuando pierden o son víctimas de errores
continuados. El partido de ayer del Real Jaén en Cáceres es un claro ejemplo
del papel y el rol que está jugando el club esta temporada de acuerdo a su
status de equipo derrotado, a punto de descender a Tercera División: entre
errores propios, desaciertos, mala suerte, todo le sale mal, incluidos dos
goles en la propia portería. Lo que se dice familiarmente un poema. Bien es
verdad que a veces hay excepciones y hasta milagros, que aun se pueden esperar,
pero el desarrollo de ese partido era perfectamente previsible.
17
de Marzo de 2003. Cacereño, 4; Real
Jaén, 2.
29. El problema es del cronista
El
problema ya no es del Real Jaén. El equipo al fin y al cabo hace lo que sabe o
lo que puede y ahí están los trabajos y los resultados. El problema ahora lo ha
traspasado al cronista. Quien tiene en estas circunstancias la dificultad y el
conflicto es el responsable de contar a la gente en general lo que ha pasado.
No hay que olvidar que un recurso literario imprescindible para la buena y
provechosa escritura, al decir de los entendidos, es la novedad pero el equipo
lo está haciendo imposible. Pasa lo mismo con el recurso a los dichos o relatos
populares que tampoco tienen fácil acomodo a lo que viene ocurriendo en los
partidos: antes bastaba asegurar que se había jugado como nunca aunque se había
perdido como siempre para que el que no había asistido al campo tuviese,
siquiera irónicamente, una visión de lo que había pasado. Pero tampoco vale
recurrir a ese tópico, salvo que se modifique su contenido, con lo incómodo que
esto resulta. Las condiciones no facilitan la solución. El Real Jaén ha jugado
como siempre y, también como siempre, ha perdido, porque no parece razonable
resumir de otra manera el partido de ayer. Por no faltar y para que nadie eche
en falta la costumbre, hasta ha habido la expulsión acostumbrada. Y este es el
problema: cuando todo se hace igual de mal, cuando se repite una y otra vez lo
mismo de cada jornada, al redactor se le complica el trabajo porque no tiene
nada que decir. Es como repetir una plantilla una y otra vez, cambiando
únicamente la fecha. Y, en este caso, añadir la lluvia.
24
de Marzo de 2003. Real Jaén, 2;
Sevilla B, 2
30. Un partido amable
Sabido es que la mala
suerte, que las más de las veces no es sino la excusa que ponemos para
justificar nuestros desaciertos, también tiene sus formas habituales de
expresión. Aunque en algunos casos es imprevisible, lo más frecuente es que
asome las orejas con los mismos métodos. En este sentido José Eugenio Lara
enumeraba el pasado jueves los tres jinetes perversos que vienen cercando en esta
liga al equipo del Real Jaén en el desarrollo del juego: las expulsiones, los
autogoles y los errores infantiles. En verdad se puede asegurar, con una
precisión razonable, que en cada partido han estado presentes de manera
habitual una media de dos de estos enemigos porque cuando no ha sido una cosa,
ha acontecido otra. Si no ha habido autogoles, ha llegado una expulsión o un
fallo incomprensible derivado de vaya usted a saber por qué minucia o
fruslería. El caso es que así estamos donde estamos y, al caos originario
tantas veces repetido de la planificación aciaga y calamitosa, hay que añadir
la crónica de estas contrariedades que ocurren como al del cuento que cada vez
que asomaba por la puerta siempre pasaba un alguacil. Pero el viernes pasado en
Écija las cosas han cambiado notablemente y no se han producido ninguna de
estas anomalías tan pesadas como perennes. Si esto sigue así, ya sólo queda
conseguir los en torno a cuarenta y cinco puntos que dicen las estadísticas que
se requieren para asegurar la permanencia. Lo malo es que sólo faltan ocho
partidos. Pero habrá que confiar en el cambio de dirección del viento.