MARZO 2003


26. Los tres tristes tigres.

El Real Jaén es este año un equipo, y seguramente una sociedad, además de triste, frágil e inconsistente. Cualquier estornudo es suficiente para abrirle una grieta en el camino, basta un suspiro para que se derrumbe todo el engranaje. El encuentro del pasado viernes con el Málaga B es un buen ejemplo de ello: un mal bote del balón fue bastante para perder el partido. Aunque bien es verdad que, de no haber ocurrido este accidente, tampoco hubiera ganado porque no fue capaz de hacer siquiera un gol. Ese es el problema. ¿No es triste que el único argumento positivo del partido sea decir que al menos se mereció un triste empate? ¿Un triste cero a cero como objetivo deseable? No es que le vayan mejor las cosas a los otros dos equipos giennenses pero tanto el Linares como el Torredonjimeno pueden aducir que es una inestabilidad de crecimiento, resultado de un ascenso de categoría. En el Real Jaén la historia es diferente y la endeblez tiene otro origen y otras causas. No se trata de repetir otra vez la crónica de los errores de planificación o la excusa de no haber mejorado la plantilla en Enero. Eso por supuesto. Pero a estas alturas de la competición la realidad es más compleja. Un estilo de juego inaguantable por aburrido, unas gradas prácticamente sin gente... Y lo peor es un gran vacío social, que a lo mejor entre todos podríamos empezar a ver cómo romperlo. Mientras, todo demasiado triste. Como los tres tigres del verso, que seguramente estarán paseando por el carnaval.

3 de Marzo de 2003.                                Real Jaén, 0; Málaga B, 1


27. Hacer cuentas

Sin que se entienda como una afirmación precisa y rigurosa, se puede decir que en el desarrollo de las competiciones deportivas, en este caso del fútbol, hay dos señales claras que permiten determinar si se está empezando la temporada o, por el contrario, se ve ya el final a la vuelta de la esquina. Basta leer o escuchar las declaraciones tanto de los profesionales como de los aficionados y observar si hablan del futuro o lo hacen de cuentas. En el primer caso suele servir de referencia el tiempo, algo así como que ya veremos y seguro que conseguiremos y resolveremos los traspiés. Pero al ritmo de cómo se va acercando el término del trayecto crece el interés por lo que unos llamarían de manera discutible las matemáticas, otros la contabilidad y los más simplemente las cuentas. Y es que se acerca el momento de agarrarse al clavo ardiendo de un punto o incluso de un gol para asegurarse el éxito o, cuando menos, evitar el desastre. Es el caso en el que la precariedad empieza a ser una virtud, como le ha ocurrido al Real Jaén esta semana. Menos mal, por una parte, que de momento en la contabilidad del fútbol todavía no se le ha ocurrido a nadie restar puntos. Y, por otra, que lo cualitativo deja de tener sentido para ser sustituido por lo cuantitativo como criterio único de valor. Al final de todo, la mayoría de los asuntos de la vida terminan ajustándose en escalas, en números, en cuentas. Es el más o menos con que se preguntan permanentemente los enamorados.

10 de Marzo de 2003.                        Cartago Nova, 0; Real Jaén, 0. 


28. El papel que juega el Real Jaén

Todos sabemos por experiencia, y así lo confirman los libros de sociología y sicología, que la sociedad asigna a cada individuo y a cada grupo social unos determinados papeles para jugar en la vida. Papeles o roles, que también se llaman de esta manera, relacionados con nuestras funciones y tareas en el trabajo, la familia o los amigos, en el mundo en definitiva en que nos movemos y que hacen que nuestra conducta sea más o menos previsible, que se pueda pronosticar con mayor o menor precisión cómo nos vamos a comportar normalmente. Los papeles o roles que corresponden a cada uno de nosotros dependen del status o la situación social, normalmente económica, que nos ha tocado y que viene determinada por el destino, el azar y las decisiones humanas. En el ámbito del fútbol se espera, por citar algún ejemplo sencillo, que el Real Madrid o el Barcelona no sólo ganen sus partidos sino que hasta la fortuna o el azar le sean propicios y naturalmente la noticia se da cuando pierden o son víctimas de errores continuados. El partido de ayer del Real Jaén en Cáceres es un claro ejemplo del papel y el rol que está jugando el club esta temporada de acuerdo a su status de equipo derrotado, a punto de descender a Tercera División: entre errores propios, desaciertos, mala suerte, todo le sale mal, incluidos dos goles en la propia portería. Lo que se dice familiarmente un poema. Bien es verdad que a veces hay excepciones y hasta milagros, que aun se pueden esperar, pero el desarrollo de ese partido era perfectamente previsible.

17 de Marzo de 2003.                          Cacereño, 4; Real Jaén, 2.


29. El problema es del cronista

El problema ya no es del Real Jaén. El equipo al fin y al cabo hace lo que sabe o lo que puede y ahí están los trabajos y los resultados. El problema ahora lo ha traspasado al cronista. Quien tiene en estas circunstancias la dificultad y el conflicto es el responsable de contar a la gente en general lo que ha pasado. No hay que olvidar que un recurso literario imprescindible para la buena y provechosa escritura, al decir de los entendidos, es la novedad pero el equipo lo está haciendo imposible. Pasa lo mismo con el recurso a los dichos o relatos populares que tampoco tienen fácil acomodo a lo que viene ocurriendo en los partidos: antes bastaba asegurar que se había jugado como nunca aunque se había perdido como siempre para que el que no había asistido al campo tuviese, siquiera irónicamente, una visión de lo que había pasado. Pero tampoco vale recurrir a ese tópico, salvo que se modifique su contenido, con lo incómodo que esto resulta. Las condiciones no facilitan la solución. El Real Jaén ha jugado como siempre y, también como siempre, ha perdido, porque no parece razonable resumir de otra manera el partido de ayer. Por no faltar y para que nadie eche en falta la costumbre, hasta ha habido la expulsión acostumbrada. Y este es el problema: cuando todo se hace igual de mal, cuando se repite una y otra vez lo mismo de cada jornada, al redactor se le complica el trabajo porque no tiene nada que decir. Es como repetir una plantilla una y otra vez, cambiando únicamente la fecha. Y, en este caso, añadir la lluvia.

24 de Marzo de 2003.                              Real Jaén, 2; Sevilla B, 2


30. Un partido amable

Sabido es que la mala suerte, que las más de las veces no es sino la excusa que ponemos para justificar nuestros desaciertos, también tiene sus formas habituales de expresión. Aunque en algunos casos es imprevisible, lo más frecuente es que asome las orejas con los mismos métodos. En este sentido José Eugenio Lara enumeraba el pasado jueves los tres jinetes perversos que vienen cercando en esta liga al equipo del Real Jaén en el desarrollo del juego: las expulsiones, los autogoles y los errores infantiles. En verdad se puede asegurar, con una precisión razonable, que en cada partido han estado presentes de manera habitual una media de dos de estos enemigos porque cuando no ha sido una cosa, ha acontecido otra. Si no ha habido autogoles, ha llegado una expulsión o un fallo incomprensible derivado de vaya usted a saber por qué minucia o fruslería. El caso es que así estamos donde estamos y, al caos originario tantas veces repetido de la planificación aciaga y calamitosa, hay que añadir la crónica de estas contrariedades que ocurren como al del cuento que cada vez que asomaba por la puerta siempre pasaba un alguacil. Pero el viernes pasado en Écija las cosas han cambiado notablemente y no se han producido ninguna de estas anomalías tan pesadas como perennes. Si esto sigue así, ya sólo queda conseguir los en torno a cuarenta y cinco puntos que dicen las estadísticas que se requieren para asegurar la permanencia. Lo malo es que sólo faltan ocho partidos. Pero habrá que confiar en el cambio de dirección del viento.

31 de Marzo de 2003.                                 Écija, 1; Real Jaén, 1