78.
Ser grande
Para
ser grande en cualquier orden de la vida hacen falta dos requisitos, la fortuna
y el esfuerzo, es decir, la buena suerte y la voluntad de serlo. Sin uno de
estos dos soportes, es vano todo intento. Los elegidos necesitan que los
acontecimientos en los que se vean mezclados colaboren en sus propósitos y, al
mismo tiempo, tienen que disponer de ánimo suficiente para resolver las
dificultades y superar los obstáculos con los que se topen en su camino. Porque
el hado, aunque sea favorable, siempre busca resquicios para probar las fuerzas
de los que aspiran al éxito y a la gloria. Y aquí está, como decían los
clásicos, el busilis, o sea, la clave para un final feliz.
Ayer
fue un día de los que el Real Jaén tuvo la oportunidad de manifestarse como lo
que todos deseamos. El partido ante el Lanzarote le permitió la posibilidad de
demostrar que sabe vencer con aplomo y con acierto las dificultades que el azar
le pone delante y que, por tanto, merece estar entre los grandes. Precisamente
la irracionalidad y el sin sentido de lo que ocurrió hacía más difícil la
aventura pero más valioso el premio. La actuación del árbitro fue la ocasión,
que necesariamente tenía que ocurrir cualquier domingo, de demostrar poderío y
fuerza. Pero se falló y no pudo ser.
El equipo no fue capaz de manifestarse
como un distinguido y mostró un estilo quebradizo. Parodiando el lenguaje de
épica que gusta mucho a bastantes comentaristas de fútbol, podemos decir que
los dioses le abrieron la esportilla para que se colara con los inmortales y,
con el triunfo por bandera, empezara a considerarse a sí mismo como un grande,
que es el camino imprescindible para serlo. Pero no fue capaz de subir los
obstáculos y tendremos que esperar a otra vez.
La mala sombra añadida es que el grave
desacierto ha venido a estropear la que hubiera podido ser una de las mejores
semanas no ya del equipo sino del club, con el primer paso firme que se ha dado
para que la entidad empiece a tener algo, que en el mundo de los negocios es lo
mismo que empezar a ser algo. Que en este terreno, por lo que se ve, sí estamos
en camino de ser de los grandes.
1
de Marzo de 2004 Real
Jaén, 0. Lanzarote, 1.
79. Las tristes tardes de los domingos
Las
tardes de los domingos siempre han llegado envueltas en un tufillo sutil de
melancolía y pesadumbre por lo que representan de vuelta al trabajo, tal como
se entiende en la cultura judaico-cristiana, y de abandono de los placeres de
la fiesta. Las tardes de los domingos siempre han sido un poco tristes. Bien es
verdad que las cosas han cambiado tanto que casi nadie reconocería el ambiente
dominguero de hoy en el de hace unos años pero, a pesar de las novedades, no se
ha perdido del todo la atmósfera lastimera y apenada. Lo saben muy bien sobre
todo quienes tienen tareas pendientes y necesitan ponerse al día.
En ese contexto los partidos de fútbol
y las quinielas aparecieron como un atractivo, ingenioso y divertido remedio a
la situación. En el campo cuando el equipo juega en casa, por medios mecánicos
–la radio, la televisión- cuando sale de visitante. En este segundo caso la
novedad de poder seguir los partidos con lo que se llamaba el marcador
simultáneo y especialmente por la radio resultó una manera interesante, casi
revolucionaria, de cambiar el clima y darle otro aire a las horas de la caída
de la tarde. Lo malo era la impotencia de la distancia y lo bueno el ejercicio
talentoso de imaginar lo que realmente estaba ocurriendo en el campo,
simplemente a través de las palabras. Más o menos como ahora, que, salvo el
desarrollo técnico, las cosas están como estaban.
Pero este remedio para animar y alegrar
un poco la desazón vespertina no siempre resulta eficaz. Antes al contrario, es
muchas veces más una purga que un placebo, si el éxito no le va saliendo al
equipo. Como ayer con el partido del Real Jaén en Badajoz. Una especie de sin
vivir viendo, u oyendo, cómo pasaban los minutos y no había manera de ganar.
La tarde por eso siguió triste y esta
vez el fútbol no fue capaz de arreglarla ni darle ese tono de sonrisa que uno
exhibe cuando ha ganado el equipo. Lo malo de todo esto es cuando uno se
acostumbra a ver el fútbol desde un estado de ánimo determinado, como dice
Javier Marías, si ese estado empieza a ser rutinario y las tardes de los
domingos siguen siendo tristonas.
8
de Marzo de 2004. Badajoz,
1; Real Jaén, 0.
80. La teoría del buen huésped
La hospitalidad es una virtud de la que
alardean todos los pueblos y todas las culturas. No hay ciudad, colectivo o
comunidad que no se tenga por amable acogedora de quienes deciden hacerle una
visita, y la verdad es que todos nos esforzamos en atender con sumo cuidado y
atención a quienes por uno u otro motivo vienen a nuestra casa. Al fin y al
cabo, incluso por egoísmo como dirían algunos de los sociólogos más de moda en
nuestros días, todos somos huéspedes en otros momentos y nos gusta que nos
traten con la misma amabilidad con la que nos comportamos con los demás.
Es lo que hizo ayer el Real Jaén en su
partido con el Mérida, un equipo al que ganamos en su casa en la primera vuelta
y al que, en justa correspondencia, ahora se trataba de compensar, como es
propio de la gente de bien. Para no ser menos que ellos, era obligado
devolverles la gentileza que tuvieron con nosotros en nuestra visita,
comportándose como verdaderos anfitriones elegantes y donosos. Por eso les
dimos todas las facilidades a nuestro alcance para que se marcharan contentos
de nuestra hospitalidad. Wenceslao Fernández Flores, con ocasión de ver un
partido en el que el equipo de casa perdía, lo cuenta de este modo:
“bruscamente comprendí el verdadero significado del trance. Se trataba, sin
duda, de dar pruebas de la vieja y magnífica cortesía española. Ya en una
ocasión estudié el caso de un portero galante, que no se oponía a que la pelota
entrase en su red. Pasen, por favor, y no sean tímidos: aquí tienen la portería
a su disposición”, decía, “mientras los goles subían y subían al marcador”.
Ayer no fue así porque, las cosas como
son, el Mérida fue un equipo educado y modoso que no quiso abusar de la
acogida, a pesar de que pudo hacerlo con toda facilidad en bastantes ocasiones.
Le bastó con probar los obsequios de la casa y darse así por satisfecho.
Pero el problema es que ser cortés con
los visitantes es una virtud tan general que no hace falta exhibirla porque,
como con aquello del valor en la antigua mili, es implícito, se supone siempre.
El Real Jaén no tenía que haber hecho ese alarde, con lo que nos hubiéramos
quedado con los tres puntos. ¡Con la falta que nos están haciendo!
15
de Marzo de 2004. Real
Jaén, 0; Mérida, 1.
81.
El lugar natural
Pensaban los antiguos, y, al
parecer, no andaban muy equivocados, que en la vida todos tenemos un sitio
propio, un rincón, una posición a la que ellos llamaban el lugar natural, el
“locus”, utilizando una palabra latina que es la que aun se maneja cuando se
habla de estas cosas. Opinaban que no es posible la existencia de personas o
grupos que no dispongan de una localización propia porque eso sería quedarse
sin referencias. Y como no conocían lo que en el lenguaje familiar llamamos la
ley de gravedad, creían que, cuando la vida, como ocurre muchas veces, nos
mueve de acá para allá sin que haya una fuerza aparente que empuje, es porque
nos hemos salido del puesto que nos corresponde y estamos buscando nuestro
lugar natural, nuestro “locus”. En la cultura general y popular ha permanecido
la idea de que todos nacemos con una etiqueta determinada y tenemos un terreno
propio.
El problema se presenta
cuando nos equivocamos de territorio. A todos nos ha ocurrido más de una vez la
experiencia de ese error, de darnos cuenta al entrar en algún sitio que ese no
era nuestro ambiente, que estábamos de sobra. Incluso a veces, como pasa en muchas
películas, ese error se paga muy caro.
Esto es lo que nos puede
estar pasando con el Real Jaén. Que durante mucho tiempo creímos que su lugar
natural era uno y ahora está resultando que estábamos equivocados, que es otro.
Teníamos la convicción de que era entre los primeros de la clasificación, los
mejores y, al parecer, es mucho más abajo. Por ese motivo, de acuerdo a las
leyes naturales, el equipo para alcanzar su sitio está sufriendo lo que es,
dicho a lo fino, un movimiento vertical descendente, o sea, una caída en
picado.
Resulta triste recordar que
esta reflexión es más o menos hija de otra, de contenido similar, escrita hace
un año, el 17 de Marzo, cuando el equipo perdió en Cáceres con el mismo
resultado de ayer. La posición deportiva es parecida.
Lo malo es que de momento
pocas medidas externas se pueden tomar. Menos mal que la junta directiva sigue
con buenas maneras a pesar de que se le acumulan las desdichas. Esperemos que
éstas confirmen aquello de que no hay mal que por bien no venga.
22 de Marzo de 2004. Jerez de los Caballeros, 2; Real
Jaén, 1.
82. Un PGOU para el equipo
Como mucha gente sabe, un PGOU
(acrónimo de Plan General de Ordenación Urbana) es un documento legal muy
complejo que regula el uso y distribución del territorio urbano, señalando
tanto lo que se debe, y lo que se prohíbe, construir, como las condiciones de
espacio, lugar y demás características de las edificaciones de todo tipo y
condición así como los viales. Porque encierra detrás demasiados intereses,
sobre todo económicos, su tramitación es muy ardua y dificultosa pero es un
instrumento imprescindible para definir y explicar qué se quiere hacer en una
ciudad y de una ciudad, y cómo se pretende organizar la vida en común. Un PGOU
es en última instancia un sistema de planificación y organización total
colectiva y un sistema preciso de explicar y realizar lo que se piensa sobre
las formas y maneras más adecuadas para una vida cómoda, relajada y, hasta
donde sea posible, feliz de una comunidad.
Consciente la junta directiva del Real
Jaén de que para evitar la desaparición de la entidad es imprescindible tener
patrimonio propio, ha planteado la construcción de una ciudad deportiva, y la
Corporación Municipal ha iniciado los trámites para modificar parcialmente el
PGOU de Jaén de manera que se autorice esta propuesta. Con ello el club, en
declaraciones de su presidente, salva su viabilidad económica y deportiva, y de
esta forma pretende iniciar un proyecto ordenado, eficaz y productivo, que al
fin y al cabo es de lo que se trata cuando se gestiona una empresa que, además
de serlo, representa una institución social de raigambre y peso sensible.
El equipo ha sido otra cosa.
Precisamente lo que en la práctica le viene faltando es algo así como un PGOU,
una manera completa y total, teórica y práctica, de planificación y
organización que señale la ruta de manera consistente. Ya se sabe que el
deporte es una de las actividades que encierran más imponderables, pero la
imagen que queda ahora cuando, abandonado el objetivo A que era la liguilla de
ascenso, estamos a tiro, después del triunfo de ayer, de alcanzar el B, o sea
mantenerse en la categoría, es más bien de traspiés que de formas seguras y
precisas. Dejemos las cosas así, pero habrá que ir comprando ya los cuadernos
en los que anotar el PGOU deportivo para la temporada próxima.