109. Cómplices y líderes
El entrenador Juan Carlos Álvarez, con el que
comenzó la
temporada el equipo.
Foto: Diario Jaén
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A lo mejor es por esto por lo que el
Real Jaén tiene dificultades con sus cuentas en la clasificación. El entrenador
se ha referido al asunto, diciendo que advierte que los jugadores no hablan
entre si durante los partidos, que dan la impresión de que cada uno jugara en
su burbuja, y algún sagaz aficionado ya se había dado cuenta de ello: en la
gestión del juego del equipo se aprecia falta de liderazgo, alguien que
gestione la comunicación interna del grupo; se percibe la carencia de una mente
organizadora que gobierne anímicamente y oriente al colectivo en una empresa
común. Y sólo cuando se corrijan estas anomalías, podrán resultar bien las
cosas. Porque ocuparse sólo del regate y del 2-3-4, o 4-3-2, es olvidar los
fundamentos de un equipo bien conjuntado. Mientras no se atienda a lo que
importa en un club y en un equipo que quiere tener un alto nivel de
competencia, todo será vulgar y, lo que es peor, ineficaz.
4
de octubre de 2004. Marbella,
3; Real Jaén, 1.
110.
Teoría del velo inútil
Refería ayer un aficionado, con más
broma que rigor técnico, el tiempo que ha tardado el entrenador del Real Jaén
en enterarse de la función y la tarea que Nandi venía realizando con acierto en
el equipo durante los dos años que lleva en el club, y se preguntaba cuándo, a
este ritmo, dará con el equipo adecuado. La apostilla tiene, sin duda, su
intríngulis porque pone sobre el tapete las reglas ocultas que cuecen y
gobiernan este colectivo profesional, marcado por una organización
característica de la que muchas veces nos olvidamos, lógicamente distraídos por
lo que pasa en el terreno de juego. Sistema integrado por un jefe natural cuyas
decisiones resultan irrevocables, un colectivo de trabajadores plena y totalmente
subordinados, y un grupo inevitable de rebeldes que se sienten marginados de la
tarea común. En esas condiciones, si no se anda con mucho cuidado, lo más
probable es que surjan conflictos sociales latentes, incluso inconscientes. No
hay que olvidar dos cosas muy importantes y decisivas: una, que el equipo, que
en principio trabaja por razones profesionales, es una comunidad de práctica
porque encuentra su identificación colectiva a través del espíritu del club y
de la ciudad y la afición que está detrás; y dos, que el entrenador, a cambio
de su poder absoluto, recibe todos los dardos de la gente. Como dice Gregorio
Manzano, hay muchos tipos de entrenadores: coercitivos; orientativos;
afiliativos, que fomentan relaciones armoniosas; participativos; imitativos;
capacitadores... Esa condición no tiene
que ver en principio con sus cualidades técnicas pero no todos sirven para
todos los clubes. El factor humano que subyace en las relaciones de este grupo
singular es muchas veces el que facilita o impide los éxitos del club y un
referente que no puede dejarse a su libre albedrío.
(Parecía
ayer que el árbitro del partido quería echar un velo sobre todos estos
problemas, desviando la atención de la gente con un protagonismo nefasto.
Porque, intelectual y teóricamente, resulta difícil entender cómo una persona
puede cometer tantos errores de apreciación en el tiempo que dura un partido de
fútbol).
11
de Octubre de 2004. Real
Jaén, 1; Don Benito, 1.
111.
Lo urgente y lo necesario
A todos nos ha pasado más de una vez
que de pronto, precisamente cuando las cosas están complicadas, se nos abre un
rayo de optimismo y vemos que se asoma en el horizonte una cálida franja de
luz. No es que no lo aguardemos porque la esperanza, dice el refrán, es lo
último que se pierde pero en ocasiones nos parece que tenemos el cenizo y
apenas confiamos en la suerte. Sin embargo en esas circunstancias, cuando la
fortuna nos bendice y llegan buenas noticias, lo razonable es disfrutar de la
ocasión hasta ver cómo viene el futuro. Y no es que el Real Jaén hiciera ayer
la proeza del siglo: la cosa sin duda no fue para tanto. Pero el provecho que
consiguió y, sobre todo, el cómo lo hizo justifican recobrar un punto de
satisfacción, de esa que casi habíamos olvidado. Lo más estimable no es tanto
dónde y con quien jugó, aunque estas circunstancias hacen más valioso el
resultado, sino la forma en que se produjo el acontecimiento. Bien es verdad
que el juego casi originó una crisis sicológica de bostezo en el portero contrario
pero las cosas tienen que llevar su ritmo y está bien empezar la casa por los
cimientos.
A
estos efectos resulta de utilidad echar mano de esa distinción entre lo urgente
y lo necesario que tanto gusta a determinadas clases dirigentes. Lo primero, lo
urgente, como su nombre indica, hace referencia a las cuestiones que por las
circunstancias que las rodean exigen una atención inmediata; mientras que
ocuparse de lo necesario significa estar pendiente de asuntos que nunca deben
olvidarse si se quiere que las cosas funcionen siempre como debe ser. Y éste es
el caso que nos ocupa. Parecía conveniente e indispensable, para colaborar con
el buen gobierno de la entidad, terminar de analizar algunas claves
sociológicas que tienen más influencia de lo que a primera vista parece en el
éxito o el fracaso deportivo. Pero, visto lo visto, como en la “Cena jocosa” de
Baltasar de Alcázar (para los desmemoriados, aquella que empieza con los versos
“En Jaén donde resido / vive don Lope de Sosa”) quédese para mañana, para otro
día, la reflexión teórica y ocupemos el tiempo en pensar, disfrutar y creer que
empiezan a resolverse algunos problemas técnicos en el Real Jaén
18
de Octubre de 2004 Conquense,
0; Real Jaén, 0
112. Un síntoma fatal
El
fútbol es un saber técnico que, como ocurre con todas las ciencias, tiene sus
sabios, que son los que deben saber discernir la buena teoría del simple
ajetreo de un balón. Su dificultad sin embargo no es especialmente complicada.
Como dice Jacques Thibert, editorialista de una prestigiosa revista francesa de
fútbol, en una cita de Jorge Valdano, el fútbol es más simple que la teoría de
Einstein y más complicado que dos y dos son cuatro. Por eso está a medio camino
de la alta especialización, una circunstancia que permite que en determinadas
situaciones los ciudadanos sin más cualificación puedan conocer cuándo en su
desarrollo algo es importante y preocupante.
Los
aficionados pueden confundir el tocino con la velocidad pero resulta difícil
que esto ocurra cuando tantos perciben lo mismo: no hay que olvidar la antigua
regla que asegura que, cuando asiste poca gente a un espectáculo, son casi
siempre asiduos y consiguientemente expertos. Y eso fue lo que ocurrió el
sábado con las dos jugadas de corner que todo el público vio y padeció de
manera alarmante. El hecho no fue un error sin más sino todo un ejemplo de lo
que está pasando esta temporada en el Real Jaén. Hemos de recordar que en toda
organización hay, al menos, dos tipos de errores: de planificación y de ejecución.
Al realizar una tarea, todo el mundo puede equivocarse: el carpintero, el
profesor o el contable. Un desacierto de un futbolista puede hacer perder un
campeonato pero no se le puede reprochar nada porque una equivocación la comete
cualquiera.
El problema se plantea cuando hay errores de
planificación, cuando no se preparan las condiciones para llevar adelante con
éxito un proyecto, cuando no están previstos los mecanismos suficientes para
resolver lo que puede venir, especialmente si es algo perfectamente previsible.
Y esa circunstancia la apreció el sábado el público. Fue tan evidente que a
punto estuvieron muchos espectadores de saltar al campo a advertir lo que era
obvio a todas luces y que pudo haber ocasionado que el partido terminara a los
pocos minutos de haber comenzado. Los aficionados por principio no son expertos
pero sí pueden detectar cuándo un síntoma es mortal de necesidad. Y en esas
estamos.