SEPTIEMBRE 2004


105. Teoría de la buena fortuna

Por lo general solemos creer que hay dos tipos o dos clases de buena fortuna (de la mala preferible es casi ni nombrarla). Una es la que necesita de nuestro esfuerzo y nuestro empuje como condición necesaria; en la otra, nosotros no tenemos nada que hacer, se nos da gratuitamente y nos llega y nos alcanza por decisión libre de los dioses: es más bien un regalo o un don, aunque claro, como en el chiste, al menos hay que conseguir un décimo. La primera requiere la confluencia de nuestra determinación y que las fuerzas del destino quieran ser generosas con nosotros. A la segunda, le basta con dejarse querer para conseguir sus beneficios. Es a ésta última a la que llaman algunos equivocadamente la suerte de los campeones.
         En verdad que la que ofrece más garantías de buenos resultados es la que aúna empeño humano junto con el apoyo de la ventura. La otra, la regalada, vale para un día, para una oportunidad, es útil para el que compra un billete de lotería, incluso dentro del deporte para el que juega la final de un campeonato; pero, cuando se trata de una carrera larga y de fondo como es un sistema de liga, no basta con esperar a que ahí nos las den todas. Ni el trabajo solo es suficiente si no nos sonríen los inmortales y tampoco éstos, que son caprichosos, garantizan el éxito continuado. Dicho de otra manera, la única forma de triunfar es conjugando el trabajo y la buena suerte.
         Toda esta teoría (que refleja la opinión que la mayoría de la gente tiene sobre estas cosas de suerte, azar y decisión) es una forma, quizá un tanto rocambolesca pero significativa, de explicar el partido que ayer hizo y le salió al Real Jaén y cuyo desarrollo recuerda de manera sonora y sorprendente la tercera jornada del año pasado en Marbella. Aquel día a más de un aficionado se le quedó el regusto de que esa vez estábamos tocados por la varita de la buena fortuna y había por delante un futuro rentable, que el equipo empezaba a contar entre los grandes. Luego las cosas se torcieron y las alegrías por venir se fueron diluyendo poco a poco. Habrá que hacer múltiples y variados rituales para que ahora podamos seguir en la misma senda de ayer, que es la única viable. Y la que llenará el graderío.

6 de Septiembre de 2004.                 CD Alcalá, 2; Real Jaén, 4.


106. Memorias del viejo aficionado

         Al día siguiente de la derrota con el Linares, cuando un viejo aficionado vio al Real Jaén en el último puesto de la clasificación, recordó con una sonrisa pícara una de las disposiciones que, para arreglar el mundo, proponía la conocida revista de humor La Codorniz en una sección llamada Papelín General y que trataba de ser una parodia de los boletines oficiales: puesto que está demostrado, decía la publicación, que en casi todas las partes del mundo el Norte está más desarrollado que el Sur, con objeto de resolver esta desagradable e injusta situación, se ordena que en lo sucesivo los mapas se editen al revés. Ahí estaba el arreglo del problema planteado. De persistir la situación, trataríamos de conseguir que las clasificaciones se editaran al revés. Pero no hizo falta. El partido de Alcalá de Guadaira resolvió el incidente no sólo por el resultado sino sobre todo por las circunstancias en que se desarrolló: como ocurre con la suerte de los campeones, hasta lo irrelevante se convirtió en beneficioso y ya no ha habido que acordarse más de extrañas aventuras humorístico-milagreras.
         Ayer, después del empate con un equipo fuerte en de la categoría, al menos por su historia reciente, se consolidó la situación, empezamos a mirar hacia arriba y a olvidarnos del primer disgusto, en el convencimiento de que, por muy mal que puedan ir las cosas, ya no es previsible en ningún caso volver al último de la fila. Y el viejo aficionado se ha acordado de otra historia, en este caso del ciclismo. La de la circunstancia que sufrió Pedro Delgado al año siguiente de haber ganado el Tour de Francia: en el calentamiento previo para la etapa prólogo, que era contrarreloj y en la que lógicamente debía salir el último, se perdió por las calles adyacentes y a punto estuvo de llegar al puesto de salida con el control cerrado y, aunque hizo un tiempo muy bueno en el recorrido, la pérdida de los casi tres minutos de que disponía le llevó a iniciar la ronda de farolillo rojo. Al final, en la clasificación definitiva en París, no pudo repetir el éxito del año anterior pero quedó tercero, lo que no estuvo nada mal y es un puesto que nosotros, en nuestros asuntos y negocios futboleros, firmaríamos ahora mismo encantados.

13 de Septiembre de 2004                Real Jaén, 0; Sevilla B, 0. 


107. Luego vienen las prisas

         Por molesto que parezca, parece que, cuando las cosas se ponen mal, se tienen muchas más cosas que decir que en los casos en que todo ha ido en buen tono y con un cierto regusto agradable. Está demostrado que si uno inicia una historia contando algo así como todos murieron, o fue un auténtico desastre lo que allí ocurrió, cautiva con más facilidad la atención del oyente que si narra que estábamos todos bastante contentos y tranquilos. Pues algo así es como hay que empezar si hablamos del partido con el Extremadura. La facilidad de que hay muchas cosas que analizar de lo de Almendralejo es una triste tarea que no puede soslayarse. Mucho más agradable hubiera sido dejar la página casi en blanco, asegurar que todo fue muy bien y adentrarse en cantos laudatorios y en alabanzas para todos. Pero en ningún caso ocurrió de esa manera. No ya por la derrota del Real Jaén, que es suficientemente desagradable por sí mismo y hasta puede ser una anécdota, sino por cómo se desarrollaron las cosas a través del partido. 
         El desenvolvimiento del encuentro de ayer, cuarto de la competición oficial, a los que habría que sumar al menos algunos de la pretemporada, empieza ya a generar alguna preocupación seria y sólida más allá de las excusas clásicas de este momento del campeonato: la mala suerte, la falta de rodaje y la perspectiva de un horizonte de posibilidades casi infinitas hasta mayo. Lo que allí se vio (y también y mucho más lo que no apareció) confirmó que está más consolidado de lo que parece lo que podríamos llamar, de manera intencionalmente abstracta, un despiste estructural que habrá que corregir para beneficio de todos pero que ya hubo quien lo apreció en el partido de pretemporada en Torredonjimeno, es decir, hace demasiado tiempo. Y la colaboración con el equipo, la lealtad del aficionado que tiene la oportunidad de escribirlo en un periódico, le obliga a decirlo ya, aunque quizá parezca demasiado pronto. Pero, como decían los antiguos manuales de educación, al árbol habrá que dirigirlo bien desde el principio. Que todos sabemos que las prisas del final suelen ser bastante desagradables y producto de errores ya definitivos.

20 de Septiembre de 2004.              Extremadura, 3. Real Jaén, 0


108. La piedra filosofal

A la vista de cómo van sucediendo las cosas y los acontecimientos del Real Jaén, tendremos ya inevitablemente que abandonar cualquier otra ocupación que nos distraiga de lo que parece importante, y empezar a dedicarnos a hacer filosofía. Visto lo visto, que ni al colista somos capaces no ya de vencerlo sino de casi ni poner en un aprieto a su portero, tendremos que plantearnos el verdadero problema metafísico que hay detrás de todo esto. Que, aunque a primera vista parezca extraño, no es otro sino averiguar qué es lo que mueve la historia, cuál es el motor del mundo, lo que hace que las cosas avancen o retrocedan, lo que en definitiva decide el triunfo o el fracaso de las empresas humanas. Los griegos aseguraban que era el destino, frente al que poco se podía hacer; los marxistas decían que lo que transforma la realidad es el dinero, el poder económico; los optimistas sin solución, que los valores y la utopía; y la gente normal hacer las cosas bien. Y es que mientras no aclaremos este galimatías o descubramos la piedra filosofal, a ver qué hacemos con el club. equipo.
         Una forma de aclarar algo de esta pregunta hubiera sido ayer un resultado, por ejemplo, de 5 a 0. Un tanteo de alguna manera espectacular hubiera animado a la gente y ya tendríamos aclarado cómo darle sentido al club y al equipo. También hubiera servido un juego de una cierta calidad, propio de quien tiene como objetivo nada menos que estar entre los elegidos. Pero nada de esto ocurrió, por no decir que todo lo contrario. Así es que en estas condiciones, cómo salimos de dudas, de deudas y evitamos el absurdo, que en principio es una situación sin salida. A lo que se ve nadie quiere vender el club; los valores y la utopía de llenar el campo entusiasmados por nuestras cosas, tampoco vale. ¿Qué nos queda entonces?. Cada día son más difíciles los afanes de la directiva que, a fin de cuentas, apenas encuentran un motivo de alegría. Incluso, al ritmo de lo que está pasando, ya podemos estar contentos con no ir los últimos ni haber perdido ayer.  Entonces o no hacemos nada y le echamos la culpa al destino; o reconocemos que todos somos unos mantas, cada uno en lo suyo.

27 de Septiembre de 2004.         Real Jaén, 1; Jerez de los Caballeros, 1.