OCTUBRE 2005


161. Los mil doscientos

Parece claro que poca gente ve un partido de fútbol como si fuese un simple goce estético o bello, una demostración de hermosura y gracia y sin implicarse en ninguno de los dos equipos. Salvo casos excepcionales de equipos muy famosos de los que se dice que hacen un fútbol extraordinario, es muy raro que alguna persona se ponga delante del televisor o acuda a un estadio sin ponerle una guinda de emoción por alguno de los que compiten en el terreno de juego. El fútbol, quiérase o no, es una forma de implicarse en lo que tenemos delante y de vivir esa realidad, provisional o no, de manera intensa y vital. Por eso la importancia de lo que viven quienes asisten al espectáculo y las consecuencias del juego, del resultado en definitiva. Y también de ahí el humor que a uno se le queda, las diversas y variadas caras que, después de haber visto un partido, se le ponen en función de cómo han ido las cosas, de si a su equipo (porque siempre tiene que haber lo que se dice: mi equipo) le ha sonreído o no el destino, de si el juego ha transcurrido con desgana y displicencia o, por el contrario, se ha vivido con euforia y una pizca de riesgo. La cara que se le pone a los espectadores en función de lo que ha pasado en el partido sirve además como acicate o disgusto para asistir los domingos siguientes al campo. Y en esas estamos los mil doscientos socios que, según datos de la directiva, nos hemos comprometido a acudir a La Victoria, en cierto modo pase lo que pase, todos los domingos en que el Real Jaén juegue en casa. Como el gesto que se nos fue poniendo ayer a medida que avanzaba el partido y no había manera de superar un gol en contra hasta que la fortuna y, por supuesto, el empeño por supuesto (dejemos a un lado los errores), nos regalaron la estrella a la vuelta de dos jugadas. Se preguntaba no hace mucho un periódico francés, Le Monde, si el regreso de Zidane a la selección nacional sería capaz de levantar el ánimo general de los franceses en una especie de renacimiento de los fervores ya vividos en momentos gloriosos del fútbol de ese país. Los mil doscientos socios esperamos que, a la vista de cómo vienen los acontecimientos, se eleven lo fervores, mejoren los semblantes y en lo sucesivo seamos muchos más. Hay razones para ello.

3 de Octubre de 2005.                 Real Jaén, 2; Díter Zafra, 1.


162. Los dineros

Juan Miguel Hitos se hizo cargo de la mayoría de las acciones
 del club en Octubre de 2005. Aunque luego las cosas
 nos marcharon como se preveía, entusiasmó
 a la afición con la promesa de llevar al Real Jaén
 a la primera división en cinco años.
Foto: Diario Jaén
Muy otro sería el fútbol que tenemos, si únicamente se financiara con los desembolsos y el apoyo económico que aportan los aficionados y los seguidores de cualquier clase y condición. No quiere decir eso desde luego que en otras condiciones no existiese, pero en ese caso estaríamos hablando de algo muy ajeno a este fenómeno colectivo tan representativo de nuestra civilización. Todo ciudadano que se haya parado un momento a analizar el mundo de los dineros de los clubes, sabe que la cuantía de los ingresos con los que contribuyen los espectadores es sólo una mínima parte de lo que necesita cualquiera entidad para sobrevivir económicamente. A veces, han contado los directivos de la geografía española, hay partidos de fútbol en los que los ingresos por taquilla no son suficientes ni siquiera para cubrir los gastos mínimos que origina un partido de fútbol. Por eso, tal como se han puesto las cosas, las estructuras futbolísticas necesitan, y cada vez más, de mecenas que, como hizo aquel romano con los poetas de su tiempo, resuelvan los problemas económicos. Lo que pasa es que esta situación arrastra naturalmente significativas ventajas e inconveniencias. Porque, cuando alguien pone dinero, sea cual sea la cantidad, lo inmediato es preguntarse con qué beneficio espera contar. Por supuesto que recompensas a lo invertido las hay de muchas clases y condición, y bastantes de ellas, tal vez la mayoría, son legítimas y hasta plausibles. Pero por ahora quizá lo mejor es olvidarse de esas cuestiones y simplemente reconocer que se han resuelto de momento los problemas económicos del Real Jaén. Y esperar que la nueva coyuntura tenga éxito social, y aumente la comunicación sensible y emocional entre el club y la sociedad a la que está dirigida. Tanta importancia en nuestro esquema mental ha adquirido el fútbol que, vista la expresión y el estado anímico del aficionado cuando su equipo mete un gol, Vicente Verdú sugiere que se ha convertido en un atajo democrático hacia la felicidad. Pero financiado por quienes tienen dinero. Es lo que hay. Y ésta es, como diría algún filósofo por ahí, la contradicción constituyente del fútbol. Pero, mientras las cosas sigan así, que dure.

10 de Octubre de 2005.              Extremadura, 0; Real Jaén, 0.


163. El principio de la compensación

Salvo los optimistas recalcitrantes (que siempre es bueno que los haya, por el colorido que le dan a la vida, y el salero y la chispa que brindan), la mayoría de la gente parece estar convencida de lo que se llama el principio de la compensación. Bien es verdad que los libros de ciencia no lo reconocen como tal ni lo incluyen entre sus postulados pero no por eso deja de ser una referencia vital para casi todo el mundo, que en muchas situaciones se pone en guardia a la espera de que se cumpla. Y es que esta teoría asegura que en la vida no se puede tener todo, que es imposible disfrutar a la vez del dinero, la fama, el amor y la salud, y que, cuando nos llega una gran satisfacción, siempre hay que estar dispuestos a esperar, como contrapartida, alguna desgracia o algún disgusto: que no puede haber alegría sin tristeza, ni felicidad sin congoja o desconsuelo. Y esta teoría universal de la vida, como no podía ser de otra manera, también ha tenido su repercusión en el Real Jaén: era inevitable que, después de las últimas e intensas satisfacciones, nos aconteciera alguna malaventura o adversidad. Y así ha ocurrido en el partido jugado ayer en La Victoria con el Águilas, un equipo que, aunque ha ascendido este año a la Segunda División B, tiene pretensiones de subir en el escalafón de los buenos. Bien es verdad que ha sido una desgracia menor, algo liviana, y estamos seguros de que de escaso alcance. Al fin y al cabo perder puntos a estas alturas del campeonato, aunque disguste y fastidie, no es especialmente grave. Lo molesto es que, con la racha que habíamos cogido, todos teníamos la ilusión de entrar, por fin después de varios años, en la lista de los cuatro primeros, los elegidos. Y esta derrota nos aleja más de lo deseable. Parece como si un muro, difícilmente franqueable, se interpusiera entre el Real Jaén y los puestos de la liguilla de ascenso. Precisamente cuando estamos a punto, aparece el maleficio. Pero de momento no hay que preocuparse en exceso viendo con perspectiva los últimos acontecimientos del club y también del equipo. Al fin y al cabo, como ya decía un importante poeta latino, Horacio, en una de sus odas, nada existe que sea completamente feliz.

17 de Octubre de 2005.               Real Jaén, 1; Águilas, 1.


164. Una nueva armonía

         Ya sabemos que los números son una fuente de credibilidad de mucho prestigio en cualquier discusión que se precie. Los números son los números y ante esa evidencia poco hay que decir. Éste es el argumento más contundente que utiliza el presidente del Real Jaén, en una larga e interesante entrevista con José Eugenio de Lara que publicó este Diario hace unos días, cuando plantea con toda claridad lo que importa de este nuevo mecenas, Juan Miguel Hitos.
Directiva. A su juicio lo que incumbe a la junta directiva y, por supuesto a los aficionados, es que Hitos, como él le llama, cumple y paga lo que dice que va a pagar, lo hace cuando asegura que lo va a hacer y llega en el momento preciso en el que hace falta. Comentarios hay por ahí, sin que esté confirmada oficialmente la cifra, de que hasta ahora ha aportado al club hasta seiscientos mil euros, una cantidad que justifica el nivel de prestación que hace este jiennense y sobre todo la credibilidad que trae consigo. Así son las cosas, dice el presidente. La verdad es que, una vez que el actual equipo directivo había puesto mucho de sensibilidad, rigor y sentido común en la organización y la economía del Real Jaén, este paisano, desconocido para la mayoría de jiennenses, ha sido un maná futbolístico. Pero esto, además de ser una muy buena noticia, ha provocado lógicamente en el club un equilibrio de poder inédito, una nueva situación interna, que exige mucha cautela. En el flamante marco de decisiones y de gestión, que indirectamente se ha creado en la casa, es imprescindible inventar una nueva armonía, un organigrama funcional que responda al naciente horizonte y en el que estén muy claras las competencias de cada uno, incluyendo a los responsables societarios y a los trabajadores que componen la entidad. Clubes hay por ahí con una buena cartera de fondos pero que no acaban de solucionar la jaula de grillos en que se han convertido, con lo que los dineros no les sirven de nada. Y no se crea que una buena racha de resultados permita dejar a un lado estos asuntos porque esto sólo sería a corto plazo. En este momento tan interesante y esperanzador del club es imprescindible que todos sus estamentos sepan muy bien tanto lo que tienen que hacer como lo que deben evitar.

24 de octubre de 2006.                Almansa, 2; Real Jaén, 1.


165. Una purga de salvación

         Andábamos ya la gente del fútbol de esta ciudad, o sea los aficionados y seguidores del Real Jaén, poco menos que flagelándonos en las conversaciones y utilizando las disciplinas que, según la historia de sus hazañas, ocupaban el tiempo y los afanes de don Quijote en Sierra Morena, cuando lo que nos parecía un leve resbalón, que nos iba alejando cada vez más de los cuatro puestos relevantes en la clasificación, se ha transformado de pronto en un tropezón completo y total.
Desmoronamiento
Porque lo de ayer ni ha sido un traspié. Tampoco una pifia, sino un desmoronamiento total y completo. No sólo por el resultado del partido sino sobre todo por la forma y los modos con que se produjo. Nada funcionó en el partido ante el Écija: ni el terreno de juego, ni los planteamientos técnicos, ni desde luego la comunicación entre los diversos colectivos presentes en el espectáculo. Un siniestro perfecto y acabado que, si no fuera porque el fútbol es a fin de cuentas, salvo para los profesionales, un juego, quitaría las ganas de broma.
Ventajas
Pero a veces, cuenta Augusto Monterroso, el bien se oculta detrás del mal como cuando pierdes un avión y luego se cae y no queda vivo nadie. Y lo inteligente es descubrirlo para nuestro beneficio: dejar a un lado la pesadumbre y el desconsuelo; serenarse; aprovechar esta situación límite (que es aquella que hace parecer que es el fin de mundo) y transformarla en lo que familiarmente se llama una crisis de crecimiento.
Dejarse de frases retóricas y plantearse de una vez con claridad dos cosas. La primera, qué somos, dónde estamos y a qué podemos aspirar de verdad. La segunda, si el origen de la catástrofe futbolística de ayer viene de una escasa calidad técnica de los jugadores, de una mala política de los técnicos o de ambas causas a la vez. Es la única medida terapéutica útil del disgusto de ayer. Lo sensato es tomarlo así, como una purga, como una receta de purificación. Pero que nadie crea ésta es la de Benito.

31 de Octubre de 2005.              Real Jaén, 0; Écija, 4.