213. Introducción al vicegol
Se ha planteado desde hace un tiempo un
atrayente y sugestivo debate futbolístico en torno al Real Jaén. Aunque a
primera vista parezca lo contrario, es en el fondo una controversia teórica y
hasta puede resultar filosófica y científica. Técnicos y profesionales, a
través de los medios de comunicación, y aficionados en general hablan y
discuten sobre una extraña patología deportiva que, por lo que se dice, sufre
el equipo en el desarrollo de los partidos. Se trata, al parecer, de la
inexplicable incongruencia de que se generan multitud de ocasiones de gol, o al
menos las suficientes para ganar un partido, y sin embargo por fas o por nefas
el balón no acaba por entrar en la portería contraria. ¿Tiene consistencia esa
teoría? El asunto no es fácil desde luego y en un espacio como éste muy
peliagudo precisarlo con rigor pero sí se puede apuntar alguna primera
sugerencia. La clave está es ponerse de acuerdo en una definición, al menos
negativa, sobre en qué consiste una ocasión de gol. Porque obviamente no toda
presencia del balón en el área del equipo contrario lo es sin más sino que
hacen falta algunos requisitos imprescindibles. En muchos casos lo que parece
un peligro no es sino un simple enredo que no sirve para otra cosa que para
enmarañar y embrollar la jugada pero sin posibilidad alguna de sacar
rentabilidad. Deberíamos hablar, cuando menos, de ocasión manifiesta como
aquella que permite un vicegol, que W. Fernández, creador de este concepto,
definía como el hecho de que la pelota pase por encima o al lado de la portería
o bata en los palos, sin ser gol, pero con inminencia de serlo. Es lo que
arranca un ¡uy! en los aficionados, incluyendo naturalmente una escala de mayor
o menor intensidad según la importancia del momento. Para el mejor
entendimiento común y con el objetivo de centrar estos asuntos con la seriedad
que exigen, parece conveniente llamar a las cosas por su nombre y afirmar que
se ha producido una jugada de gol cuando en verdad sea así. La vibrante y
esplendorosa segunda parte del partido de ayer sirvió, entre otras muchas
cosas, para poner esta discusión en un terreno exacto y dejar claro lo que en
verdad es un vicegol.
2
de Octubre de 2006 Real
Jaén, 2; Cartagena, 2
214. Cuestión de identidad
Se puede decir con cierta verosimilitud
que las dudas sobre el actual equipo del Real Jaén se iniciaron en el partido
que jugó en Villanueva de Córdoba. Como mucha gente recordará, los aficionados
que tuvieron la oportunidad de asistir se volvieron con un grave gesto de
abatimiento viendo cómo el equipo era incapaz de ganar un encuentro en el que
los adversarios jugaron con nueve futbolistas desde el minuto 36. Si los de casa
no llegan a errar un penalti poco antes de terminar el partido, ni siquiera se
hubiese alcanzado el empate. Fue una tarde deportivamente desgraciada para la
familia del Real Jaén, porque el juego apenas permitió alguna oportunidad
manifiesta y mostró una fuerte impotencia táctica y estratégica. Después han
venido las dos remontadas casi milagrosas, desde luego maravillosas y
magníficas, que han levantado el ánimo de todos. Es en ese contexto en el que
se hablaba el otro día desde la dirección del club de la necesidad de conseguir
los nueve puntos en juego con Baza, Mérida y Villanovense, matizando que ni
siquiera serviría el empate en alguno de ellos. El planteamiento parece tener
su clara y profunda significación y por tanto pleno sentido cara al futuro. Se
entiende que es importante este deseo no tanto por los puntos, que por supuesto
también, sino por la necesidad sicológica de todos de asentarnos en un lugar
destacado de la clasificación, de entrar entre los grandes del grupo, que ya
vendrá algún que otro inevitable disgusto y desconsuelo. Lo que está en
cuestión en este momento es determinar, en terminología de argot, cuál es la
liga que de hecho y de verdad va a ser la del Real Jaén, en qué ambientes se va
a mover deportivamente hablando, o sea a qué se juega. En definitiva cuál va
ser su identidad deportiva en esta competición. Si se supera de una vez lo que
llaman los expertos, en un lenguaje muy preciso, quedarse descolgado o el
equipo forma parte de los mejores, algo que, salvo milagros, se consigue en los
diez primeros partidos de liga. Ayer, afortunadamente, se abrieron formidables
esperanzas colectivas con la victoria en Baza y se dio el primer paso en la
dirección correcta. Sólo falta seguir así. Albricias y amén.
9
de octubre de 2006 Baza, 1; Real Jaén, 2
215. La selección española
Terribles
tormentas, relámpagos y truenos vienen proporcionando a la selección absoluta
de fútbol los éxitos alcanzados en bastantes disciplinas deportivas por muchos
compatriotas nuestros. La guinda ha sido el campeonato mundial de baloncesto
que ha levantado un clamor popular de exigencia de triunfos y títulos en un
deporte al que no le falta nada, sigue la mayoría de españoles y casi es un
elemento privilegiado de la cultura nacional. El asunto está suficientemente
claro: mientras los equipos se hartan de trofeos internacionales y encabezan
las listas mundiales de los mejores, esta selección es la única, a escala
mundial, que, perteneciendo a la élite futbolística, hace el ridículo y no es
capaz de dar una alegría a los aficionados españoles. El caso es que en el
horizonte no se aprecia ningún rayo de esperanza. Cuando se habla de las causas
de este deterioro, sólo se repiten miméticamente tópicos y frases hechas: que
si los profesionales cobran en demasía, que juegan muchos extranjeros en
nuestros equipos (con los españoles que hay repartidos por ahí y como si todo
ello no ocurriera en los mismos términos en los demás países). Lo que pasa es
que no hay proyecto ninguno en la Federación Española ,
un proyecto acorde a los parámetros deportivos, sociales, económicos o
políticos que hoy arrastra el fútbol. El entrenador, que debe reunir la
categoría técnica y cultural suficiente para representarnos a todos los
españoles, es el último paso a tomar. La federación –todas las federaciones-
pertenece a esa clase de entidades (viven del dinero público y de explotar la
marca España) a las que algunos sociólogos llaman los “otros políticos”: sus
directivos son elegidos mediante compromisarios, no rinden cuentas ante ninguna
asamblea democrática, ni hay en sus reglas de funcionamiento algún sistema de
oposición. Así todo queda al buen hacer o la responsabilidad de sus miembros.
Pero no parece que esta federación esté por la labor. Cuando no pueda mantener
a Luís, lo cesará, le indemnizará con el dinero que sea –al fin y al cabo no es
suyo-, nombrará a otro técnico, y a seguir viviendo. Como dice irónicamente Pío
Baroja, el que manda no hace nada mal. Mientras, salvo que toque la flauta por
casualidad, los españoles a soñar en otras cosas.
16 de octubre de 2006 Real Jaén, 0; Mérida, 2
216.
Cuentas de la ilusión
A propósito de nuestra afición al Real Jaén, hay que
reivindicar de una vez por todas el cuento de la lechera, que siempre ha gozado
del favor de los tristes y los lánguidos. Muchos educadores lo han propuesto
como un ejemplo de cómo no debemos comportarnos porque, a su juicio, castiga no
trabajar demasiado y vivir en exceso pegados a los sueños. ¿Ves lo que le ha
pasado? Pues es necesario rehabilitarlo para uso y disfrute de los entusiastas
y los soñadores. Es verdad que en muchas de sus variantes encierra un
sentimiento trágico por la lúgubre desgracia de la protagonista, de lo que se
aprovechan los pesimistas para decir, ves si es que no hay que alimentar
pájaros en la cabeza. Pues hay que tenerlos. Si no, para qué acudimos al campo
de fútbol. Por eso desde la dirección del club, conscientes de que los milagros
no están a la orden del día, habían abierto una escala de ilusión soñando en ganar
estos tres últimos partidos pasados como forma de colocarse entre los elegidos,
ahora cuando sale el pelotón y antes de que se produzcan las primeras
escaramuzas. Pero el resultado ante el Mérida quebró esa esperanza y mantuvo al
equipo en la zona aburrida en la que ha venido circulando tristemente y casi se
ha especializado estos últimos años. Sin embargo apenas hemos salido de unas
cuentas de esperanza y ya estamos metidos en otras, abiertas en este caso por
el entrenador: se trata, dice, simplemente de ganar dos partidos seguidos para
encontrar la tan necesaria e inestimable autoestima y consolidar el ánimo de
los jugadores, es decir, de todos. El caso es que éstas no tienen plazo fijo,
aunque naturalmente cuanto antes mejor. Y son además cuentas alegres y
positivas de la lechera, de pájaros en la cabeza. Pues bien, ayer en Villanueva
de la Serena no se pudo dar el primer paso. A ver si puede ser el próximo
domingo ante el Marbella. Y lo que no puede dejarse a un lado esta semana es
que todo este engranaje de triunfos y derrotas tiene un héroe o, tal vez, dos.
El presidente Carlos Sánchez y equipo, que han cumplido años y que, a pesar de
que la fortuna no les ha sonreído deportivamente al menos hasta ahora, merecen
una buena tarta con velas porque, gracias a ellos –aciertos y errores aparte-
el Real Jaén sigue vivo. Sólo les falta alumbrar una nueva variante de la
antiquísima historia de la lechera para los animados y los confiados.
23
de octubre de 2006 Villanovense (Vva.
de la Serena), 2; Real Jaén, 2
217.
Un debate peligroso
Terminados ya cumplidamente los
agasajos, las galas, celebraciones y fiestas a cuenta del sorprendente y
señalado gol en Villanueva de la Serena, acontecimiento visto y conocido más
allá de nuestras fronteras, resulta imprescindible volver a la realidad de lo
que se cuece en el Real Jaén tanto en su aspecto deportivo como en el de la
gestión del patrimonio futbolístico. Desde luego con la realidad alegre del
éxito de ayer, marcada afortunadamente por un sentimiento casi olvidado para
bastantes aficionados: para muchos de ellos era casi un recuerdo de la
antigüedad remota estar presentes en un triunfo del equipo en La Victoria. Pero
el venturoso gol no debe distraernos de la dudosa situación deportiva del
equipo. Aunque parezca tener mala sombra decirlo ahora, el éxito de ayer no
puede ocultar los problemas de fondo que habitan en el Real Jaén y que las
declaraciones de esta semana pasada lo demuestran ampliamente, al poner sobre
la mesa mucha más desazón de lo que a primera vista pudiera parecer.
Declaraciones que apuntan y descubren demasiadas aristas y esquinas, altamente preocupantes por su contenido y por
la forma en que se han venido produciendo. El debate sobre si el equipo, en contra
de lo que hasta ahora ha sido el discurso oficial del club, tiene calidad
suficiente para estar situado en los puestos de privilegio de la competición,
implica demasiadas cosas y sobre todo plantea una imagen de escasa consistencia
y solidez en la entidad, algo que aquí puede estar empezando a producirse y
acabar arrastrando a todos. A unos porque, empecinados en mantener lo que
propuso una persona la víspera de marcharse, planificaron un equipo que a
algunos aficionados, de esos que siguen con atención y esmero todas las cosas,
no les convencieron (¿dónde están Galera o Azkargorta, por citar a algunos
defensas del año pasado, vista la proporción de goles de esta temporada en
comparación con la anterior? ¿Han mejorado a Navarro muchos de los que han
llegado este año?); y a otros porque al principio manifestaron públicamente que
con los medios de que disponían aceptaban el reto propuesto por el club.
Incluso sugirieron que en un mes estaría resuelto el problema deportivo del
equipo, mientras ahora parecen desdecirse no sólo con los hechos –esas tan
extrañas decisiones deportivas- sino también con las palabras. Mal asunto, muy malo, empezar a ver quién es
más inocente de lo que está pasando.
30
de Octubre de 2006 Real
Jaén, 1; Marbella, 0