OCTUBRE 2006


213. Introducción al vicegol

         Se ha planteado desde hace un tiempo un atrayente y sugestivo debate futbolístico en torno al Real Jaén. Aunque a primera vista parezca lo contrario, es en el fondo una controversia teórica y hasta puede resultar filosófica y científica. Técnicos y profesionales, a través de los medios de comunicación, y aficionados en general hablan y discuten sobre una extraña patología deportiva que, por lo que se dice, sufre el equipo en el desarrollo de los partidos. Se trata, al parecer, de la inexplicable incongruencia de que se generan multitud de ocasiones de gol, o al menos las suficientes para ganar un partido, y sin embargo por fas o por nefas el balón no acaba por entrar en la portería contraria. ¿Tiene consistencia esa teoría? El asunto no es fácil desde luego y en un espacio como éste muy peliagudo precisarlo con rigor pero sí se puede apuntar alguna primera sugerencia. La clave está es ponerse de acuerdo en una definición, al menos negativa, sobre en qué consiste una ocasión de gol. Porque obviamente no toda presencia del balón en el área del equipo contrario lo es sin más sino que hacen falta algunos requisitos imprescindibles. En muchos casos lo que parece un peligro no es sino un simple enredo que no sirve para otra cosa que para enmarañar y embrollar la jugada pero sin posibilidad alguna de sacar rentabilidad. Deberíamos hablar, cuando menos, de ocasión manifiesta como aquella que permite un vicegol, que W. Fernández, creador de este concepto, definía como el hecho de que la pelota pase por encima o al lado de la portería o bata en los palos, sin ser gol, pero con inminencia de serlo. Es lo que arranca un ¡uy! en los aficionados, incluyendo naturalmente una escala de mayor o menor intensidad según la importancia del momento. Para el mejor entendimiento común y con el objetivo de centrar estos asuntos con la seriedad que exigen, parece conveniente llamar a las cosas por su nombre y afirmar que se ha producido una jugada de gol cuando en verdad sea así. La vibrante y esplendorosa segunda parte del partido de ayer sirvió, entre otras muchas cosas, para poner esta discusión en un terreno exacto y dejar claro lo que en verdad es un vicegol.

2 de Octubre de 2006                    Real Jaén, 2; Cartagena, 2


214. Cuestión de identidad

         Se puede decir con cierta verosimilitud que las dudas sobre el actual equipo del Real Jaén se iniciaron en el partido que jugó en Villanueva de Córdoba. Como mucha gente recordará, los aficionados que tuvieron la oportunidad de asistir se volvieron con un grave gesto de abatimiento viendo cómo el equipo era incapaz de ganar un encuentro en el que los adversarios jugaron con nueve futbolistas desde el minuto 36. Si los de casa no llegan a errar un penalti poco antes de terminar el partido, ni siquiera se hubiese alcanzado el empate. Fue una tarde deportivamente desgraciada para la familia del Real Jaén, porque el juego apenas permitió alguna oportunidad manifiesta y mostró una fuerte impotencia táctica y estratégica. Después han venido las dos remontadas casi milagrosas, desde luego maravillosas y magníficas, que han levantado el ánimo de todos. Es en ese contexto en el que se hablaba el otro día desde la dirección del club de la necesidad de conseguir los nueve puntos en juego con Baza, Mérida y Villanovense, matizando que ni siquiera serviría el empate en alguno de ellos. El planteamiento parece tener su clara y profunda significación y por tanto pleno sentido cara al futuro. Se entiende que es importante este deseo no tanto por los puntos, que por supuesto también, sino por la necesidad sicológica de todos de asentarnos en un lugar destacado de la clasificación, de entrar entre los grandes del grupo, que ya vendrá algún que otro inevitable disgusto y desconsuelo. Lo que está en cuestión en este momento es determinar, en terminología de argot, cuál es la liga que de hecho y de verdad va a ser la del Real Jaén, en qué ambientes se va a mover deportivamente hablando, o sea a qué se juega. En definitiva cuál va ser su identidad deportiva en esta competición. Si se supera de una vez lo que llaman los expertos, en un lenguaje muy preciso, quedarse descolgado o el equipo forma parte de los mejores, algo que, salvo milagros, se consigue en los diez primeros partidos de liga. Ayer, afortunadamente, se abrieron formidables esperanzas colectivas con la victoria en Baza y se dio el primer paso en la dirección correcta. Sólo falta seguir así. Albricias y amén.

9 de octubre de 2006                     Baza, 1; Real Jaén, 2


215. La selección española

Terribles tormentas, relámpagos y truenos vienen proporcionando a la selección absoluta de fútbol los éxitos alcanzados en bastantes disciplinas deportivas por muchos compatriotas nuestros. La guinda ha sido el campeonato mundial de baloncesto que ha levantado un clamor popular de exigencia de triunfos y títulos en un deporte al que no le falta nada, sigue la mayoría de españoles y casi es un elemento privilegiado de la cultura nacional. El asunto está suficientemente claro: mientras los equipos se hartan de trofeos internacionales y encabezan las listas mundiales de los mejores, esta selección es la única, a escala mundial, que, perteneciendo a la élite futbolística, hace el ridículo y no es capaz de dar una alegría a los aficionados españoles. El caso es que en el horizonte no se aprecia ningún rayo de esperanza. Cuando se habla de las causas de este deterioro, sólo se repiten miméticamente tópicos y frases hechas: que si los profesionales cobran en demasía, que juegan muchos extranjeros en nuestros equipos (con los españoles que hay repartidos por ahí y como si todo ello no ocurriera en los mismos términos en los demás países). Lo que pasa es que no hay proyecto ninguno en la Federación Española, un proyecto acorde a los parámetros deportivos, sociales, económicos o políticos que hoy arrastra el fútbol. El entrenador, que debe reunir la categoría técnica y cultural suficiente para representarnos a todos los españoles, es el último paso a tomar. La federación –todas las federaciones- pertenece a esa clase de entidades (viven del dinero público y de explotar la marca España) a las que algunos sociólogos llaman los “otros políticos”: sus directivos son elegidos mediante compromisarios, no rinden cuentas ante ninguna asamblea democrática, ni hay en sus reglas de funcionamiento algún sistema de oposición. Así todo queda al buen hacer o la responsabilidad de sus miembros. Pero no parece que esta federación esté por la labor. Cuando no pueda mantener a Luís, lo cesará, le indemnizará con el dinero que sea –al fin y al cabo no es suyo-, nombrará a otro técnico, y a seguir viviendo. Como dice irónicamente Pío Baroja, el que manda no hace nada mal. Mientras, salvo que toque la flauta por casualidad, los españoles a soñar en otras cosas.

16 de octubre de 2006               Real Jaén, 0; Mérida, 2


216. Cuentas de la ilusión

A propósito de nuestra afición al Real Jaén, hay que reivindicar de una vez por todas el cuento de la lechera, que siempre ha gozado del favor de los tristes y los lánguidos. Muchos educadores lo han propuesto como un ejemplo de cómo no debemos comportarnos porque, a su juicio, castiga no trabajar demasiado y vivir en exceso pegados a los sueños. ¿Ves lo que le ha pasado? Pues es necesario rehabilitarlo para uso y disfrute de los entusiastas y los soñadores. Es verdad que en muchas de sus variantes encierra un sentimiento trágico por la lúgubre desgracia de la protagonista, de lo que se aprovechan los pesimistas para decir, ves si es que no hay que alimentar pájaros en la cabeza. Pues hay que tenerlos. Si no, para qué acudimos al campo de fútbol. Por eso desde la dirección del club, conscientes de que los milagros no están a la orden del día, habían abierto una escala de ilusión soñando en ganar estos tres últimos partidos pasados como forma de colocarse entre los elegidos, ahora cuando sale el pelotón y antes de que se produzcan las primeras escaramuzas. Pero el resultado ante el Mérida quebró esa esperanza y mantuvo al equipo en la zona aburrida en la que ha venido circulando tristemente y casi se ha especializado estos últimos años. Sin embargo apenas hemos salido de unas cuentas de esperanza y ya estamos metidos en otras, abiertas en este caso por el entrenador: se trata, dice, simplemente de ganar dos partidos seguidos para encontrar la tan necesaria e inestimable autoestima y consolidar el ánimo de los jugadores, es decir, de todos. El caso es que éstas no tienen plazo fijo, aunque naturalmente cuanto antes mejor. Y son además cuentas alegres y positivas de la lechera, de pájaros en la cabeza. Pues bien, ayer en Villanueva de la Serena no se pudo dar el primer paso. A ver si puede ser el próximo domingo ante el Marbella. Y lo que no puede dejarse a un lado esta semana es que todo este engranaje de triunfos y derrotas tiene un héroe o, tal vez, dos. El presidente Carlos Sánchez y equipo, que han cumplido años y que, a pesar de que la fortuna no les ha sonreído deportivamente al menos hasta ahora, merecen una buena tarta con velas porque, gracias a ellos –aciertos y errores aparte- el Real Jaén sigue vivo. Sólo les falta alumbrar una nueva variante de la antiquísima historia de la lechera para los animados y los confiados.

23 de octubre de 2006      Villanovense (Vva. de la Serena), 2; Real Jaén, 2


217. Un debate peligroso

         Terminados ya cumplidamente los agasajos, las galas, celebraciones y fiestas a cuenta del sorprendente y señalado gol en Villanueva de la Serena, acontecimiento visto y conocido más allá de nuestras fronteras, resulta imprescindible volver a la realidad de lo que se cuece en el Real Jaén tanto en su aspecto deportivo como en el de la gestión del patrimonio futbolístico. Desde luego con la realidad alegre del éxito de ayer, marcada afortunadamente por un sentimiento casi olvidado para bastantes aficionados: para muchos de ellos era casi un recuerdo de la antigüedad remota estar presentes en un triunfo del equipo en La Victoria. Pero el venturoso gol no debe distraernos de la dudosa situación deportiva del equipo. Aunque parezca tener mala sombra decirlo ahora, el éxito de ayer no puede ocultar los problemas de fondo que habitan en el Real Jaén y que las declaraciones de esta semana pasada lo demuestran ampliamente, al poner sobre la mesa mucha más desazón de lo que a primera vista pudiera parecer. Declaraciones que apuntan y descubren demasiadas aristas y esquinas,  altamente preocupantes por su contenido y por la forma en que se han venido produciendo. El debate sobre si el equipo, en contra de lo que hasta ahora ha sido el discurso oficial del club, tiene calidad suficiente para estar situado en los puestos de privilegio de la competición, implica demasiadas cosas y sobre todo plantea una imagen de escasa consistencia y solidez en la entidad, algo que aquí puede estar empezando a producirse y acabar arrastrando a todos. A unos porque, empecinados en mantener lo que propuso una persona la víspera de marcharse, planificaron un equipo que a algunos aficionados, de esos que siguen con atención y esmero todas las cosas, no les convencieron (¿dónde están Galera o Azkargorta, por citar a algunos defensas del año pasado, vista la proporción de goles de esta temporada en comparación con la anterior? ¿Han mejorado a Navarro muchos de los que han llegado este año?); y a otros porque al principio manifestaron públicamente que con los medios de que disponían aceptaban el reto propuesto por el club. Incluso sugirieron que en un mes estaría resuelto el problema deportivo del equipo, mientras ahora parecen desdecirse no sólo con los hechos –esas tan extrañas decisiones deportivas- sino también con las palabras.  Mal asunto, muy malo, empezar a ver quién es más inocente de lo que está pasando.

30 de Octubre de 2006                  Real Jaén, 1; Marbella, 0