Aunque para un espectador más
pendiente de pasar el rato el espectáculo que presenciaba era un partido de
fútbol convencional, lo que aconteció el sábado en La Victoria no tuvo nada que
ver con lo que parecía a primera vista. Para quien no sabía, o no estaba
pendiente, de la desesperación y la impotencia vividas en las jornadas
anteriores, en las que parecía imposible, jugando como jugaba el equipo, no ganar
por goleada, era un partido más. Sin embargo, bajo esa apariencia de
normalidad, se ventilaba otra cosa. Casi un tratado de filosofía. Nada menos
que averiguar con los hechos si la voluntad de poder de un grupo de
profesionales era capaz de quebrar los caprichos del destino, que es una forma
solemne de llamar a la mala suerte. Bien es verdad que, después de varios
partidos, la experiencia había permitido apreciar cómo algunos desaciertos justificaban
en parte la calamitosa fortuna pero globalmente resultaba injusta tanta
desgracia. Y ante el Talavera, a la vista de cómo estaban ocurriendo las cosas,
el equipo decidió representar la lucha feroz y despiadada de los héroes, como
Hércules o Ulises, cuando se enfrentaban contra la fatalidad: había que ganar como
fuera. Una vez conseguido el primer gol de jugada y comprobando que la defensa se mantenía firme y rocosa,
también por primera vez esta temporada, era imprescindible conseguir el
triunfo. Otra cosa hubiera sido patética. Y a eso se puso el equipo. En el
terreno de juego se forjó una tensión apocalíptica, desmedida, infinita. Los aficionados
que estaban atentos a lo que de verdad se estaba cociendo, pudieron comprobar
cómo, cada vez con más plasticidad según avanzaba el segundo tiempo, cuando el
balón se jugaba en el área del Talavera los blancos, el Real Jaén, permanecían
firmes atrás en sus puestos en formación de 1, 4, 3 (en alguna ocasión 2) con
rigidez, como se colocan en los momentos anteriores al comienzo de los
partidos, ajenos, aunque naturalmente atentos a lo que estaba ocurriendo, y solos
porque los contrarios se agrupaban en sus dominios. Y se ganó. A la voluntad de
poder (título de un libro importantísimo) un castizo la llamaría de otra manera
pero no hubiera sido preciso porque se actuó con mucha inteligencia y belleza,
aunque ésta entendida de otra manera. Dramáticamente, pero se ganó. Y para
mayor satisfacción estaba allí el presidente.
Destapan
el caso de las bodas timo en la ACB
El
único rito de paso de la vida social al que se exige pureza de intención y
motivación honesta es al matrimonio. Y, además, demostrados fehacientemente por
algunos de los procedimientos convencionales: convivencia íntima, un viaje de
novios…, etc. Y si no que se lo digan a los jugadores de baloncesto extranjeros
que se han casado con una española.
El brasileño Dida simuló
una agresión para ganar
Ya
lo hizo había hecho en un mundial el brasileño Rivaldo: simular una grave
lesión una vez que el balón le rozó cuando iba a sacar un corner. La FIFA
acababa de anunciar sanciones muy duras para este tipo de comportamiento tan
mezquino y rastrero pero entonces todo quedó en una multa simbólica. Y esa
falta de deportividad se repite más de lo deseable.
8
de octubre de 2007
Real
Jaén, 1; Talavera, 0
(Correspondieron dos partidos seguidos en casa, en los que estaban puestas muchas esperanzas, y éste era el segundo)
(Correspondieron dos partidos seguidos en casa, en los que estaban puestas muchas esperanzas, y éste era el segundo)