274.- A VECES

   Había en el ambiente una alta dosis de satisfacción después del resultado de Linares

      A veces resulta necesario desahogarse y soltar la negrura que a uno le queda después de un partido como el de ayer en el estadio de La Victoria. Soñar y soñar, despierto o dormido, es sin duda un aliciente para aliviar la pesadumbre del camino pero hay momentos en los que resulta ineludible y preciso poner los demonios sobre la mesa aunque sólo sea como terapia. Había en el ambiente una alta dosis de satisfacción después del resultado de Linares y consideraba todo el mundo la importancia y casi exigencia de ganar el partido ante el Puertollano para empezar a consolidar el camino hacia arriba. Pero a veces la mejor expectativa no cumplida produce un malestar más grave. No conozco nada que cause mayor desazón que el que fracase una cosa que se consideraba segura, resaltaba el novelista inglés Wodehouse. Y así ocurrió. A ciencia cierta por eso los comentarios de aficionados, a la salida, eran de una coherencia pesimista intachable: lo mismo de siempre; lo que ya hemos visto y volveremos a ver; todo igual y eso con un equipo tan inocente que no habíamos visto en mucho tiempo; si nos llega a tocar otro de categoría.... Por seguir con este novelista: no se pueden hacer las cosas tan mal, sin cortejar el desastre. Pero esto es lo que hay: mal pinta el futuro y lo de Linarejos tiene otras explicaciones posibles. A veces es legítimo cansarse de los tópicos paliativos tan al uso: que el equipo ha hecho un buen partido y ha dominado la situación, que sólo ha faltado el remate, y otros de similar contenido que los técnicos utilizan para explicar un partido. ¿En eso se encierra todo el fútbol, esa es su finalidad cuando en noventa minutos sólo ha habido un único chut realmente peligroso? Y al tiempo que algunos jugadores parecen creer que el último de los compañeros que acaba de llegar es Aquiles, el de los pies ligeros y héroe de Troya, y otros buscan el milagro de regatear una y otra vez a varios contrarios al mismo tiempo, el equipo sigue impertérrito jugando con diez jugadores mientras quedan relevos posibles de los que nadie se responsabiliza ni nadie echa mano: ahí están, perciben el salario que les pertenece y eso es todo. Pero, por terminar con este autor, con  Wodehouse, valga recordar que, a su juicio, existe una marea en los asuntos de los hombres que, cuando se toma en la crecida, conduce a la fortuna. Pero de momento no parece que el Real Jaén la haya encontrado.  
  
El Torredonjimeno se reencuentra con el triunfo
Son muchas las ceremonias que evocan a sus protagonistas cómo la gloria de hoy se puede tornar mañana en desgracia. Como ejemplo, los aficionados recordarán aquel partido vibrante en el que el Torredonjimeno ganó en Liga al Real Jaén en su campo. Fue una epopeya. Ahora este equipo está viviendo otra pero de honradez, entusiasmo y categoría humana. 

La selección inglesa ficha al entrenador Capello 
Su comportamiento con la Unión Europea es el último ejemplo de cómo los ingleses tienen una autoestima excedida. Mientras siguen a lo suyo, con sus libras y su sistema de medidas, en el fútbol, en el equipo nacional, no han tenido escrúpulo en buscar fuera lo que parece no encuentran dentro. A lo mejor es una lección de humildad ante el mundo. 

17 de diciembre de 2007

Real Jaén, 0. Puertollano, 0

Wodehouse: “Júbilo matinal”, capítulo 21 y “Jeeves y el espíritu feudal”, capítulos 18 y 22