333.- EL GOL DEL COJO

El equipo caminaba como una reina de tragedia en una de sus mañanas malas

Mucho sufrimiento y bastante disgusto estaba provocando para el espectador (y para los que lo escuchaban) el partido de ayer del Real Jaén. Era un sinsentido lo que acontecía y, según avanzaba el tiempo y se intuía el final, el espectáculo iba generando mayor nivel de ansiedad. Desde luego no habían empezado así las cosas. Incluso las primeras jugadas habían proporcionado alta confianza y seguridad. Pero después, como quien a cada minuto va dando un paso firme hacia el precipicio, las lanzas se iban tornando cañas y no había manera. Sobre todo en el segundo tiempo. El equipo, a imagen de aquel personaje del novelista inglés P. G. Wodehouse, caminaba como una reina de tragedia en una de sus mañanas malas, en una situación en la que no se puede hacer nada… sin cortejar el desastre. Y tuvieron que llegar las justificaciones. Los seres humanos, para tranquilizar el ánimo y soportar las adversidades de la vida, elaboramos teorías y cálculos que nos sirven de terapia y ahogan la desesperación y el abatimiento: “pues no es tan mal resultado”, “un empate fuera de casa siempre es un triunfo”, “el caso es no irse de vacío”... y otras del mismo jaez que en el fondo sólo buscaban justificar lo injustificable: desaprovechar una oportunidad tan a la mano. “¡Algunos jugadores llevan un tiempo en el que no tienen la mente fresca y clara o están quemados físicamente!” La verdad es que no se entendía cómo pasaba lo que estaba pasando. Era un problema conceptual... hasta que llegó el gol del cojo. No, no es que algún jugador se lesionara pero fue como el viejo gol del cojo. Dice Wodehouse en la misma obra que “existe una marea en los asuntos de los hombres que, cuando se toma en la crecida, conduce a la fortuna”.  Pues así. Los más viejos del lugar recordarán aquella situación que se daba de vez en cuando en los campos de fútbol cuando no estaban previstas las sustituciones y algún jugador se lesionaba. Si se podía mantener en pie, era frecuente que se quedase en el campo, en una esquina, de manera que los contrarios apenas le echaban ojo. Pero en más de una ocasión, a este jugador “cojo”, casi al final del partido, le caía un balón perdido y sin oposición conseguía gol. ¡El gol del cojo! El que viene a última hora cuando ya casi ni se le espera. Como el penalti. Una sorpresa de las que llegan pocas porque ni se soñaba. Fue la comparación que, al final del partido, se le ocurrió a un viejo aficionado. 

EL BRASILEÑO ROBINHO ACUSADO DE VIOLACIÓN
De momento está en libertad provisional con cargos y es deseable que todo haya sido un malentendido. Aunque la mayoría son personas sensatas y prudentes, el problema de fondo es el escaso nivel cultural, mental (para lo que no sea el balón), sicológico,  y social que tienen algunos de estos dioses de pacotilla a los que el exceso de veneración les hace perder el sentido de la realidad. 

UN JUGADOR HACE EL AMOR EN EL CAMPO DE FÚTBOL
Los campos de fútbol, donde se juega la gloria o la miseria de tanta gente, se han convertido en centros de energía cósmica, algo mágico. Según cuentan, la mujer de un defensa del Dínamo de Zagreb ha confesado a una revista que en él un día hicieron el amor. El club lo ha declarado transferible. Y es que hablar lo que no se debe es imprudente y además peligroso. Aunque los mandatarios dicen que ya habían pensado despedirlo. 

Publicado el día 2 de febrero de 2009
Roquetas, 0; Real Jaén, 1